* Exhibición de Métodos Impositivos y Procedimientos Antidemocráticos
*Actitudes Opuestas y Alejadas de Cualquier Esquema Electoral
*Y su Líder Supremo Justifica y Minimiza Esos Actos, Tolerándolos
*Fue un Puntapié a la Cultura democrática y al Proceso de Participación Ciudadana
*¿Tienen los Morenistas la Calidad Moral, Política y Democrática Para ir Contra el INE?
*La Única Garantía Actualmente es Conservar la Institución Electoral
ALEJANDRO ZAPATA PEROGORDO
El proceso electoral para renovar a los dirigentes de Morena, llevado a cabo los días 30 y 31 de julio, fue todo un espectáculo al desplegar acciones contrarias a procedimientos democráticos, las conductas de infinidad de militantes de ese partido dieron cuenta de métodos impositivos a cualquier costo.
Después de lo observado y además documentado por múltiples personas que hicieron público los atropellos cometidos durante esas jornadas, se revelan actitudes francamente opuestas y alejadas de cualquier esquema electoral que se precie de ser democrático, donde se respete el sufragio libre, universal y secreto.
En un buen número de centros de votación se aprecian acarreados; grupos de choque; pago por el voto; violencia; presión; intimidación; robo y quema de urnas y; toda una serie de eventualidades que impiden calificar a ese instituto político como escuela de democracia, por el contrario, la prevalencia de la trampa y la fuerza fueron notas distintivas de ese ejercicio.
¿Si son capaces de comportarse de esa manera dentro de su propio partido, que los detiene para hacerlo afuera?, máxime si el líder supremo de ese movimiento justifica y minimiza esos actos, tolerándolos como parte de una realidad que, para él, carece de relevancia, lo importante por lo visto, son solamente los resultados.
Esas lamentables prácticas no son nuevas, hace décadas eran comunes en los comicios para elegir representantes populares, donde el gobierno era el encargado de organizar, preparar y conducir los procesos electorales, siendo además el arbitro en caso de controversias.
El desarrollo de la cultura democrática y el proceso de concientización y participación ciudadana trajo consigo una evolución social, surgiendo los valores cívicos nacionales que trajeron consigo nuevas reglas electorales, con la intención de garantizar el respeto a la libertad del voto.
La transición no fue fácil, tuvo su tiempo de maduración y, posteriormente con voluntad política y bajo un esquema de consensos se edificó un diseño que a través de los años se ha ido perfeccionando a partir de la constitución del Instituto Federal Electoral, ahora INE, órgano constitucional autónomo e independiente, cuyo propósito fundamental consiste en la organización de los procesos electorales.
Una cosa es cierta, a Morena le estorba el INE y, por lo mismo, pretende desaparecerlo a grado tal que el propio Presidente ha enviado una iniciativa de reforma constitucional para borrarlo del mapa, proponiendo además modificaciones en materia electoral.
¿En realidad consideran los morenistas que tienen después de haberse exhibido como lo hicieron, la calidad moral, política y democrática para andar promoviendo cambios en esa materia?
Si es así, su incongruencia no tiene límites, se ostentan como democráticos y actúan como delincuentes electorales, es tanto como dejar en manos de los criminales la confección de la legislación penal.
No les agrada el INE, precisamente porque ese instituto no lo pueden controlar a su antojo, navegan con la bandera de la democracia y en los procesos respectivos sacan la de piratas electorales.
Así, la única garantía que nos queda es conservar al INE.
