La Quiere Enterrar …

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

Sin duda, en su tiempo, entre la primera y segunda décadas del siglo XX, la Sacrosanta Revolución Mexicana tuvo un propósito primigenio: derrocar al dictador que, durante 33 años, se apropió del país, de sus riquezas, de los sueños de los mexicanos y al mismo tiempo tuvo la visión de desarrollar el país. Los ferrocarriles, las concesiones petroleras, la aparición de la energía eléctrica, los viejos fotingos -de lujo- y a cambio, abatió la democracia, enterró los procesos electorales, inventó los fraudes y siempre ganó las elecciones.

De ello hace un siglo y una década. Nada de lo que está plasmado en la Constitución de 1917, que es una copia ampliada, pero copia al fin de la de 1857, motivó el movimiento que llegó a ser considerado en el mundo como la Primera Revolución Social del Siglo XX.

Encerrarse en el pasado y suponer que México es el mismo de los siglos XIX y hasta casi mediados del XX, cuando todos los gobiernos fueron militares hasta 1946, es no entender los cambios necesarios y la visión de mirar más allá de un sexenio o de un resultado revolucionario.

Nadie con dos dedos de frente podría discutir que muchos gobiernos traicionaron el espíritu y la letra de la Revolución y la Constitución. Sin embargo, tratar de entender que un pueblo sin educación, dedicado principalmente a las tareas agrícolas, con poca preparación para ser partícipe de la industrialización, con extensas tierras y sin sistemas de riesgo y temporalera la mayor parte de hectáreas, pudiera exigir el cambio dinámico que condujera al cumplimiento de los compromisos de Villa, Zapata, Obregón, Calles, los Serdán, Madero, quien nunca combatió.

El retroceso de la revolución lo propiciaron los propios revolucionarios. Las ambiciones de todos los “generales” y comandantes de la lucha, no cumplieron lo prometido. Y desde entonces, la revolución mexicana y la Constitución han servido para, como dijo Emilio Portes Gil, producir “nuevas comaladas de millonarios”.

Y sí, es verdad, la Constitución no es letra muerta. Han existido presidentes que la respetaron y modificaron para encontrar las herramientas que facilitaran el acceso a la salud, a la alimentación, a la educación, a la justicia. Otros, utilizaron los textos el poder para beneficio personal y de los grupos que los rodearon y aplicaron la sumisión como regla para mantenerse dentro de los círculos que aplaudían todas las decisiones presidenciales.

Proponer reformar la Constitución y abolir todas las reformas llevadas a cabo para beneficiar a los “neoliberales” es el nuevo tropezón presidencial.

Elogio en boca propia es vituperio. Y el señor López osa afirmar que todos los derechos que están en la Constitución se deben respetar, cuando ha sido el presidente que la pisotea de manera impune y la desprecia mediante “reformas legales”, porque no tiene fortaleza con sus “ideales y principios” y el pueblo, los ciudadanos, los electores, no la han dado la confianza para destruya el país. 

¿Qué diferencia hacen las reformas que benefician a los amigos, con las que tenían como destinatarios a los neoliberales?

Las de ahora generan nuevas comaladas de millonarios y más pobreza.

Refiere que la Constitución no es letra muerta y prepara el sepulcro. 

Un clavo más en la cruz de la democracia y la constitucionalidad.

.E-mail: jesusmichelmp@htmail.com, jesusmichelnarvaez266@gmail.com, Facebook Jesus Michel, Twitter @msionpolitica y en Misión, Periodismo sin Regaños martes y jueves de 16 a 17 horas por Radio Cañón en el 760 de amplitud modulada.

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