Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Sin la gracia de doña Naborita y sí con la soberbia de Rodolfo Gelatino -Enrique Cuenca y Eduardo Manzano, Los Polivoces-, vivimos una mala copia en la persona de quien se ríe como el “Longe Moco” y habita en el Virreinal Palacio en donde la austeridad franciscana no se practica.
Doña Naborita estaba orgullosa de haber hecho, ella “solita” a su muñeco. Y la respuesta no se hacía esperar: ¡Ahí, madre!
En aquellos tiempos, los años sesenta, la comicidad de estos dos comediantes -juntos valían mucho, separado estaban devaluados- hicieron época. A 50 años de distancia, las copias han sido malas. Y la del huésped temporal del que fuera casa-habitación de Hernán Cortés, ratifica que nunca segundas partes fueron buenas.
Quizá el tema debiera tratarlo un psiquiatra con el imitador tendido y ocultando, como lo hacen los enfermos, sus padecimientos.
No tiene sentido, no hay lógica… bueno sí: la manipulación y el cinismo son sus artes y los tiene perfeccionados. Es un despropósito utilizar recursos públicos para intentar denigrar a la ministra Norma Lucía Piña Hernández.
Con un guion que rememora los tiempos en los que Roberto Gómez Bolaños estaba dedicado a los “pastelazos” -después se convirtió en un excelente creativos con sus personajes inolvidables- y tartamudeando, algo que reconoce porque no sabe “hablar de corridito”, enseñó que pertenece a la especie del cobre.
«Es importante la separación de poderes, imagínense el cambio que significa: la señora presidenta de la Corte, para hablar en plata, está por mí de presidenta, porque antes ponía el presidente ponía y quitaba a su antojo al presidente de la Corte”.
¡Vaya cinismo!
Dos elementos lo desmienten: 1.- Intentó, usando “toda la fuerza de la Presidencia de la República” imponer a la ministra Yasmín Esquivel Mossa en la presidencia de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; 2.- ¿Separación de Poderes cuando Arturo Zaldívar recibía órdenes en Palacio Nacional y las atendía… los diputados de Morena y adláteres dignifican al Poder Legislativo?
La enfermedad está a la vista y tiene una definición: ambición de poder que, al no conseguirlo a plenitud, provoca los dislates y exhibe la poca calidad democrática que posee.
El señor López pasará a la historia, sin duda alguna. No por ser el “mejor Presidente de México”, como es ¿o era? su anhelo sino por romper los equilibrios, los pesos y contrapesos que establece la Constitución y con los cuales se impide el abuso de poder de cualquiera de los Tres Poderes de la Unión.
Aunque durante cuatro años ha cometido una y otra vez desaciertos, no improvisados sino analizados y valorados en la mente retorcida y en la bodega de los odios y rencores, afirmar que la ministra, seguramente está en primer lugar de sus adversarios, le debe el cargo es clara muestra de que el Poder Judicial de la Federación recuperó la Independencia y la dignidad.
Sí, es verdad, en tiempos pasados los presidentes de la República designaban a los de la Suprema Corte de Justicia. Largos años pasaron para frenar esa tendencia. Benito Juárez y Porfirio Díaz, fueron quienes más ordenaron a quien se le debería otorgar el “importante” cargo.
Aunque no le guste al actual mandatario, Ernesto Zedillo Ponce de León, el neoliberal más neoliberal que ha tenido el país e inventor del vocablo “globalifóbicos”, puso punto final a la nefasta práctica que ahora buscó reponer.
Las nada chistosas palabras de su monólogo de este miércoles, solamente corroboró que cuando sus caprichos no se cumplen, el intento de burla estará presente y su forma de destilar veneno se agudiza.
Usted no es doña Naborita ¡qué diera por serlo! aunque ya demostró que se intento por ser cómico va fructificando.
Las risas burlonas que se escuchan por sus malos chistes y palabras, no pasan inadvertidas. Las redes sociales son testigos de ello.
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