Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
De acuerdo con QS World University Rankings 2022, la Universidad Nacional Autónoma de México, ocupa el lugar 104 de mil 500 casas de estudio evaluadas. Se le reconoce como la más antigua de América del Norte.
La evaluación que realiza el organismo mide, entre otros aspectos el equilibrio entre alumnos y maestros, reputación académica y nivel de aprendizaje de los estudiantes.
Admítase o no, la UNAM es una entidad con prestigio global en la que miles de estudiantes de otros países acuden para cursas alguna de las 129 licenciaturas que imparte en sus 36 campus universitarios. Por supuesto cuenta con estudios de doctorado y la enorme mayoría de graduados ha tenido la capacidad de demostrar lo que aprende en una institución pública autónoma,
Es, a pesar de los problemas que registra por la libertad de cátedra, de ideologías que se profesan, la Máxima Casa de Estudios del país, muy por encima de las prestigiadas privadas. Además, probablemente sea las más barata del mundo, toda vez que los estudiantes cubren una cuota de 50 pesos por examen y la anualidad solamente alcanza 128.43.
Construir su prestigio ha costado décadas. Y hoy se encuentra en riesgo de perderlo por las trampas de la ministra Yasmín Esquivel Mossa y su tutora de tesis Martha Rodríguez Ortiz.
Le decía ayer en GALAXIA POLÍTICA que la UNAM vive uno de los peores momentos de su historia y está en la encrucijada de sancionar a la ministra quitándole el título de abogada obtenido en 1987 o ser doblegada por el “poder de los poderes”.
Plagiar una tesis no es un problema menor. Implica la sanción de cancelar el título y a partir de ahí, la revisión de los casos en que haya actuado ya como defensora o servidora pública y la anulación de las sentencias.
¿Cuántos casos juzgó como magistrada del Tribunal de Justicia Administrativa de la CDMX?
¿En cuántos asuntos inclinó para uno u otro lado las sentencias en las que ha participado en la Suprema Corte de Justicia de la Nación?
Si la investigación anunciada por la Facultad de Estudios Superiores Aragón, de la UNAM, el 22 de diciembre en la que realizará un análisis pormenorizado del contenido de la tesis profesional y la confirmación de la UNAM, el 24 de diciembre, de haber encontrado un «alto nivel de coincidencias» entre la tesis con la que la ministra obtuvo su título de Licenciada en Derecho en 1987, y la que un año antes registró otro alumno, no debe quedar en declaraciones ni comunicados.
Si, en efecto, hay plagio, se viola el derecho de autor y salvo que el autor de la tesis original haya concedido el permiso para que se usaran sus textos, se evitaría el delito. Habría que conocer la postura del alumno, no vaya ser que su trabajo haya tenido un precio.
Lo que sí queda claro, hasta ahora, es el “alto nivel de coincidencias”, con lo cual se evidencia la acción que compromete el prestigio de la UNAM.
Quienes realicen el minucioso análisis llevan sobre sus espaldas mantener la ética y no temer nada por la decisión que asuman, siempre y cuando, en ambos sentidos: confirmar el plagio o negarlo, lo hagan con plena autonomía, sin influencias políticas o académicas que conlleven a una equivocación que no será borrada del historial de la UNAM.
Una prueba de fuego, en definitiva, para rescatar lo perdido en tan solo horas, no días, no semanas, no meses. Horas.
Y no solamente revisar el texto de la tesis, sino hurgar en las finanzas de la tutora que, conforme ha publicado la periodista Peniley Ramírez, realizó la revisión de 513 tesis, una cada mes de su vida académica. El gato no se encerró en soledad por equivocación.
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