Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Según los datos históricos, la característica del zopilote -o buitre- no utilizan el olfato para localizar presas, solo la vista. De hecho, no tienen el olfato especialmente desarrollado. En cuanto localizan al animal muerto se lanzan sobre él, antes de que otros depredadores lo encuentren.
Sí, es la vista.
¿Cómo localizan los hackers su presa?
¡Con la vista!
A través de sus conocimientos cibernéticos que necesariamente los llevan frente a una computadora con miles de aditamentos utilizados con el talento.
Quienes se dedican profesionalmente a hurgar en los lugares en donde se encuentran datos secretos, clasificados, ciertamente pueden ser llamados zopilotes.
Saben que lo que logren sustraer de información cimbrará lo mismo a una persona que a una nación. Los gobiernos temen ser hackeados porque no actúan conforme hablan sino como les conviene.
Tiene secretos invaluables que pueden ir desde la salud personal pasando por los deslices amorosos o sus nexos con el crimen organizado, narcotráfico o personas sensibles por sus riquezas, sus empresas, sus productos, etcétera.
Cuando Julen Assange perforó los archivos del Pentágono y difundió miles de documentos, la nación más poderosa del mundo registró un terremoto de incalculables grados. Más tarde, el Consorcio Internacional de Periodistas, tras rigurosa investigación periodística, difundió lo que se conoció como Panama Papers y cuya información desveló que políticos, artistas, empresarios y más, realizaron operaciones financieras en Panamá a través de la firma de abogados Mossack Fonseca. Miles de nombres aparecieron uy ¡cómo no! ahí estaban los mexicanos. Anonymous, surgido en 2003, es un colectivo conocido principalmente por sus diversos ataques cibernéticos contra varios gobiernos, instituciones gubernamentales y agencias gubernamentales , corporaciones y la Iglesia de la Cienciología. Guacamayos ha actuado en diversos países principalmente enfocado en América Latina y en busca de información entre las fuerzas militares. Su aparición no es novedad. La novedad es que por primera ocasión hackearon a una institución mexicana.
El hackeo ya no sorprende. Lo que para los pelos de punta es que ocurra y que en México se trate de justificar en un principio y después se descalifique.
Probablemente después de un mes de haberse conocido, en la Secretaría de la Defensa hayan identificado qué archivos fueron sustraídos de sus servidores y, con la información en la mano, decirle al comandante supremo que “no tiene de qué preocuparse”.
A lo mejor se llevaron “basura” comparada con la información verdaderamente clasificada. Es una hipótesis pare entender, o tratar de hacerlo, el brusco cambio del residente temporal de Palacio Nacional.
Aquel no tan lejano 30 de septiembre -¿coincidencia en la fecha en que dejará de ser presidente?-, el presidente López admitió todo lo que se reveló de su estado de salud. Admitió que sí padece del corazón, hipotiroidismo y gota y de «otros padecimientos».
Se le veía decaído, aunque trataba de mostrarse firme. Sin embargo, los siguientes días siguió hablando del tema e incluso habló de pedir al general secretario informar de la importancia del hackeo. No ocurrió.
Y ayer se mostró totalmente como es: cínico. Y empezó a destilar veneno en contra de Guacamaya y apuntó que se convirtió en zopilote.
Ello lleva a concluir que ya fue informado de qué fue lo sustraído y por tanto sabe que no debe preocuparse por nada. Porque nadie sabrá la verdad, la oculta en los sótanos de la milicia mexicana.
Zopilote: el que con la mirada detecta dónde está la carroña.
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