Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Sin duda, un fuerte calificativo y, supongo, sustentado.
No se le llama así a quien fuera su jefe, aunque la gestión subordinada haya sido incómoda.
Está claro que el jefe desconoce la función diplomática. La inexperiencia, el hígado y la irritación le ganan… si son empleados.
Como Delfina Gómez, no hurta la postura… la hereda.
Es maniqueo y establece la misa rutina: estás conmigo o estás en mi contra.
Dos días seguidos de señalamientos y uno de respuestas. La tuvo que pesar el jefe. No se le da la creatividad en tanto que, a la exempleada, le brota la inteligencia y la correcta aplicación de los calificativos.
Es “un coyote en el gallinero”, cuyas decisiones iban en torno a sacar beneficio para su aspiración de ser presidente de México.
Dos personajes, uno diplomático de carrera, el otro “encarrerado” y mostrando que es capaz de doblegarse ante los poderosos y enseñar la “dureza” con quien ya no está bajo su mando.
Sí, a nadie debe extrañar que el jefe de la banda -presidencial- se refiera a la diplomática de estar en el bloque conservador.
La respuesta objetiva y precisa: “Por supuesto que no formo parte de ningún grupo opositor”, afirmó la exdiplomática de carrera, no inventada.
En charla con el reportero Rafael Ramírez, de El Sol de México, la diplomática señaló que Bárcena dijo es leal a López Obrador, y subrayó, “como dijo el presidente, solo ejercí mi derecho a expresarse y decir la verdad” …
Algo que no le gusta al ciudadano temporal de Palacio Nacional, porque la única verdad existente es la suya, la de él, la propia. Las demás emanan de los adversarios, de los enemigos, de los conservadores, de los fifís, de los pirruris, de los aspiracionistas.
Según el “coyote de gallinero”, cito sus palabras textualmente: “La exembajadora (Bárcena) se ha dedicado, desde que dejó su cargo, a calumniarme en todos lados donde ha podido, es un rencor obsesivo diría yo, pero su gran objetivo es ver cómo me hace daño, todos los días”.
¡Pobrecito!
Sin embargo, ante la admisión, relevo de pruebas. El canciller recuerda que el objetivo estratégico del Gobierno estadounidense, durante el periodo que fue ella embajadora, era imponer que México fuese el tercer país seguro para la Casa Blancas en un tratado. “Imponérnoslo, ese era propósito fundamental. Para lograr ese objetivo pues nos querían poner aranceles”, resaltó.
¿Y cómo los evitó?
La memoria no es infiel y menos las palabras escritas y no desmentidas. Ebrard llegó a Tijuana procedente de Washington con la euforia de “haber impedido la aplicación de aranceles” del 25 por ciento a todos los productos de exportación mexicanos hacia el mercado estadounidense.
En esa ocasión, reveló Trump, no haber visto antes la facilidad con la que se doblaba un funcionario. Tiempo en el que se destinó a 20 mil elementos de la Guardia Nacional para convertirse en el muro de la frontera sur.
Lo otro, lo de tercer país seguro, también ocurrió.
¿O es mentira que se acordó, señor roost coyote?
Una verdadera lástima que la corcholata con mayores tablas de surfear se esté ahogando, mientras sus competidores toman la ola por la curva y salen airosos, a pesar de las caídas y revolcones.
La verdad duele. La mentira hiere.
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