Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Nadie se lo ha dicho. En ninguna parte se ha publicado. En los discursos de los opositores, tampoco. Vaya, ni sus acérrimos adversarios lo han llamado asó.
Algo sabrá que estalló y le dio un nuevo estirón a la liga que, se advierte, pierde resistencia y no aguantará otro jalón.
Se puso el saco de lana en pleno verano y en Nayarit, en donde el termómetro marcaba 38 grados.
Un saco, sin embargo, que parece hecho a la medida.
De diseñador.
Solamente así se entiende que el huésped temporal de Palacio Nacional mostrara sus conocimientos lingüísticos y clamara: No soy pelele, palabra con dos definiciones que le quedan como anillo al dedo.
1.- Muñeco de figura humana hecho de paja o de trozos de tela, especialmente el que se saca a la calle en carnaval para quemarlo o mantearlo.
2.- Persona débil o de poco carácter, que se deja manejar por los demás muy fácilmente.
«le ha reducido a un pelele cobarde e indefenso»
Por si fuera poco, le añadió: el presidente de México, no es títere, cuya acepción no está alejada de la realidad que vive el iluminado: Muñeco que se mueve por medio de una cruceta de la cual cuelgan unos hilos que van atados a su cuerpo o bien metiendo la mano por debajo del vestido; se usa generalmente para representaciones teatrales infantiles o populares.
Son las obras en las que participa cotidianamente, en las que engaña con las palabras, los gritos, las gesticulaciones, el manipuleo de brazos y manos.
La mecha corta, la encendieron Joe Biden y Justin Trudeau y llegó al barril -literal- de pólvora del tabasqueño.
Ante las críticas y las evidencias de que México ha violado el T-MEC, adelantó la respuesta prometida para el 16 de septiembre.
Expresó: “… nosotros no vamos a dar un paso atrás. México es un país independiente, no es colonia de ningún país extranjero y el presidente de México, no es títere, no es pelele de ningún gobierno del exterior”.
Y se escucharon las fanfarrias.
Y las voces del coro infantil -por eso los divierte- cuyos integrantes visten de guida, con algunos invitados que lucen verde y otros de rojo con negro.
Cual corrida de toros en la que matador ha realizado la faena de su vida, el nada respetable público, comenzó a sacar los pañuelos guinda, por supuesto, pidiendo las orejas, el rabo y las patas de los astados de Washington y Ottawa.
Como todavía no hay juez en el festejo consultivo, la demanda fue desestimada. Algo parecido que desea en sudoroso personaje surgido del genio periodístico de Carlo Collodi. ¿Qué quién es?
Nada más y nada menos que el creador de Pinocho.
Para aquellos que no aplauden, sacó del bolsillo, movido por la cuerda que lo jala, la palabra: traidores a la Patria.
Si sus palabras tuvieran algo de cierto, serían millones los traidores y la única forma de acabarlos es… formarlos en el paredón y actuar en caliente.
La mecha corta nunca es recomendable si la pólvora está seca.
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