Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
En mi larga vida de reportero y más tarde columnista y articulista, jamás observé que un secretario de la Defensa Nacional fuera flanqueado por el presidente de la República y el del Congreso de la Unión.
Sin embargo, siempre hay una primera ocasión.
Y esa fue ayer.
Con motivo de conmemorar los 175 años de lo que se conoce como la Batalla de Los Niños Héroes -que según el historiador José Manuel Villalpando no fue peleada por los cadetes del Colegio Militar- el general, como es costumbre, aunque con sus excepciones, pronunció el discurso.
Caminaba por las baldosas de las calles interiores del Chapultepec que todavía le queda algo de antaño, cuando fue fotografiado por Rafal Ramírez, de El Sol de México y cuya placa pasará a la historia. Más temprano que tarde.
Se observa al lado izquierdo al presidente López, vestido de azul y a la derecha Santiago Creel, albiazul. Los dos “escoltaban” al generalísimo de cuatro estrellas, jefe del Ejército Mexicano y responsable de la militarización de la Guardia Nacional.
Vino el discurso. Con descalificaciones y acusaciones en abstracto.
“Debemos discernir de aquellos que, con comentarios tendenciosos por sus intereses y ambiciones personales antes que los intereses nacionales, pretenden apartar a las Fuerzas Armadas de la confianza y respeto que deposita la ciudadanía en las mujeres y hombres que tiene la delicada tarea de servir a su país”, se escuchó mientras las focas, perdón los invitados, aplaudían a rabiar.
Coro de ángeles para el militar que ha tenido más poder que sus antecesores, gracias a la generosidad del Comandante Supremo.
No podía faltar la referencia histórica.
(…) a diferencia del Siglo XIX, cuando el enemigo provenía del exterior, ahora en México el peligro está en la delincuencia y las drogas, que son los males que vulneran a los jóvenes.
¿Desconoce la labor del presidente consistente en atacar de raíz el problema para que los jóvenes no sean enganchados por los criminales?
¿O se suma a los millones que pensamos lo mismo?
Sí, la no estrategia de abrazos, no balazos, es un rotundo fracaso. No se ha rescatado a los adolescentes que siguen como halcones de los malandros y ya con años más forman parte de las filas criminales.
Y descubrió, el generalísimo, el hilo negro y el agua tibia.
Afirmó: “los riesgos y amenazas que actualmente enfrenta nuestro país son de naturaleza diferente a los que sucumbieron los Niños Héroes. Sin embargo, tienen la constante de atentar contra el futuro de nuestra nación. El enemigo ahora se encuentra en aquello que busca amedrentar y destruir a los jóvenes, como lo es la delincuencia, las drogas y sus vicios”.
Eureka, se mueve.
Mera pregunta, secretario: quiénes son los que hacen “comentarios tendenciosos por sus intereses y ambiciones personales antes que los intereses nacionales”.
¡Nombres!, ¡Nombres! clama la galería.
La comodidad de generalizar lo único que logra es dividir más aún al país, al pueblo bueno y malo.
El maniqueísmo con el que se construyen los discursos oficiales no deja duda,
General: ¿le gustó tener de escoltas al presidente López y al diputado Creel?
Es de suponerse que sí. Porque las medallas, los reconocimientos, los listones, no son fáciles de obtener. Hay que trabajar y ser leales… con el pueblo.
Así que, no se acostumbre a ese tipo de escolta. En 2024 las cosas pueden cambiar y mucho.
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