Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Para México, país, ciudadanos, todos, las libertades, las elecciones libres, las manos fuera de las decisiones, la democracia en su conjunto, está en juego.
El próximo domingo 26 de febrero, hay que remarcar la fecha, el destino mexicano está en juego.
Es demostrar que, en efecto, el pueblo decide qué tipo de gobierno quiere para su hoy y su mañana.
Tan es así que, quien no escucha, abrió la boca, no los oídos, para descalificar como es su costumbre, que haya rechazo a sus decisiones de destruir el sistema electoral para apropiárselo y desde el poder gubernamental regresar a lo que tanto, en el papel y en el hablar, odia: el retorno del viejo régimen.
Esta semana debe servirnos a todos los que nacimos gozando de libertades, de oportunidades, de desigualdades, de esperanzas, de metas por cumplir con el esfuerzo del trabajo, la aplicación de conocimientos, para tomar a decisión y defender lo que nos quieren quitar porque no somos los “pobres que siempre saldrán a defender el movimiento” y no formamos parte de la “estrategia política” que permita entronizar al hipócrita que tenemos de gobernante.
No hace falta la retahíla de fracasos. Tampoco negar las acciones que deben ser consideradas como positivas, las manes por supuesto, para saber lo que está en juego con la mal llamada reforma electoral que no tiene otro objetivo que concentrar el poder para someter a quienes pensamos diferente y que, quiérase o ni admitir en la perturbada mente del jefe de la banda presidencial, es la meta de la no transformación.
Transformar para mejorar, bienvenida la acción; hacerlo pare retroceder y formar parte de una nación sin rumbo y sin meta, malnacida.
Baste escuchar, mirar o leer la reciente declaración del inmaculado, impoluto, iluminado para darse cuenta que no tiene la intención de gobernar un país, sino a unos pobladores que considera sus esclavos, a los que amenaza con retirar los beneficios otorgados con recursos públicos, no de su bolsillos -porque no tiene dinero-, para saber cuál es la realidad:
“Acerca de la marcha o este movimiento de protesta que tiene como pantalla lo de la ley electoral, lo cierto es que es una manifestación del bloque conservador en contra de nosotros. Ese es el fondo, lo demás es la excusa, es el pretexto, es ‘el INE no se toca’, ‘García Luna no se toca’, ‘la corrupción no se toca’, ‘el influyentísmo no se toca’, ‘el que quiera que paguen impuestos los que no pagaban no se toca’, ‘la prensa vendida o alquilada no se toca’, pero eso es”. Lo dice Andrés Manuel López.
¿Alguien habló, externó, publicó, promovió algo en defensa de García Luna, la corrupción, el influyentismo, el impago de impuestos o la prensa vendida o alquilada no se toca para convocar la marcha del próximo domingo?
Quien quiere en la cárcel a García Luna tiene nombre y apellido paterno: Andrés Manuel López.
Quien habla de temas “no se toca”, tiene apellido paterno: Andrés Manuel López.
Quien habla de la prensa venida, tiene apellido paterno: Andrés Manuel López.
Quien se refiere a los evasores de impuestos, tiene apellido paterno: Andrés Manuel López.
No somos los ciudadanos de verdad.
¡Porque no somo iguales al soberbio!
Defender al INE es defender nuestro derecho a tener una credencial que nos identifique plenamente.
¿Hay otro documento que no sea el pasaporte -millones no conocen siquiera la palabra-, la cédula profesional -millones no tenemos título ni siquiera como el de la ministra Yasmín Esquivel Mossa-, la cartilla militar -millones no la tienen y la que tenemos es lo suficientemente antigua como para usarla- y la licencia de manejar no se admite?
Defender al INE es confirmar la confianza que se le tierne a un organismo que cuenta y bien los votos para cualquier elección: federal, estatal e incluso municipal. Vaya, hasta para que se limpie el conglomerado sindical.
Defender al INE nadie tiene qué ver con el proyecto político de un megalómano que supone ser dueño de la verdad y solamente escucha el canto de las sirenas que le endulzan el oído con las mentiras.
Defender al INE es defender la democracia que se quiere robar, sí, robar el agresor de las libertades, el genio de la manipulación, el enemigo de la verdad, el quejumbroso, achacoso y demás, personaje que ante la derrota se presenta como la víctima.
Es como la ministra: de plagiaria pasa a plagiado. López brinca la cerca y de victimario aparece como víctima, mostrando sus enfermedades -las mentales se las maquillan- y sus debilidades que, por supuesto, encabezan su soberbia, su rencor, su odio a quienes tiene un neuroma más, aunque no el poder que, equivocadamente, le concedieron los ciudadanos.
Semana de reflexión.
Sin filias ni fobias, ciudadano: ponga en la balanza los pros y los contras de darle el enemigo de las libertades y amante de la imposición o concedérselas a quien mira más allá de un breve espacio que, guste o no, habrá de concretarse más temprano que tarde cuando la parca haga su aparición.
El domingo próximo tenemos una obligación con México: salir a manifestarnos y mostrar que un sujeto bravucón, soberbio, ignorante, déspota, nepotista, mentiroso y debilucho -por eso se resguarda en las fuerzas castrenses- carece de razón y que, atendiendo al mandato constitucional, el pueblo tiene el poder de decidir quién debe gobernarlo.
Que cumpla su mandato y que se vaya a ¡Palenque!
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