Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
De acuerdo con datos de 2019, porque el portal de la Secretaría de Seguridad Ciudadana en la Capital del país no ofrece cifras actualizadas, eran 83 mil efectivos de los cuales 26 estaban dedicados a la seguridad pública en las calles. El resto, 46,000 se conforman por 28,000 uniformados de la Policía Auxiliar y 18,000 de la Policía Bancaria e Industrial, quienes vigilan puntos específicos como estaciones del Metro, bancos y centros comerciales, es decir, no están concentrados en prevenir y combatir la inseguridad en las calles capitalinas.
La Secretaría de Seguridad Ciudadana, em 2022 recibió un incremento presupuestal de 28% al pasar de 18,109.1 millones en 2021 a 23,318.02 millones en 2022.
Los informes del titular de la dependencia, Omar García Harfuch son alentadores. Siempre muestra el músculo frente a los delincuentes comunes y, sobre todo, ante los criminales organizados y narcotraficantes. En su gestión, además de sufrir un atentado perpetrado por integrantes del Cártel Jalisco Nueva Generación, han sido aprehendidos un par de decenas de “operadores” de los cárteles capitalinos. Las cifras que maneja la jefa de Gobierno, apuntan hacia una disminución de delitos cometidos. Hay zonas “negras” en cuando menos 5 alcaldías. Se presume, sin embargo, se afirma que se vigilan y hay confianza en que pronto sean transparentes, como la cristalina agua santificada.
Con este halagüeño panorama, uno se tiene qué preguntar con seriedad cual es la razón por la que los diputados de Morena en el Congreso de la Ciudad de México se apuraron a avalar la presencia del ejército en las calles.
Se entiende que la Jefa de Gobierno quiso ser la primera en decirle al Presidente: misión cumplida. Porque ahora ya el Congreso Local forma parte del Constituyente que aprueba las reformas constitucionales.
Se le adelantó por horas, el Congreso de Sinaloa, en donde la “paz” está presente, porque su gente es trabajadora y forma parte del pueblo bueno. Eso dice el presidente de la República.
Al charlar con la diputada, de Morena por supuesto, Nancy Núñez expresó que. En efecto, la Ciudad de México cuenta con elementos policiales preparados y en número suficiente, pero en los Estados hay deficiencias que inician con la escasez de efectivos, pasa por la limitada preparación y termina con los salarios bajos. Por ello se apuraron en el Congreso local para avalar la reforma constitucional.
“Ello no quiere decir que en la capital del país estemos militarizando la seguridad pública y que vamos a ver todo el tiempo las tanquetas o los militares patrullando la ciudad”, afirma.
Sin entrar en polémica alguna y entendiendo las razones políticas que tienen quienes, como doña Nancy, sostienen una sola moral, la de la izquierda -así lo expresó en el programa de radio Misión, Periodismo sin Regaños que se transmite por Radio Cañón en el 760 de am-, la reflexión a que nos deben llamar sus palabras es si la policía que dirige García Harfuch es realmente efectiva o forma parte de la conocida verdad de la 4t.
Como he sostenido en este y otros espacios, no se juzga ni se critica a los militares de a pie -vaya, los antes conocidos como juanes- sino la forma en que el Gobierno federal los ha sacado de su hábitat para realizar tareas que, en el pasado, correspondían a los civiles. No solamente se trata de la seguridad pública, que debe corresponder a civiles, sino de realizar obras. Ser albañiles, carpinteros, soldadores, plomeros y, claro, ingenieros y arquitectos. Si antes lo hacían era en sus espacios de vivienda o de cuarteles y oficinas.
La crítica no está dirigida a los efectivos militares que, en primera y última instancia, solamente obedecen órdenes de los superiores.
Aquí, la duda es si la Ciudad de México cuenta con una policía eficaz ¿a qué la Guardia Nacional, la Marina y el Ejército en las calles?
Ojalá y Omar García Harfuch no recupere el espíritu militar heredado de su abuelo y su padre.
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