*También Niños Prodigio, Como el de Caborca que Aleló a las Personas
*Y Otros que Acuden son: “El Licenciado”, “El Arquitecto”, “El Extranjero” …
*También “El Turista”, “El Payasito”, “El Lobo” y “El Lobo Carroñero” …
SUSANA VEGA LÓPEZ
(Segunda parte)
Es considerado un pasatiempo, un deporte, una competencia intelectual, una batalla a muerte con reglas; de ser un juego, un entretenimiento, pasó a ser un deporte con leyes que contienen reglas básicas y de competición (con uso de un reloj) donde hay árbitros que actúan con libertad y objetividad: el ajedrez.
Son dos jugadores que se sientan frente a un tablero con 64 casillas y 32 figuras para luchar por obtener el triunfo.
Los contrincantes tienen las mismas oportunidades, pero sólo uno es el ganador o se producen “tablas” -empate- y en el último de los casos se puede “ahogar” al rey.
Y, en este sentido, la Plaza de la Solidaridad -que se encuentra junto a la Alameda Central- es ideal para jugar.
Pasa mucha gente y en su ir y venir se detienen a ver, a observar los movimientos de los jugadores que piensan, meditan, su próxima tirada. Son turistas solitarios, en pareja o en familia que les atrae el también llamado deporte del intelecto.
A los jugadores no les interesa, no les importa saber quién es su contrincante, sólo están allí por el interés de jugar con alguien. Lo importante es agarrar un tablero, sentarse y echar una partida.
En entrevista con Misión Política, Armando Miranda Cárdenas, un ser humano que ha vivido más de tres meses en la Plaza de la Solidaridad prestando tableros y jugando ajedrez, pide a las autoridades tolerancia para “poder seguir aquí”.
Considera que lo bonito del lugar es que es público, donde “viene desde el bolero, el pepenador, hasta el dueño de una empresa, un licenciado, un ingeniero, un químico, un catedrático de la UNAM, un abogado, un oficinista, un intelectual. Conviven de todos los estratos sociales, de diferentes niveles educativos posibles y por haber”.
Y sí, hay personas que sin dejar “su mona” juegan bien ajedrez; por igual acuden jóvenes con diferentes preferencias sexuales. “Su historia, su pasado no lo sé, pero dan batalla. Lo bueno es que aquí realmente todos somos iguales. Lo único que nos iguala es que todos jugamos ajedrez”, dijo.
Si bien a Don Armando no le gusta dar nombres “porque es invadir la privacidad de las personas”, entre ellos se llaman por algún apelativo. Se sabe que algunos se identifican por sobrenombres: “El licenciado”, “El arquitecto”, “El extranjero”, “El turista”, “El payasito”, “El lobo” y “El lobo carroñero”, entre otros.
Comenta que “El lobo” es una persona que viene generalmente en la tarde noche y juega mucho. Le dicen lobo porque es solitario, retraído pero bravísimo en el ajedrez; “El lobo carroñero” es una persona que anda viendo a quien pescar para enseñarle. Es bueno jugando, tiene buen nivel, pero no tiene la paciencia, ese toque que se necesita para poder transmitir los conocimientos, no tienen esa facilidad de enseñar. En cambio, hay gente más humilde y sencilla que a lo mejor no sabe tanto, pero tiene la manera específica y acertada de transmitir esos conocimientos”.
“Me ha tocado jugar con personas de la India, Dinamarca, Holanda, Estados Unidos, Inglaterra, Vietnam, Argentina, Colombia, Venezuela… Vino un niño prodigio que me dejó una gran lección de vida. Es de Caborca, Sonora” señala.
Don Armando, una persona sencilla, humilde, decente, cree firmemente en que cualquiera puede amar al ajedrez. “Quisiera constituir una sociedad civil para dar cursos de ajedrez”. Sabe que existe el programa Pilares, que forma parte de la estructura del gobierno donde se enseñan diferentes disciplinas, aunque no todas incluyen ajedrez. “Sería bueno crear un Club de Ajedrez de la Plaza de la Solidaridad”.
Lo ideal, considera, sería que haya 20 mesas con tableros de ajedrez; organizar torneos, competencias, pues los fines de semana se juntan hasta 200 personas. “Sí hay demanda, pero no hay manera que con cuatro mesas se cubra esa petición. Si me autorizan, si me dicen que adelante, no hay problema, yo las pongo. Ya compré dos y con esas puedo comprar cuatro y luego ocho y luego 16…”
-¿Por qué es importante el ajedrez?
-Porque le enseña al individuo que juega ajedrez a resolver problemas; porque se desarrolla esa capacidad; porque te permite, con la práctica, formular estrategias no nada más para el juego, sino una estrategia de vida, un plan de vida, un plan de acción ante una circunstancia. Si juegas bien ajedrez y puedes matar, derrotar, vencer a tu enemigo en seis jugadas, se tiene la capacidad para pensar más rápido en la solución de tus problemas.
Además, es una excelente manera de hacer amigos, de conocer personas, de interactuar con la comunidad y donde se aprende a ser pacientes.
Recuerda que hace algunos años, cuando visitó la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en aquel lugar el ajedrez “era un juego que se practicaba en la primaria, en la secundaria, en el bachillerato; en los tres niveles de educación, básico, medio y superior”.
“Mi sueño -dice- es que el ajedrez se vuelva en México una actividad extracurricular, un deporte que se ejercite diariamente o tal vez dos o tres veces por semana, que haya talleres donde se exija a todos los alumnos que asistan para aprender. Un buen ajedrecista no puede ser bueno si no tiene algunas características que lo acompañen y esas cosas implican ser ordenado, pues no puedes jugar a mero capricho, tirando patadas de ahogado, todo debe llevar un orden, hay reglas.
“Jugar te enseña a obedecer y lo más importante: te enseña a tener una confrontación con otro individuo de manera razonable e inteligente, que es lo que deberíamos hacer todos. El ajedrecista no es la persona que viene al parque. Quienes vienen al parque son personas que les gusta el ajedrez. El ajedrecista es aquel que vive bajo las reglas del ajedrez trasladadas a su vida diaria y eso lleva disciplina, compromiso, entrenamiento, resultados. Y si lo aplicas a tu vida, tu vida va a cambiar”.
Ahora, después de tres meses de ahorrar, ya dio su primera renta para vivir bajo techo y dejar de dormir en el parque, pero los problemas siguen. Hace unos días la líder de la zona llegó con personal de la alcaldía Cuauhtémoc y le quitaron las sombrillas que había comprado para guarecer las mesas y a los jugadores de la lluvia.
“Me gusta estar sólo. Soy diferente a todos los que andan por aquí. Siento que la policía turística no tenía derecho a dirigirse a mí como lo hizo, pero lo entiendo, es su trabajo. Tampoco se me hace justo que me quiten mis sombrillas”.
Le aconsejan que dé dinero a la líder pero don Armando se rehúsa
“¿Por qué le tengo que dar dinero a la líder? yo no soy parte de esa cadenita de corrupción. Si la Alcaldía viene y me dice que tengo que pagar el derecho de piso y ‘aquí tienes tu recibo oficial por ese concepto´, no tendría ningún problema en hacerlo. Pero eso de darle dinero a alguien es fomentar lo que queremos que se erradique en México. Creo en un México sin corrupción, libre, donde todos tengamos igualdad de oportunidades”.
Mientras, la gente, los turistas, los paseantes continúan su ir y venir.
UN POCO
DE HISTORIA
Se dice que se originó en La India (Siglo VI) aunque estudios recientes señalan que posiblemente su creación data del siglo III antes de Cristo en China, entre Uzbekiztán y Persia; luego pasa a Europa y de allí al mundo.
Este juego ha sufrido varios cambios, transformaciones: en España a finales del siglo XV en homenaje a la reina Isabel la Católica se incorporó la dama; en Rusia apareció en el siglo IX pero es en 1925 cuando se contagia de la llamada fiebre del ajedrez y se incluye en el plan de estudios. Entonces, el gobierno apoyó económicamente a quienes querían practicarlo. Es el juego más popular.
Rusia crea la primera Escuela Soviética de Ajedrez donde los estudiantes se preparan física y mentalmente para pensar estrategias que permitan ganar no sólo en el juego sino en la vida. Se dice que Rusia lo adopta para entrenar las mentes de su pueblo y preparar a la gente para la guerra.
En 1924 se fundó la Federación Internacional de Ajedrez (FIDE), en Paris, Francia, y se realizó la primera olimpiada no oficial. El primer torneo reconocido por la FIDE fue en 1927 y desde entonces se realizan cada dos años.
Aunque no forma parte de los Juegos Olímpicos, el Comité Olímpico Internacional (COI) lo reconoce en 1999. Pasó de ser un pasatiempo antiguo a un moderno y ahora a hiper moderno pues se juega en equipos conformados por cinco personas.