Galaxia Política
*Adán Augusto López, Opacó Mañaneras
*Militares a lo Suyo: los Civiles, a Gobernar
Por Jesús Michel Narváez
Una gira innecesaria para los fines que se pretenden justificar, pero intensa para el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, que lo posiciona como la corcholata preferida del presidente de la República.
Actuando con el permiso de su jefe, el funcionario opacó las declaraciones que se producen cotidianamente en Palacio Nacional y se “robó” la semana, informativamente hablando.
La declaración de que los militares pueden llegar a la Presidencia de la República, pero “deben pasar por las urnas”, es osada y riesgosa.
Dicen los que saben de la vida de los ejércitos, que los mandos militares son leales hasta que dejan de serlo.
Y abrir la rendija que puede convertirse enormes grietas difíciles de sellar, no es una buena señal, menos aún, cuando al responsable sexenal en la conducción de las tropas, es cuestionado en el Senado de la República y resiste a pie juntillas las interpelaciones.
Desde que el general Joaquín Amor reestructuró la milicia y dio origen al nuevo ejército mexicano, las tentaciones de los generales parecieron haber disminuido. Sin embargo, el país mantuvo gobiernos militares desde el final de le revolución mexicana hasta 1946, cuando se asumió la necesidad de ingresar al civilismo en la conducción de la República.
Venustiano Carranza, Álvaro Obregón, Plutarco Elías Calles, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez, Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho gobernaron de 1917 hasta 1946 y durante sus mandatos el centralismo político fue una realidad indiscutida e indiscutible.
El país 76 años de tener gobiernos civiles desde Miguel alemán Valdés hasta Andrés Manuel López Obrador. Hasta antes de la actual administración, las fuerzas armadas, léanse: ejército, fuerza aérea y marinos, se les guardó respeto y en ocasiones admiración. Sin duda, la participación en el conflicto estudiantil de 1968 melló su prestigio y aunque no se gestó, como se anunciaba, un golpe de Estado gracias a la fuerza del general Marcelino García Barragán, hubo quienes desde dentro de las instituciones castrenses tenían aspiraciones de regresar al poder. El último general que pretendió ser candidato del PRI a la Presidencia fue Alfonso Corona del Rosal. Desde entonces, lo más a lo que han aspirado es convertirse en gobernadores.
Sin embargo, hoy en día el protagonismo del titular de la Sedena, Luis Cresencio Sandoval, lo ha llevado a ser analizado como un posible candidato a la Presidencia.
Y la afirmación de López Hernández, abre la puerta.
“Desde luego que un militar puede participar en tareas políticas y puede tener aspiraciones políticas, incluso ser presidente de la República, pero deberá participar en cuestiones electorales y someterse a las urnas”, expresó el pasado jueves ante el Congreso del estado de Hidalgo.
Por supuesto que su aseveración carece de verdad. Ningún militar en activo puede participar en política, conforma a la Ley de Disciplina Militar.
Más allá de las formalidades legales, cuyo cumplimiento es obligatorio, lo importante con las declaraciones de quien representa el segundo lugar en el mando político de la nación, solamente detrás del Presidente, es despertar las inquietudes aletargadas por espacio de 76 años.
¿Por qué soltar al tigre sin estar en época de cacería?
METEORITOS
Hace unas semanas, el presidente López comentó en uno de sus matinales shows que quienes sugiere que los militares quieren el poder político, es una mentir, una forma de deshonrarlos. “Ni siquiera ellos lo están pensando”, garantizó. Y debe saberlo bien porque es, como ordena la Constitución, el Comandante Supremo de las Fuerzas armadas.*** Por ello sorprende que Adán Augusto López aborde un tema que de suyo está vedado para los militares en activo. Referirse a la posibilidad de que pasando por las urnas pueden llegar a la Presidencia de la República, distancia más al ejército de la población. Los recuerdos de cómo actuaron en los tiempos que gobernaron, no se olvidan como tampoco se arrojan al cesto de la basura o a las tumbas clandestinas los hechos de los últimos tres lustros en los que las fuerzas armadas, por órdenes presidenciales, acataron la declaratoria de guerra en contra del narcotráfico y más tarde contra el crimen organizado. Son infinidad de casos en los que participaron y cometieron arbitrariedades. Están los sonados casos de Tlatlaya e Iguala como los más destacados. Hay, empero, probablemente cientos de acciones en las que el abuso militar es manifiesto. *** A quienes suspiran por un proyecto de gobierno con “mano dura”, se les debe recordar que lo vivimos desde 1970 y hasta estos días. El Estado de Derecho, músculo de una nación democrática, ha sido vulnerado desde entonces. Cierto, de diversas maneras, pero al fin y al cabo vulnerado.
BRILLA EL SOL
Hay que reconocer sin cortapisa alguna, que el Ejército y la Marina han mostrado su lealtad, no con el presidente en turno, sino con la nación, toda. Porque oportunidades para desestabilizar y tomar el control del país, les han tenido en repetidas ocasiones. El 68 fue una de ellas. El 70, otra, cuando Luis Echeverría, como candidato, solicitó y efectuó, un minuto de silencio por la muerte de los estudiantes en Tlatelolco. La otra, el inesperado triunfo de Vicente Fox Quesada, que representó el final del régimen tricolor. No fueron pocos los ciudadanos que esperaban observar las tanquetas circulando por Reforma y en todos los estados del país, para impedir el destronamiento del PRI y sus pasados. La lealtad no se pone en tela de juicio. Lo que está en riesgo es que, con las condiciones políticas de la geopolítica, en la que se privilegia el civilismo como arma para sostener y fortalecer la democracia, el retorno. Cuando menos en México, de los militares no es viable. Menos aún con un vecino poderoso, como Estados Unidos, en donde incluso el jefe del Pentágono es civil. Adán Augusto López tuvo su semana, en la que lo mismo agredió a gobernadores que elogió a los militares. Una semana en la que, por supuesto, las críticas fundadas, se multiplicaron por la dureza con la que trató a quienes no aceptan que la milicia se haga cargo de la seguridad pública. No necesitaba dar el manotazo. Ese surge todos los días en Palacio Nacional, en donde cada día se advierte la urgencia de sostener un proyecto de gobierno, cueste lo que constare, incluso, permitir que un militar en activo sea el sucesor del presidente López Obrador.
CHOQUE DE METEOROS
Primero fue soberbió y dijo: nadie nos exige ni nos presiona. Ahora ruega que la coalición Va por México reviva. Es la forma de hacer política de Alejandro Moreno.
E-mail:jesusmichelmp@hotmail.com, Twitter: @misionpolitica, Facebook: misionpolitica y en Misión, Periodismo sin Regaños martes y jueves de 16 a 17 horas por RADIO CAÑÓN en el 760 de AM.