Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
El establecimiento de la separación de poderes, cuyo nacimiento se da en Estados Unidos, tiene por objeto contar con los contrapesos necesarios entre ellos. El Legislativo debe cuidar lo que el Ejecutivo hace. EL Judicial es garante de la Constitución y el Ejecutivo es el representante del Estado.
Cada cual tiene responsabilidades de mantener la legalidad, la estabilidad y la paz.
En México, por regla general, se ha mantenido con sus asegunes la separación de poderes y el respeto entre ellos. Cuando en una ceremonia se reúnen los TRES PODERS DE LA UNIÓN, está representada la República.
El artículo 61 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos señala a la letra, compuesto de dos párrafos, es conciso y preciso. Dice:
“Los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos, y jamás podrán ser reconvenidos por ellas.
“El Presidente de cada Cámara velará por el respeto al fuero constitucional de los miembros de la misma y por la inviolabilidad del recinto donde se reúnan a sesionar”.
Por tanto, el huésped temporal -¡que ya se venza el contrato!- de Palacio Nacional violó el precepto al reconvenir a los senadores que votaron en contra de la aprobación de la ley que adscribe a la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa.
Más grave violación es la cometida en contra del senador Ricardo Monreal Ávila al acusarlo de avalar la hipocresía de los conservadores.
No he leído ni escuchado en las pasadas horas que el presidente del Senado, Alejandro Armenta haya salido a velar por el respeto al fuero constitucional de que gozan todos y cada uno de los 128 congresistas.
Si al Presidente de la República, democráticamente elegido, no le parecen las decisiones de los congresistas, senadores y diputados, debe leer la exposición de motivos del Constituyente cuando se estableció la inviolabilidad de los legisladores.
Y debe entender que en una nación cuya Constitución precisa que se trata de una …” República representativa, democrática, laica y federal, compuesta por Estados libres y soberanos en todo lo concerniente a su régimen interior, y por la Ciudad de México, unidos en una federación establecida según los principios de esta ley fundamental”, las acciones de cada uno de los poderes no pueden ser sometidas al capricho del Ejecutivo.
Cuando en el texto aparezca que “el PODER del Presidente está por encima de los otros PODERES”, estaremos viviendo en una dictadura.
Aunque le irrite: su comportamiento no es el de un demócrata.
Es el de dictador.
Haber “ganado”, entre comillas y entre líneas, la batalla de impedir que la prisión preventiva oficiosa prevalezca hasta en tanto se revisa la constitucionalidad del catálogo de delitos contenido y ampliado en 2021 en el artículo 19 y avanzar “administrativamente” en la adscripción de la Guardia Nacional a la Sedena, no significa el triunfo de la guerra.
Todavía hay batallas por venir.
La más importante: la inconstitucionalidad de las leyes aprobadas referentes a las fuerzas castrenses.
Los expertos constitucionalistas, los que conocen el derecho, los que saben, estiman que, sin reforma constitucional, la Guardia Nacional no puede pasar a una dependencia militar, como es el caso de la Defensa Nacional.
Si a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación les tiemblan las corvas para corregir el entuerto, sin duda la democracia habrá perdido su razón de ser y el camino para la dictadura estará pavimentado.
Por lo pronto, hay que recordarle al presidente que los congresistas, senadores y diputados, integran otro Poder, el legislativo, y no son empleados del Ejecutivo. Los primeros responden a la representación de la Unidad Nacional, al ser garantes del Pacto Federal y los segundo, al pueblo, aunque los actuales, parecen no entender quién y para qué fueron electos.
Recuerde, presidente: “Los diputados y senadores son inviolables por las opiniones que manifiesten en el desempeño de sus cargos, y jamás podrán ser reconvenidos por ellas”.
No VIOLE la constitución que protestó guardar y hacer guardar. ¿Acaso entendió por guardar arrumbarla en el armario?
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