*Como Sector del PRI Recibió Siempre lo que Quiso
*Harta de Acciones que la Marginaron, Viró al PAN
*En 2018 el Viento Popular Sopló a Favor de Morena
*En las Próximas Presidenciales, Incertidumbre Total
EZEQUIEL GAYTÁN
De los tres grandes sectores históricos del Partido Revolucionario Institucional (PRI) ni el obrero, ni el campesino se beneficiaron tanto como el popular que siempre se caracterizó por ser amorfo debido a la heterogénea composición de participantes. Una característica notable de ese partido durante el siglo pasado fue su proclividad a canalizar las demandas y necesidades sociales de las clases medias al gobierno. De ahí su fortaleza y de ahí que lograba articular la empatía necesaria con las dispersas y desorganizadas estructuras clasemedieras. El binomio PRI-gobierno fue un éxito político, social, económico y administrativo, pues logró consolidar la vida institucional y sentar las bases de un sistema político mexicano sustentado en la movilidad social y el fortalecimiento de la burocracia.
Las clases medias no se organizaban en torno al PRI. No lo necesitaban. Eran de las principales beneficiadas del régimen y por lo mismo, en muchos sentidos su comportamiento fue apático. Sin embargo, la generación de jóvenes urbanos con acceso a la educación superior a fines de los años sesenta cuestionaron las injusticias sociales y la cultura unidimensional vertical y autoritaria. Ese fue, entre otros, el germen del descontento social que en la década de los años setenta desembocó en una Reforma Política que fue aprovechada por los nuevos partidos políticos que, a su vez, capitalizaron el deficiente manejo de la economía y sentaron las bases de la conciencia política en las clases medias.
La crisis económica empezó a golpear cada vez más en los bolsillos de la clase media hasta que le dio la espalda al PRI y se inclinó por el Partido Acción Nacional. Un partido que después de doce años de gobierno tampoco pudo satisfacer las insaciables demandas y necesidades clasemedieras y el voto de ese sector social intermedio decidió regresar en 2012 a sus orígenes priistas. Pero la gestión de Enrique Peña Nieto, aunque logró significativas reformas estructurales, permitió cínicamente altas dosis de corrupción. Consecuentemente las clases medias voltearon a la izquierda y favorecieron en 2018 al partido Morena. Esas clases medias volvieron a manifestar su descontento en las elecciones intermedias de 2021 castigando a la actual gestión y disminuyó el número de diputados federales. Por si fuera poco, hicieron patente su malestar en la Ciudad de México.
La sociología sabe acerca del problema de definir a la clase media. Por su parte el INEGI publicó un magnífico trabajo en noviembre de 2021 acerca del tema en el que definió el reto de la investigación, los métodos de medición, los rubros del gasto y las fases de la investigación. De ahí que una de sus conclusiones es la disminución de las clases medias de 2018 a 2020. En otras palabras, hoy hay 12.3 millones de hogares y 44 millones de personas que constituyen la clase media en el país, siendo que tres cuartas partes viven en el ámbito urbano.
Ese grupo será un factor significativo en la elección del año 2024 y aunque su voto es errático. Hay elementos que hacen suponer que ahora el voto de castigo será contra el actual gobierno. Entonces la pregunta es ¿la clase media volverá a votar por el PRI? No lo percibo. Sus problemas internos, la abierta ofensiva gubernamental en contra de su actual presidente Alejandro Moreno, su fractura territorial, las manos que se levantan a fin de lograr la candidatura presidencial, su disminución cuantitativa de jóvenes y su discurso alejado de las demandas y necesidades de las clases medias llevan a deducir que muy probablemente pierda el estado de México y si bien le va conservará Coahuila.
El PRI fue un ministerio sin cartera y ejecutaba las indicaciones del presidente de la República mientras tuvo el poder. A partir del año 2000 ha oscilado entre conflictos internos y derrotas estrepitosas. El número de sus votantes disminuye y su presencia nacional se agota objetivamente en algunos estados de la Federación. No logra una plataforma programática focalizada hacia determinados sectores de la población, su ideología se desdibuja ante el pragmatismo y ambiciones de su cúpula. El estigma de la corrupción no se le quita, es claro que descuidó la forma el sexenio pasado, se extralimitó en el desaseo político y que sus reformas estructurales las desmantela el actual gobierno.
Si la alianza tripartita Va por México no configura un candidato, el PRI y el PRD estarán corriendo riesgos de permanencia. Las clases medias están en el desamparo hasta el momento. Nadie sabe cómo van a reaccionar y votar en el 2024. El PRI ya no puede regresar a sus raíces y se ve aún muy lejos su refundación. Sus intelectuales trabajan, pero no convencen. El PRI abandonó a las clases medias, el PAN aun logra cierta identidad con ellas y el PRD perdió su presencia entre las clases medias bajas. Morena está perdiendo a ese estrato social al que califica con desprecio de aspiracionista. Las clases medias van a votar y muy posiblemente nos llevemos una sorpresa. Pero difícilmente será a favor del otrora invencible.