Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Cuando durante décadas se ha dejado buena huella, se llega a la conclusión que ya se cumplió. Sin embargo, han quienes saben que remarcar el paso, imprimir el sello de la marca, los harán más respetables. SI bien, como todo ser humano, en el trayecto se cometieron abusos y dislates, al final de la vida poco hay que perder y mucho que ganar.
Y es necesario aprovechar el tiempo, largo o corto, para apuntar hacia el blanco imposible para la multitud. Dar en el centro de la diana, siempre será un orgullo.
Hay costos en toda acción. Más cuando en ella se coloca la verdad no comprobada legalmente, pero sí forma parte del imaginario popular.
Al conocer las declaraciones de Porfirio Muñoz Ledo, pronunciadas en la presentación de su fundación a la que bautizó “Nueva República”, concluyo que perdió el miedo a todo y sabe de los riesgos a los que se enfrentará a partir de ya.
Con dos misiones por ejecutar: promover y defender la democracia y, la fundamental, “investigar los presuntos nexos entre el gobierno de Andrés Manuel López y el crimen organizado”, Muñoz Ledo confirma sus dichos y solamente va en busca de pruebas documentales para enjuiciar al Presidente de la República por “delitos graves”, con lo cual el fuero queda al margen.
El presidente acusó a una de las mentes más brillantes de la política de las últimas 5 décadas -se puede estar o no de cuerdo con él, más no se le puede regatear el talento y conocimientos que sobre democracia tiene- de “estar chocheando” cuando expuso la presunta relación con los criminales.
El hombre que ha dirigido tres partidos y no le permitieron cumplir el deseo de hacerlo en el cuarto, quizá está dolido por el trato recibido desde Palacio Nacional y, por supuesto, de los corifeos, señaló en la presentación: El porvenir está inscrito en la mente y voluntad de los pueblos. No hay otro camino que la intención, la experimentación, la pluralidad y el pensamiento científico tan denostado en estos tiempos.
“Nuestra transición tenía un camino ya avanzado, el diseño de un futuro político deseable. Basta recordar la propuesta de la Corriente Democrática de 1986, el programa de la revolución democrática de 1990 y la proclama de la nueva República en 1999 y el proyecto de la Reforma del Estado”.
Sin rodeos ratifica su convicción de que en el Gobierno federal encabezado por el huésped temporal del Virreinal edificio, se está dando un contubernio con el crimen organizado, el cual debe ser aclarado por una comisión de la verdad. Hay, dice, “una orgía de sangre como si el crimen organizado le exigiera derecho de piso al Estado”.
Desde su punto de vista, México vive “un estado fallido, un estado devastado y una sociedad excluida”.
No le falta razón. La autocracia se hizo del poder y arrumbó la democracia.
¿Qué consecuencias y futuro tiene su fundación?
No lo sé con precisión. Imagino que irritará del que fue compañero de lucha por 25 años y no es difícil que el coraje sea absorbido por alguno de sus seculares seguidores y actúe “interpretando los deseos del iluminado”.
Con sus 88 años, que cumplirá hoy -y se auto regala el proyecto-, Muñoz Ledo quiere dejar la huella imborrable: llevar a juicio, popular y jurídico, a un Presidente de la República.
La duda que aflora: ¿durante el ejercicio constitucional o cuando sea expresidente?
Sin duda, López tomará el tema y dirá que Muñoz Ledo es producto del neoliberalismo y exigirá mostrar cómo se financiará su fundación. Repetirá el discurso y exigirá pruebas. Él acusa, señala, defenestra. ¿Por qué?
¡Porque tiene otros datos!
Muñoz Ledo encontrará empatía de millones que quisieran hacer lo que se propuso llevar a cabo.
¡Suerte, leyenda!
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