ALBERTO F. MENA MALLEN
Hay que “felicitar” al presidente Andrés Manuel López Obrador por comenzar a revertir los retrocesos en materia constitucional que afectaron al pueblo durante el periodo neoliberal y acercar a nuestra carta magna al humanismo que pregona todos los días desde la mañanera, donde en el país, actualmente, “todo marcha requetebién” y que por ello los mexicanos somos más felices que en gobiernos anteriores que solo vieron por sus intereses y olvidaron a los ciudadanos de a pie.
Pero esos retrocesos que presume, muchos de ellos siguen vigentes o se han ampliado con su gobierno y hay muchos ejemplos de esto. Los avances que señala como es la aprobación de reformas dedicadas a entregar recursos al pueblo como no se había hecho anteriormente, pero la ley de austeridad republicana solo ha servido para entregar dichos dineros a sus obras faraónicas, además de que genera problemas a los mexicanos al no contar con elementos suficientes para el desarrollo de muchas materias científicas o sociales que ya rayan en fallecimientos.
Sí, los ciudadanos más amolados están felices por los apoyos que otorga la 4T, ya que anteriormente se repartía la riqueza solo entre los de arriba y tenían olvidados a los de abajo, pero…, siempre existen los peros, aquí se olvida la máxima que señala que “hay que enseñar a pescar, no darle pescados a la gente”, porque además generará graves problemas para la administración federal, por los recursos crecientes que tiene que utilizar para las pensiones y apoyos que se otorgan a diversos sectores de la población más desprotegidos.
Sí, las pensiones ya causan problemas económicos al gobierno, mismos que se incrementarán conforme avance la edad de la población; de igual forma los apoyos crecerán y pasará lo que ahora sucede con muchos renglones, en los cuales, además de la austeridad, le dan al traste a miles de mexicanos que padecen las políticas erróneas de la actual administración morenista.
Aquí se olvidan las palabras del presidente, en el sentido de que usa a los pobres como estrategia política para su gobierno y se olvida de que debe respetar la Constitución y las leyes, lo que hace más verosímil lo que afirman los comentaristas y analistas “fifis” en el sentido de que los utiliza como objetos electorales y los ve como votos y no como personas.
López Obrador habló muy bonito durante la celebración 106 de la Constitución Política, en Querétaro, donde con su característico tono, presumió que nuestra carta magna no es solo un enunciado, un texto, una letra muerta “sino que por primera vez se establece que estos derechos son de aplicación obligatoria para el gobierno de la República”, enfatizó en su alocución, pero no señaló que muchos de ellos no los cumple su administración y menos obliga a la ciudadanía a respetarlos.
Y orondo presumió que la 4T busca devolver a nuestra máxima ley “toda la grandeza de su humanismo original” lo que ningún gobierno, incluido el actual, ha respetado sobre lo que hay ejemplos vivos de ello. Explicó que en el artículo cuarto transitorio de la Constitución actual se “garantizan recursos para hacer efectivo el otorgamiento de atención médica y medicamentos gratuitos, estipulados en ley de salud modificada en el actual sexenio con el objetivo de asegurar el acceso a este derecho”.
Pero nunca explica que durante su gobierno este derecho sigue violándose por el trato que le ha dado al sector salud y que, incluso, ha generado muertes por falta de medicamentos y en cambio promete y promete continuamente que tendremos un sistema de salud mejor a los de países del primer mundo como Dinamarca y hasta la fecha no ha cumplido con sus deseos que al parecer solo existen en su imaginación.
El Gobierno de la Cuarta Transformación, con el apoyo de millones de mexicanos, ha logrado la aprobación de reformas en beneficio del pueblo caracterizadas por la honestidad y el humanismo. La corrupción sigue en altos niveles y la honestidad que pregona está solo en sus palabras, mientras que el humanismo que apunta se cae por la falta de cumplimiento a los derechos humanos y el no esclarecer los asesinatos de periodistas y de defensores de los mismos, como sucede con los jesuitas asesinados que suman más de siete meses sin esclarecer sus casos.
Uno de sus pocos logros en este sentido es el elevar a rango constitucional el derecho de adultos mayores y personas con discapacidad a las pensiones y de estudiantes pobres en todos los niveles de escolaridad a recibir becas; quizá otro, es el de prohibir la devolución de impuestos a grandes empresas, lo que ha permitido mayores ingresos a la hacienda pública, recursos que no se ven por ningún lado; el estipular como delito grave a la corrupción, pero ésta sigue viento en popa, ya que hasta el momento no hay ningún sancionado por ello. El aumento al salario mínimo se cae por la alta inflación que se padece.
Presume, igualmente, la reforma constitucional para permitir a la SEDENA, Marina y la Guardia Nacional, participar en tareas de seguridad pública, con lo que continúa militarizando al país, al encargarle también tareas civiles como vigilar y administrar aduanas, puertos, incluso hasta el Metro de la Ciudad de México, decisión que se tomó para lavarle la cara a la regenta Claudia Sheinbaum, quien sigue siendo criticada por no canalizar recursos para el mantenimiento de este sistema de transporte, lo que ha causado muertes de usuarios y donde no ha habido funcionarios castigados por la autoridad como sucede con Florencia Serranía Soto que es protegida hasta la fecha.
Para desgracia de los mexicanos, las reformas constitucionales que presume el presidente de la República, sólo han servido para llevar a cabo la cuarta transformación que anhela desde que fue candidato de la República, pero que realiza para beneficio propio y de su grupo político y no para todo el pueblo, fundamentalmente cuando ha buscado la división del país en aquellos que quieren dicha transformación y los que la rechazan al ver que destruya a México con malas decisiones y pésima administración.
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