Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Al parecer los ejemplos provenientes del extranjero pasan de noche en México.
Debe entenderse así la reacción virulenta del huésped de Palacio Nacional, al exigir, sí, exigir a los senadores que aprueben la minuta de la Cámara de Diputados de su reforma a las leyes electorales.
Tiempo atrás ha llamado “traidores a la patria” a todos los congresistas de oposición que le han impedido sus reformas constitucionales que, por cierto, poco le han importado y ha violado la Carta Magna con sus “reformas legales”, como el caso de la Ley de la Industria Eléctrica, la cancelación de contratos para generar energías limpias y prospección y extracción de petróleo, amparados por las reformas estructurales en la materia.
Ante la legalidad asumida por el senador Ricardo Monreal -que de poco servirá al final de la jornada- de revisar hasta con lupa si se hace necesario, la minuta de la Cámara de Diputado y que la misma será sometida al tratamiento que marca el reglamento del Senado, es decir, a comisiones para dictaminarse y nada de “fast-track”, el presidente en tono dictatorial, no se puede decir de otra manera, arrojó gasolina al fuego con sus dislates.
Dijo en su monólogo de ayer: “Se va a aprobar la reforma electoral, y si no se aprueba, cada quien va a asumir su responsabilidad”.
La pureza que presume, lo llevó a señalar: “Si yo me quedo callado y no actúo, pues voy a estar validando toda la campaña de mentiras que se han utilizado para mantener un régimen antidemocrático, es un asunto de principios”.
¿Cuáles principios?
¿Cuál régimen antidemocrático?
¿El de la 4t?
La DIVISIÓN DE PODERES, así, con mayúsculas, existe en la Constitución y fue concebida, no en México sino e Francia y Estados Unidos, como factores de equilibrio y evitar el abuso de poder.
No es una afirmación equivocada. Es una realidad que debe entender el señor López.
Obnubilado por las falsas encuestas que lo hacen el segundo presidente más popular, no el mejor evaluado como dice el empleado que trabaja como dirigente de su partido, no lo hace buen jefe de Estado, vaya ni siquiera malo porque no lo es, y en cambio lo lleva a suponer que el país es suyo, que puede hacer lo que quiera y que los legisladores y ministros deben postrarse ante sus ocurrencias, sus caprichos y sus abusos de poder.
Si los senadores, incluidos los de Morena, PT, PVEM y PES asumen el papel de cámara revisora, tendrían la oportunidad de dignificar al Poder Legislativo y regresar a minuta a los diputados con las correcciones necesarias, como apuntara Monreal al defender la Constitución.
En repetidas ocasiones López ha insistido en que la Presidencia ya o es “el poder de los poderes” y, sin embargo, en los hechos demuestra que eso quiere, que nadie se interponga en sus iniciativas y que, aquellos que osen atravesarse, recibirán el veredicto del pueblo.
“Si un senador no va a votar, o dos o tres o cinco o 10 o 20, pues allá ellos. Ellos tienen nada más que hacerse cargo de sus actos y es la gente quien decide como es una auténtica democracia”., clamó, porque sabe que no está en el desierto y que finalmente, con amenazas, logrará sus propósitos.
La pregunta que se le tiene que hacer a López es: ¿acaso la gente no decidió en una auténtica democracia al elegirlo y hacer lo propio con senadores y diputados?
La irritabilidad no es buen consejo para ningún mandatario. Porque comete errores garrafales que les cuesta el cargo. El ejemplo: Pedro Castillo.
Y otra duda que asalta: ¿está pensado en disolver el Congreso porque está infestado de opositores traidores a la patria?
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