El Destierro, el Arma Preferida de los Dictadores

NIDIA MARIN

Destierro y dictador se escriben con “d” de dedo, el que utilizan para señalar a sus víctimas. Hoy, cuando se creía que al fin los gobiernos latinoamericanos actuarían con respeto a la democracia, retornaron los brujos. Sí, los dictadores están de vuelta, con sus políticas de exilio forzado o la expatriación.

Más, como escribieran en 2019 los expertos del Programa Universitario de Derechos Humanos de la UNAM, denominado Perseo, sobre “¿Autocracia o democracia?”:

“El autócrata sueña con concentrar el poder de tal forma que sus decisiones y acciones no estén sujetas ni a restricciones legales ni a mecanismos regulativos de su poder”.

“¿Qué se quiere: autocracia o democracia? Por la autocracia se inclinarán quienes obtienen o esperan de ella prebendas y quienes tienen vocación de tiranos o de siervos. Por la democracia nos manifestamos quienes tenemos vocación de ciudadanos y estamos convencidos de que todo poder, para no ejercerse despóticamente, requiere contrapesos y sujeción estricta a la ley”.

Pero… sean de izquierda o de derecha, los autócratas están resurgiendo en América Latina… si es que algún día se fueron… Y hoy, destierran a sus opositores, como lo han hecho otros tiranos en el siglo XX y también a principios del actual en las tres dictaduras: en Cuba, Venezuela y Nicaragua. 

Esta última es la más reciente, donde Daniel Ortega, otrora revolucionario respetado, es hoy considerado un tirano más que aplica el destierro a sus opositores, tal y como lo hicieron los Somoza: el padre Anastasio Somoza García y los hijos, primero Luis Somoza DeBayle y después Anastasio Somoza DeBayle durante 45 años hasta que llegó la Revolución Sandinista y tomó el poder.

Sin embargo, hoy, una copia perversa de aquellos tipos, aunque de izquierda según dice, cumple ya en el poder 15 años, con tres reelecciones, en 2011, en 2016 y en 2021.

Y como los dictadores anteriores que desterraron a cientos de poetas, escritores, pintores, intelectuales y políticos en general, ahora lo está haciendo Ortega.

Su política es del corte de aquellos que asolaron Centroamérica. Por ejemplo, amenazando a los integrantes del clero de la misma forma que actualmente lo hace el régimen nicaraguense, con el sacerdote Óscar Danilo Benavidez Dávila, crítico del régimen de Daniel Ortega y quien fue condenado a 10 años de prisión por el delito de conspiración y propagación de falsas noticias. 

Represión es la palabra. Casi como sucedió en El Salvador el 24 de Marzo de 1980 cuando principiaba la segunda junta de gobierno integrada por militares, a la que pertenecía José Napoleón Duarte, cuando al pie del altar, mientras oficiaba una misa, asesinaron de un balazo en el corazón al arzobispo Oscar Arnulfo Romero, tras de lo cual campeó la indignación popular y una ola de bombazos sacudió aquel país. 

(Esta información, por cierto, fue cubierta como reportero para El Sol de México por Jesús Michel, quien en aquel clima de terror salvó la vida de la entonces reportera Carmen Lira, hoy directora del diario La Jornada). 

Pareciera que el tiempo no pasa para algunos personajes endiosados con el poder como sucede actualmente en Nicaragua, de donde están saliendo hacia otras naciones miles de personas, de la misma forma que ha estado sucediendo con cubanos y venezolanos. 

En tiempos idos también dejaron su patria, porque los desterraron o porque temían ser asesinados: los argentinos durante la dictadura de Jorge Rafael Videla, entre 1976-1981; los paraguayos, cuando el terror partía de Alfredo Stroessner (1971-1978); los bolivianos, con Hugo Banzer (1971-1978); los haitianos con “Papá Doc” y “Baby Doc” (1957-1971 y 1971-1986); y como olvidar a los chilenos con Augusto Pinochet. Fueron 17 años de exilio o destierro desde 1973.

También es inolvidable el hombre de derecha Fulgencio Batista en Cuba, dictador por siete años y Fidel Castro Ruz, de izquierda, por 49 años, seguido por su hermano Raúl Castro Ruz en el poder por otros 10 años (2008-2018). ¡Pobres cubanos!

Pero volviendo al texto de Perseo, en el mismo los expertos expusieron:

“Es imprescindible que se mantengan y fortalezcan las instituciones democráticas, la auténtica división de poderes, los contrapesos al gobernante, las reglas de transparencia y los organismos que controlan y supervisan el ejercicio del poder.

            “¿Es posible que los avances democráticos conquistados en un país durante décadas se echen abajo en tan sólo unos cuantos años o, peor aún, en unos cuantos meses? Sí, es posible, y tenemos a la vista un ejemplo muy cercano, el de Venezuela…” Sí, donde la democracia ha sido aniquilada.

“Un gobierno democrático puede ser eficaz o ineficaz, aliviar los problemas sociales o agravarlos, tomar medidas benéficas o perjudiciales para los gobernados. Pero la democracia es el único sistema político que permite elecciones limpias y transparentes, exentas de manipulaciones tramposas, así como combatir los actos de gobierno abusivos acudiendo al Poder Judicial o a organismos defensores de derechos humanos que resuelvan los casos sin presiones del poder político, con autonomía, profesionalismo y objetividad.

“Por eso es imprescindible que se mantengan y fortalezcan las instituciones democráticas, la auténtica división de poderes, los contrapesos al gobernante, las reglas de transparencia, los organismos que controlan y supervisan el ejercicio del poder, y los que organizan, vigilan y califican imparcial y transparentemente las elecciones. Tales instituciones deben ser fuertes y plenamente autónomas, y no estar sometidas a actos intimidatorios. Sólo así están en condiciones de cumplir con su misión.”

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