Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Creerle a John Akerman, es un riesgo. Sin embargo, en su futuro no hay nada que le preocupe. SI hace tres años suspiró por convertirse en el rector de la UNAM, ya despertó del sueño. Y si hace un año esperaba convertirse en el Rasputín de Pablo Amílcar Sandoval, la aspiración desapareció. Por ello habría que tomar con cierta reserva, pero con seriedad, las denuncias que ha divulgado en contra de la “honestidad” del dirigente de Morena, Mario Delgado.
Enfrenta, por supuesto, a quienes defienden “hasta con la vida” pasando por la dignidad al empleado de Palacio Nacional y que presume de haber “dado un gran paso” -no para la humanidad, sino para la conservación del poder por parte de su jefe real- con la jornada electoral para renovar el Congreso Nacional del oficialista partido.
Le decía ayer, en este mismo espacio, que el intento es bueno, es participativo y podría, de no ser por la manipulación, la compra de votos, el acarreo, el relleno de urnas -embarazo, se le decía em topos de los anteriores a los neoliberales y con los neoliberales-, el reparto de despensas, las tortas con el chesco y la amenaza de retirar apoyos a quienes no acudieran a las urnas.
Salvando esos “pequeños obstáculos y pifias”, hay posibilidad de que se convierta en un acto democrático.
Akerman -quien no es santo de mi devoción- tiene como misión adoctrinar a los adolescentes, jóvenes y aquellos que quieren incursionar en la política, con la “ideología” amlista, cuya definición está por escribirse.
Es probable que fracase. Y no por incapaz. No. La razón sería que la política, bajo la guía “espiritual y material” del jefe de la manada, dejó de ser un “negocio” para los principiantes. Los calados, los creadores de las corrientes que pretenden imponer su criterio a “todo el pueblo”, bueno y sabio y podrido y fifí, mantendrán sus privilegios y no se auto aplicarán la “pobreza franciscana”.
Como una probadita de lo que se avecina, ayer se “enfrentaron” en redes sociales Akerman y el insufrible Ibarra.
“Ay John que cerca de Monreal y de Reforma; que lejos de AMLO…”, escribió Ibarra en sus redes sociales.
En respuesta, Ackerman señaló que las declaraciones de Ibarra eran “totalmente fuera de lugar y de mala leche”.
“Tu posición implica que @lopezobrador_ avalaría la corrupción y los fraudes de @mario_delgado, lo cual es equivalente a decir que el presidente sería un hipócrita”, puntualizó el académico.
Desde la óptica de quien no quien no trabaja para el Presidente -o séase yo-, Akerman está equivocado.
Porque el jefe de jefes. Ha permitido no solamente la corrupción familiar y de sus cercanos colaboradores, sino que la ha impulsado mediante acciones de negar todo, aunque esté comprobado. Unos ejemplos sería el comportamiento de su hermano Pío y otro el desmedido crecimiento patrimonial de la secretaria de Energía, según la declaración que presentó ante la Secretaría de la Función Pública. El mandamás ha defendido a su hijo José Ramón y justificado su forma de vida, incluyendo la conocida como “Casa Gris”, de la que dice, no es nada grande.
En cuanto a los fraudes -supongo que electorales internos-, recordar que en 2012 le arrebató la candidatura a Marcelo Ebrard, no es ocioso. Tampoco que a Ricardo Monreal lo haya humillado cuando se realizó la “encuesta” para designar candidato a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México. Y qué decir de las nominaciones para los gobiernos que han estado en juego. Firmeza, lo que se lama firmeza de ideas, no existe. ¿Cómo justificar los nombramientos de embajadores y cónsules sin experiencia y provenientes de las oposiciones?
En la consulta de dos días para renovar el Congreso Nacional, Mario Delgado presumió que participó más de un millón de personas. El registro ante el INE del número de militantes no alcanza los 250 mil. El requisito para mantener la vigencia de partido nacional es de 230 mil.
¿De dónde salieron tantos miles de simpatizantes?
¡De los padrones de los programas sociales!
Fin, queda demostrado que algo como democracia pura y sana, no se practica en las esferas de poder de Morena.
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