Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Se consumó la traición… em primera instancia.
Con los votos de los priístas, la Cámara de Diputados aprobó la reforma constitucional que amplia el plazo para que la presencia de las fuerzas militares se mantenga en las calles para “combatir” la violencia, la criminalidad y el narcotráfico.
Viene la segunda etapa y, ahí, todo puede ocurrir.
¿Desecharán los senadores del Grupo de Contención la minuta de los representantes populares?
O en su defecto ¿avalarán el capricho presidencial?
Poco vivirá el que no lo vea.
Porque las presiones desde Palacio Nacional, la Fiscalía General de la República y la estatal de Campeche, tienen en sus manos los elementos para mantener a Alejandro Moreno Cárdenas a raya y obligarlo a obedecer lo que se le ordena.
El dirigente del PRI arrojó lo que pudiera ser la última palada de tierra en la tumba del partido que, en otros tiempos, supo ejercer el poder sin sacrificar el Pacto Federal y conciliando, o tratando al menos, los intereses de la población.
Las cosas cambiaron desde el arribo de Andrés Manuel López a Palacio Nacional.
Sus desgastadas acusaciones, sin pruebas y bastaría exponer a cuántos “corruptos, hipócritas, neoliberales y retrógradas están en la cárcel, para mostrar que sus palabras no han tenido sustento.
La corrupción prevalece y lo ha reconocido el huésped temporal del virreinal inmueble que, nada tiene que ver con su pobreza franciscana, cuando afirma que, en el Legislativo, el Judicial e incluso en el Ejecutivo, se registra y se resisten al cambio.
La urgencia de que el ejército permanezca en las calles, que la Guardia Nacional haya sido adscrita a la Secretaría de la Defensa, el discurso amenazador del general Luis Cresencio Sandoval, el aplaudo a quienes avalaron el dictamen en la sede de los diputados y el reconocimiento de que es la única forma de regresar a la paz, evidencia que en cuatro años le ha sido imposible reducir, siquiera, la criminalidad y la violencia.
¿Con qué elementos cuenta para asegurar que ahora sí habrá paz?
Cuatro años con el ejército, la marina y la GN en acción no se ha mostrado mejoría alguna y su notables retrocesos e incremento de la criminalidad.
De ahí que, sin miramiento alguno, surgieran las amenazas en contra del “corrupto” exgobernador de Campeche y ahora sepulturero del PRI y que anteponiendo su “seguridad personal y la de su familia” haya fracturado la Alianza Va Por México y cancelado la moratoria legislativa pactada con el PAN, PRD y hasta MC.
Como buen judas, Alejandro traicionó principios y aceptó 30 monedas para sumarse a los promotores de la causa y pasar de ser adversarios a aliado.
El presidente López festeja el “nacionalismo” de los priístas y arremete contra el panismo dejando de lado a sus otrora socios políticos, los del PRD, a quienes ignora imitando a Carlos Salinas de Gortari, porque no los ve y no los oye.
El militarismo se apodera del país. Y pareciera que son (somos) pocos los que exigimos el cumplimiento de la Constitución en materia de seguridad, reservada a civiles conforme al artículo 21, mientras los inútiles gobernadores, irresponsables con sus obligaciones, permiten el desmantelamiento de los cuerpos policíacos estatales.
De seguir el avance en los caprichos presidenciales, más pronto que tarde, el país regresará a los tiempos en que solamente los “generales” se aposentaban en la Silla del Águila.
En la responsabilidad de los senadores del bloque opositor está, aunque suene ridículo, la salvación de la democracia.
Impedir que los castrenses sean los conductores de la nación, debe ser la prioridad.
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