Por Víctor Alarcón Olguín*
El orden del presídium con que se dio la ceremonia conmemorativa de la promulgación de la Constitución de 1917 es muestra del desapego y deformación que el Poder Ejecutivo tiene sobre el simbolismo republicano y el protocolo legal-constitucional, al relegar a su lado “derecho” al titular de la Cámara de Diputados (no se observa al del Senado) y a la presidenta de la SCJN como garante del Poder Judicial.
En cambio, el presidente se ve inexplicablemente flanqueado (quitando al gobernador de Querétaro, sede de la ceremonia, que por razones históricas siempre se le coloca a uno de sus lados) del titular de Gobernación y de manera inmediata de los titulares de las Fuerzas Armadas. Juzguen Uds. por sí mismos/as la imagen.
No era una ceremonia para acomodar a los “cuates”. Es el evento más importante dentro de nuestro calendario cívico, que consagra nada más y nada menos la vigencia del orden institucional y democrático sobre el cual que se sustenta nuestro país.
Se tendrán todas las diferencias personales, políticas e ideológicas, pero se debe mantener un apego a la tradición republicana. Forma es fondo… y destino, si se me permite agregar este elemento a la clásica expresión de don Jesús Reyes Heroles.
Profesor de la Universidad Autónoma Metropolitana. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores.