Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Montado en un jamelgo desbocado que pretende alcanzar al salvaje e indomable Mustang, se confirma la necedad, la soberbia y la ausencia de inteligencia.
Frente a los reclamos de Estados Unidos y Canadá, se mostró que el presidente mexicano no prevé las consecuencias y está dispuesto a perder todo a cambio de mantenerse en el poder “que le ha conferido el pueblo bueno y sabio”.
De suyo, las economías de México, Estados Unidos y Canadá son asimétricas. Datos del Banco Mundial exponen que en 2021 la Unión Americana registró un crecimiento de 5.7 en su PIB lo que le permitió alcanzar 23 billones de dólares; Canadá tuvo un crecimiento de 4.5 y eso le reflejó un billón 682 mil 943 euros; México avanzó 5 por ciento respecto de 2020 y su PIB llegó a 17 billones ¡de pesos!
Son números indiscutidos e indiscutibles. Hace unos meses, Canadá desplazó a México del primer lugar como socio comercial de Estados Unidos. Contó y mucho la fractura de las cadenas de producción y suministro. La similitud geográfica, había establecido la competencia. Los salarios para los trabajadores de las tres naciones son totalmente dispares entre México y sus socios. Aquí se les paga menos del 60 por ciento de lo que reciben en aquellas naciones.
Se entiende el rezago y no es atribuible al gobierno mexicano de la actualidad. Sin embargo, poco se avanzó y la pandemia de Covid-19 aunada a la inflación que ya lleva un año de galopar y no en jamelgo sino en equino árabe pura sangre, y nada se ha hecho para impulsar el crecimiento económico. Los programas sociales que, presuntamente generarían empleos mejor pagados, han sido un fracaso. El de Sembrando Vida, que el mexicano quiere exportar como la “salvación de los países pobres”, fue modificado para que se sembrara frijol, arroz y maíz.
Porque “sin maíz, no hay país”.
Se pierde el análisis serio. No solo de pan vive el hombre, dice el libro de cabecera del huésped temporal de Palacio Nacional.
Se requiere, más allá de lo básico, industria, comercio, turismo, hidrocarburos, tecnología.
Y, por supuesto, clientes que adquieran lo que se produce y maquila en el país.
Burlarse de las acciones que emprendió Estados Unidos a las que se sumó Canadá, por las violaciones al T-MERC en materia de energía e hidrocarburos, tendrá consecuencias.
La más grave: aplicación de aranceles a todos los muchos o pocos productos y artículos que se produzcan en México.
La memoria es corta. La del presidente mexicano. En 2019, Donald Trump amenazó con imponer aranceles del 25 por ciento a todas las exportaciones mexicanos si no se construía un muro humano de 25 mil hombres, de la Guardia Nacional en la frontera sur para impedir el paso de migrantes rumbo a la frontera norte.
Para México habría sido un desastre. La pérdida de competitividad lo habría llevado a una crisis económica de proporciones inimaginables.
Hoy se repite el escenario. Y en lugar de negociar y admitir los desaciertos, las agresiones en contra de los inversores extranjeros, en este caso, de Estados Unidos y Canadá, surge la burla y la acusación de que los que presionan son los “entreguistas” y los reclamos no son de los gobiernos sino de los lobistas de Iberdrola.
Su argumento: consulté con Jesús Seade, quien nos representó en la revisión y firma del nuevo acuerdo comercial, y me dijo: “No hay ninguna violación al T-MEC”. Son palabras presidenciales.
Ante tal afirmación, que califica de ignorantes a los abogados que llevan las causas, expertos en derecho internacional en materia de intercambios comerciales, emerge de nueva cuenta la soberbia que, de mantenerse, llevará al país al caos económico.
Muy similar al que viven Venezuela, Cuba, Nicaragua y casi siguiendo el camino, Argentina.
La supina ignorancia causa miedo, y no precisamente por la interpretación del héroe musical del mexicano apoltronado en la Silla del Águila.
Cuando a la tuerca le den una sola vuelta más, a ver qué hace el mecánico y hojalatero que, según sus palabras, recibió un trato amable del presidente de EU y no como dicen los mal nacientes intelectuales y periodistas orgánicos.
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