*Comité de Integridad Académica y Científica
Cumplió a Cabalidad
*Después del Pronunciamiento del Rector Graue,
El Nuevo Ataque
*Cronos no Perdonó el “Error de Juventud” de la
Ministra Yasmín
ALBERTO ALMAZÁN
A 131 días de que el rector de la UNAM, Enrique Graue hiciera público que el 90 por ciento de la tesis de la ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Yasmín Esquivel Mossa, para su titulación como abogada en la Facultad de Estudios Superiores de Aragón, el Comité de Integridad Académica y Científica de la Facultad de Estudios Superiores Aragón, cumplió a cabalidad y confirmó lo ya sabido: fue plagio.
Al paso que trabajaron los expertos juristas, mostraron que su compromiso es con la Universidad y no con los intereses políticos.
A la Universidad Nacional Autónoma de México la urgía la definición profesional del Comité para rescatar su independencia y prestigio, no solo en el país, sino globalmente. De no haberse actuado con apego a la reglamentación vigente y al comprobarse que hay más casos de plagios, se corría el riesgo de convertirla en una “universidad patito”. Como la Benito Juárez, cuyo plantel docente no resiste un examen de aptitud.
Si bien el reportaje de Guillermo Sheridan, publicado en el portal Latinus, puso al descubierto la trampa cometida “por un error de juventud” y que de inmediato se exhibió la necesidad de cotejar las tesis y concluir si hubo o no plagio, lo cierto es que ahora se advierte rectitud en quienes tuvieron la responsabilidad de mostrar un dictamen que confirmó lo negado por la ministra que, incluso, osó denunciar el plago y pasó a plagiada.
Por supuesto que los examinadores no estuvieron exentos de presiones políticas y poderosos intereses de influyentes empresarios y, sin embargo, resistieron ante un hecho, por lo menos hasta ahora, consumado ante y por la opinión pública.
No son pocas las voces que reclamaron, algunas de manera airada otras con discreción, conocer a la brevedad el resultado del análisis del Comité de Integridad Académica y Científica, al que le fueron entregadas las dos tesis para su cotejo y conclusiones.
Estas serán presentadas al Tribunal Universitario, que determinaría la sanción correspondiente; entre las mismas figura la revocación del título profesional. Sin embargo, el Rector dio a conocer que no es facultad de la UNAM cancelar un título sino de la Secretaría de Educación Pública, lo que provocó la irritación presidencial.
LA IMPORTANCIA
DE SER MINISTRA
Es probable, casi seguro, que hay casos similares entre quienes se titularon en las diversas carreras que imparte la UNAM. Sin embargo, no se conocen y si en algún momento se hicieron públicos los plagios, “todo quedó en familia”.
Se ignora, por lo menos en este espacio, si se ha registrado alguna revocación de título profesional.
La importancia en el caso de la abogada –si en realidad lo es- Yasmín Esquivel Mossa estriba en que su actual encargo es ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en donde una de las responsabilidades primigenias es la legalidad.
Sin importar si fue o no un “error de juventud” como afirma el presidente de la República el cometido por su cercana amiga, la LEY es la LEY y aplica para todos por igual. Pobres y ricos. Influyentes e hijos de la calle. Poderosos políticos o empresarios. Nade debe escapar al largo brazo de la justicia.
Por fortuna, el Comité de Integridad Académica y Científica, no salió con un “domingo siete”, y ahora la última instancia, el Tribunal Universitario tiene en su cancha asumir su enorme responsabilidad: ratificar el trabajo del Comité..
La trascendencia de la resolución está sustentada en que la UNAM, sus instituciones, se apegan al ESTADO DE DERECHO y frente a la legalidad no existe nada que impida la aplicación de las leyes y normas vigentes.
Cancelar el título profesional a Pablo de los Pericos no tendría el mayor efecto en la comunidad estudiantil. Total, es uno más del montón.
Hacerlo con alguien que está empoderada y estuvo a punto de convertirse en la conductora del Poder Judicial de la Federación, sentará un precedente imborrable.
¿QUIÉNES APUESTAN
POR LA INOCENCIA?
A lo largo de tres semanas, la denuncia del escritor Sheridan, provocó reacciones encontradas.
Desde la del presidente de la República, quien sin sustento lo acusó junto con otros intelectuales de ser “orgánico” hasta los fans de la ministra, primordialmente mujeres, que lo consideraron un “acto de misoginia”.
Por el lado de los profesionales de la abogacía la postura fue inflexible e implacable: es una plagiaria.
Entre discusiones nada estériles, el tiempo se le agotaba a la ministra en su afán de sustituir a Arturo Zaldívar en la presidencia de la Corte.
Las manecillas del reloj no se detuvieron en momento alguno y salvo la operación manual para frenar el avance a cargo de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México que en solo 6 días exoneró de plagio a la ministra y cambió la narrativa para acusar a Edgar Ulises Báez de haber reconocido ante notario público que copió los trabajos de la ministra, Cronos impuso su ritmo.
Y llegó la hora de la verdad para la ministra. El lunes 2 de enero su candidatura fue derrotada y ni las “influencias” presidenciales doblaron a los duros y rudos ministros y ministras que decidieron que Norma Leticia Piña Hernández se convirtiera en la primera mujer presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y cuyo encargo desempeñará los siguientes cuatro años.
Frente a una realidad construida por la legalidad, la responsabilidad de los integrantes del Comité de Integridad Académica y Científica, fue valorarla y puso por delante el valladar de la ley y el prestigio de la UNAM.
Diría el clásico: honor a quien honor merece. La dignidad e independencia, triunfaron.