Marchas y Desfiles, Democracia o Dictadura

 

*En la Primera, la Gente se Reunió Para Defender a una Institución

*En la Segunda, la Motivación Obedeció al Culto a la Personalidad

*La Competencia Entre Gobernadores Morenistas lo Convirtieron en un Indigno Espectáculo

*La Marcha le Sirvió al Presidente Para Placear a sus Corcholatas

*En Juego: la Continuidad de un Proyecto Autárquico o la Construcción de Instituciones

ALEJANDRO ZAPATA PEROGORDO

Un clima de fuerte polarización política es lo que estamos viviendo (después de las marchas) evidenciando gran fragmentación en el país y queda un ambiente impregnado de división, de un choque entre el gobierno continuista y la oposición rectificadora.

El movimiento del día 13, tiene un mérito importante, la gente se congregó en la defensa de una institución. A la par que fue motivo para descargar un malestar que la acongojaba, tuvo la oportunidad de sacar a relucir un sentimiento de rechazo a posturas consideradas antidemocráticas y de imposición.

En esta ocasión el día 13, como dato curioso, la sociedad no respondió al llamado de un líder, como tampoco acudió para impulsar a nadie, simplemente se reunió e hizo uso del derecho de manifestación aprovechando un espacio de causa común, -aspecto relevante que se observa en muy contadas ocasiones-, salieron a relucir las convicciones.

Otro punto destacable consiste en que, por lo regular, son los Partidos Políticos y sus dirigentes o liderazgos quienes convocan a los ciudadanos, pero en esta ocasión las cosas se invirtieron, fue la sociedad quien hizo un llamado a los institutos políticos para exigirles que escucharan su voz y actuaran en consecuencia a través de sus legisladores.

Ese segmento de la sociedad que salió a las calles (el día 13 de noviembre), por su número, capacidad de organización y objetivo, caló hondó en toda la república y allende las fronteras; es una muestra significativa de una parte importante del sentir ciudadano.

No obstante, el Presidente se sintió profundamente agraviado, de bote pronto decidió organizar un desfile de apoyo; así, el pasado 27 de noviembre se llevó a cabo un acto multitudinario en torno a su persona, nótese la gran diferencia existente entre la del 13 de noviembre y ésta, pues los objetivos son radicalmente diversos.

Mientras que en la del día 13 se apeló a las convicciones, en la última del 27 su motivación consistió en el culto a la personalidad, mostrar fuerza, músculo y apoyo.  Sin embargo, cabe resaltar que en esta ocasión no estuvieron presentes personajes icónicos de la izquierda mexicana que en algún momento impulsaron la creación de Morena.

Es verdad que al presidente le sirvió para placear a sus corcholatas, para después aventarse un interminable discurso sobre las bondades de su administración, ante una audiencia cansada que no aguantó las casi dos horas de perorata.

La burocracia oficial se dio cita y la competencia entre gobernadores morenistas sobre quien había llevado más personas al evento, lo convirtieron en un indigno espectáculo de masas, la gente agotada no hallaba la hora de retirarse, los habían convocado desde las siete de la mañana y muchos de los asistentes viajaron toda la noche.

Resulta claro que esto ya empezó, el 2024 tiene que transitar por el Estado de México y Coahuila el próximo año, sin embargo, el fondo del asunto no se reduce a la renovación del Poder Ejecutivo, sino a la continuidad de un proyecto autárquico o bien a la construcción de instituciones; el fortalecimiento de la democracia o la dictadura.

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