Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
En más de una ocasión he publicado en este mismo espacio el riesgo que representa que un comunicador que esté al frente de medios con audiencia comprobada, sufriera un atentado y las consecuencias que traería si cobra la vida de alguno de ellos.
Ya ocurrió la noche del jueves y, afortunadamente para los ciudadanos, el teleauditorio, el radioescucha, Ciro Gómez Leyva salió ileso gracias al blindaje de su camioneta. Disparos que estaban dirigidos a la cabeza del periodista y que solamente estrellaron los cristales.
Imaginar que alguien como Gómez Leyva, un periodista capaz, crítico, audaz, severo en sus juicios, plural y con una clara tendencia a escuchar a los que no tienen espacios en donde hablar, caiga bajo los balazos no los abrazos, de los criminales es una alerta que el gobierno federal no puede ni debe ignorar.
El huésped temporal de Palacio Nacional habló del atentado la mañana de ayer. Parco, algo que va en contra de su hábitat natural de extenderse en temas sin importancia para los ciudadanos, pero sí para sus corifeos, expresó: “Quiero enviar mi solidaridad, enviarle mi apoyo a Ciro Gómez Leyva que ayer fue víctima de un atentado. Afortunadamente no hubo consecuencias fatales, graves y lo celebramos porque es un periodista, un ser humano, pero además es un dirigente de opinión pública y un daño a una personalidad como Ciro genera mucha inestabilidad política”, dijo en su conferencia matutina.
Añadió: “lo más importante es expresar nuestra solidaridad, decirle a Ciro que no está solo. Esto lo hago por convicción porque tenemos diferencias, son notorias, son de dominio público, las vamos a seguir teniendo, pero es completamente reprobable que se atente contra la vida de cualquier persona y, en este caso, de un periodista como Ciro Gómez Leyva”.
Lo demás simplemente formó parte de la demagogia, del monólogo aburrido y repetitivo de todos los días.
Hay que tomar, sí, en serio la frase “(…) un daño a una personalidad como Ciro genera mucha inestabilidad política”.
Porque, en efecto, asesinar a alguien que es respetado y no puede ser acusado de “tener nexos con el crimen organizado y/o el narcotráfico”, generaría el inicio de la destrucción del gigante con pies de barro.
De 2000 a la fecha, Artículo 19 ha documentado 157 asesinatos de periodistas en México de los cuales 37 han ocurrido en el gobierno del señor López. Y en ninguno de los casos hay detenidos por ordenar los crímenes. Están en la cárcel unos cuántos considerados como sicarios que ejecutaron a los comunicadores.
Hasta la fecha poco o nada se ha hecho para proteger a los periodistas. En Palacio Nacional se sigue la filosofía de callar al mensajero no a quien lo envía.
El disgusto presidencial por las críticas de los periodistas, a quienes menciona por sus nombres durante sus mañaneras con una constancia que merece mejores argumentos, lo llevan a convertirlos en blanco lo mismo de fanáticos que de empleados que buscan quedar bien con el jefe de la banda -presidencial- y con el manto de la impunidad cobijándolos, actúan sin reparo alguno.
Sí, presidente: asesinar a un periodista con renombre, causaría una profunda inestabilidad política que, seguramente, no le preocupa porque para eso es el Comandante Supremo de las Fueras Armadas a las que puede utilizar para los fines que mejor le parezcan.
Vaya el reconocimiento y respeto para Ciro Gómez Leyva y la crítica para el solidario a fuerza.
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