Sin “Guerra Sucia”, Pero con Desapariciones Forzadas

Los Dados de Dios

NIDIA MARIN

En la República Mexicana ya no hay “guerra sucia” ¿o sí? Todo indica que no, los hechos hablan de que aquella de los años 70’s y 80’ del siglo pasado quedó atrás, por lo menos en nuestro país, aunque en los demás de América Latina, donde han retornado las dictaduras -sólo que ahora de izquierda-, aquellos, los inconformes con ese tipo de gobierno y las rechazan están desapareciendo sea en forma forzada o no. Léase en países como Nicaragua, Venezuela y…

Aunque en el México de hoy es distinto al des siglo XX, de acuerdo con la institución internacional Comité Contra la Desaparición Forzada, de la ONU, en los últimos años (incluidos los del actual gobierno), el organismo internacional advierte que “…en el contexto de otra mal llamada guerra, “contra el narco”, superan -y por mucho– las históricas desapariciones forzadas, perpetradas por motivos de represión política”.

Sin tomar en cuenta la grosera frase pronunciada por el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, “Yo tampoco creo en usted”, para una de las madres buscadoras de desaparecidos, el mencionado Comité de Naciones Unidas hace tres años mencionaba las estadísticas oficiales de nuestro país. “…nos hablan de más que 40 mil casos, pero probablemente hay muchísimos más, no denunciados, no registrados, no investigados. Pero la autoría de estos hechos sigue siendo, en la gran mayoría de los casos, desconocida”.

Así lo externó Jan Jarab, Representante en México de la Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos al concluir su mandato.

También refiere:

“En el México de hoy, no sólo se quedan sin rostros los propios desaparecidos, cuyos rostros nos intentan recordar las familias con sus fotografías, sino también los perpetradores. ¿Crimen organizado? ¿Corporaciones municipales, estatales, federales? ¿Unos coludidos con otros? Hay de todo”.

No hay manera de señalar que es mentira el análisis realizado por el organismo internacional con el título de “La Desaparición Forzada en México: Una Mirada Desde los Organismos del Sistema de Naciones Unidas”.

En el mismo, se realiza una crítica a las autoridades, debido a que, por mucho tiempo, aseguran, “…no sólo han intentado adscribir todas o casi todas las desapariciones al crimen organizado, sino “explicarlas” como casos de simple falta de localización de personas que se fueron por su propia voluntad, “no localizadas” más bien que “desaparecidas”.

Y dice: “Bajo la presión del movimiento de las familias, las cosas gradualmente cambian: en 2017 llega la adopción de la Ley General sobre Desapariciones Forzadas de Personas, Desapariciones Cometidas por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas. Pero su implementación se tarda. En 2019, por fin, el Gobierno reconoce la dimensión de la crisis de desaparición, el Presidente la identifica como prioridad, se relanza el Sistema Nacional de Búsqueda. Pero las desapariciones siguen ocurriendo y la impunidad sigue imperando”.

LA GROSERÍA COMO

RESPUESTA OFICIAL

Lamentablemente hoy la grosería es la que impera, no obstante que prevalecen las desapariciones, incluidas de acuerdo a la ONU, las de migrantes desaparecidos, así como la dimensión de la desaparición de mujeres y niñas.

Sí, tal y como lo relata el organismo internacional:

“La angustia de la familia se ve intensificada con frecuencia por las consecuencias materiales que tiene la desaparición. El desaparecido suele ser el principal sostén económico de la familia. También puede ser el único miembro de la familia capaz de cultivar el campo o administrar el negocio familiar. La conmoción emocional resulta pues agudizada por las privaciones materiales, agravadas a su vez por los gastos que hay que afrontar si los familiares deciden emprender la búsqueda. Además, no saben cuándo va a regresar, si es que regresa, el ser querido, lo que dificulta su adaptación a la nueva situación.

Además…

“En algunos casos, la legislación nacional puede hacer imposible recibir pensiones u otras ayudas si no existe un certificado de defunción. El resultado es a menudo la marginación económica y social.

Resalta el organismo que “…la creciente relevancia del problema de la desaparición, como prioridad en el ámbito de derechos humanos, se ve reflejada también en lo que sale del tercer ciclo del Examen Periódico Universal: como se puede ver en las recomendaciones que hacen a México sus pares, los Estados miembros, la desaparición se ha convertido en uno de los temas centrales. Y no puede sorprender que las desapariciones fueran también entre las prioridades de la reciente visita de la Alta Comisionada Michelle Bachelet en México (5-9 de abril 2019), desde sus reuniones con autoridades a nivel federal y estatal hasta sus entrevistas con víctimas y activistas”.

Aunque desde la cúpula gubernamental se asegure que se dice la verdad, no es así. Y de ahí que la ONU señale:

“…las restricciones del derecho a la verdad no afectan al derecho de las víctimas a que se haga justicia, es decir, la decisión de no revelar el nombre de los autores en un proceso de la verdad no obsta para su procesamiento, mientras que la realización del derecho a la verdad puede, en circunstancias excepcionales, limitar el derecho a la justicia”.

Para la institución internacional es motivo de especial preocupación:

1.- El acoso de los defensores de los derechos humanos, los parientes de las víctimas, los testigos y los abogados que se ocupan de los casos de desaparición forzada;

2.- El uso por los Estados de la lucha contra el terrorismo como excusa para el incumplimiento de sus obligaciones;

3.- Y la todavía generalizada impunidad por la práctica de la desaparición forzada.

Consideran: “Debe prestarse también especial atención a los grupos de personas especialmente vulnerables, como los niños y las personas con discapacidad.

Y LAS CICATRICES EN

ELLOS Y SUS FAMILIAS

 

Y como ya se acerca el Día Internacional de la Desaparición Forzada hacen notar:

“Las víctimas, muchas veces torturadas y siempre temerosas de perder la vida, y para los miembros de la familia, que no saben la suerte corrida por sus seres queridos y cuyas emociones oscilan entre la esperanza y la desesperación, cavilando y esperando, a veces durante años, noticias que acaso nunca lleguen. Las víctimas saben bien que sus familias desconocen su paradero y que son escasas las posibilidades de que alguien venga a ayudarlas. Al habérselas separado del ámbito protector de la ley y al haber «desaparecido» de la sociedad, se encuentran, de hecho, privadas de todos sus derechos y a merced de sus aprehensores.

“Incluso si la muerte no es el desenlace final y tarde o temprano, terminada la pesadilla, quedan libres, las víctimas pueden sufrir durante largo tiempo las cicatrices físicas y psicológicas de esa forma de deshumanización y de la brutalidad y la tortura que con frecuencia la acompañan”.

Ojalá y las autoridades realmente hicieran algo ante la grave situación que priva en México.

El Dia Internacional de las Víctimas de Desaparición Forzada es el 30 de agosto.

 

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