Con Viacrucis en Marcha, el PRI Toma Rumbo al Cementerio Político

Los Dados de Dios

NIDIA MARIN

En un nuevo viacrucis el PRI renueva su segunda crisis en el siglo XXI y la quinta desde 1988 y cuarta desde 1994, hoy más profunda, aunque sin sangre, pero con reducción y dispersión de militantes y sin un guía convincente, sino con uno lesivo.

Este calvario no es nuevo, periódicamente se desarrolla y ha debilitado al partido tricolor desde hace 34 años, cuando dominaban los tecnócratas y sometían a los políticos, hasta renovar (en la etapa de Enrique Peña Nieto) el mandato metaconstitucional de dirigir al partido desde el máximo poder de la nación. 

Pero eso ya no rifa, como tampoco rifó en los tiempos en los cuales Roberto Madrazo Pintado dirigía el Revolucionario Institucional y, de la misma manera que Alejandro Moreno Cárdenas, por sus pistolas se lanzó como candidato a la Presidencia de la República, hasta… que le cortaron las alas.

Más en el caso de hoy, “Alito” vive una aventura convertida en un infierno, gracias a la designada desde Palacio para castigarlo con la agresión y la exhibición de sus miserias. Sí, la impoluta verdugo es Layda Sansores, quien en el nombre lleva la penitencia. 

El otrora partido de masas hoy vive lo que, de continuar, podría ser el borrón de la lista de los partidos políticos en México. Sí, porque ya quedaron en el pasado las buenas alianzas, los comprensibles pactos y compromisos, las lealtades de los sectores, la representatividad en el gobierno federal y en la mayoría de las entidades de la República.

La mayoría de los buenos líderes están envejecidos (si no es que sucumbieron al ataque del Covid) mientras que los escasos actuales (así denominados) viven inmersos en una canasta de espinas morenas y tácitamente están impedidos para evitar el irreversible declive.

RUMBO AL

CEMENTERIO

Hoy, como han dicho los que han seguido su vida como partido político, el PRI ha perdido el control en el juego del poder. Navega con parca legitimidad, con necedades y escasa masa encefálica de su principal “dirigente” y, en consecuencia, debilitado. 

El actual es uno de los pésimos momentos que ha vivido. el Partido Revolucionario Institucional. Está peor que al principio del Siglo XXI cuando la disminución en el voto para un presidente del PRI disminuyó hasta ser de aproximadamente 50%, mientras que se registró reducción de escaños no sólo federales, sino en las entidades, así como de interesados en ser candidatos, descenso de simpatizantes y erosión en su base de apoyo. 

¿Habrá rescate de alguien menos egoísta y mañoso, que el vanidoso líder del momento? 

Se desconoce, pero el otro camino es la extinción obligada por las circunstancias. Y en este asunto hay y habrá culpas compartidas de varios de sus militantes que alcanzaron el poder en diversas entidades de la República y sucumbieron al canto de las sirenas morenas para no impedir el triunfo del partido presidencial, por lo que ahora desde el extranjero, al PRI les importa exactamente un bledo. Ellos ya la hicieron.

Y tal vez, como otros traicioneros también agredan al partido que los llevó a tener el poder donde nacieron. De ahí que el tricolor esté siendo atacado por todos los flancos en el camino actual a las elecciones de 2023 y 2024, debido a la lucha que amenazan tener los integrantes de la coalición Va por México.

En la actualidad el Partido Revolucionario Institucional es una sombra de lo que fue. Ya no es el dominante, ni el nacionalista, ni el ideal, pero sigue siendo uno de los mejores en esta etapa del siglo XXI, si cambia e impide que lo trasladen al cementerio político, a la tumba que sus actuales dirigentes ya abrieron y donde están enterrados las decenas de partidos que desaparecieron.

Sí, porque no hay que olvidar que, en lo general, en nuestro país, son causa de pérdida de registro de un partido político: 

  1. No participar en un proceso electoral federal ordinario;
  2. No obtener en la elección federal ordinaria inmediata anterior, por lo menos el 2% de la votación emitida en alguna de las elecciones para diputados, Senadores o Presidente de los Estados Unidos Mexicanos; 
  3. No obtener por lo menos el 2% de la votación emitida en alguna de las elecciones federales ordinarias para diputados, Senadores o Presidente de los Estados Unidos Mexicanos, si participa coaligado, en términos del convenio celebrado al efecto; 
  4. Haber dejado de cumplir con los requisitos necesarios para obtener el registro; 
  5. Incumplir de manera grave y sistemática a juicio del Consejo General del Instituto Federal Electoral sus obligaciones; 6. Haber sido declarado disuelto por acuerdo de sus miembros conforme a lo que establezcan sus estatutos; y
  6. Haberse fusionado con otro partido político, en los términos del artículo anterior. 

Además… La agrupación política nacional perderá su registro por las siguientes causas: 

  1. Cuando se haya acordado su disolución por la mayoría de sus miembros; 
  2. Haberse dado las causas de disolución conforme a sus documentos básicos; 
  3. Omitir rendir el informe anual del origen y aplicación de sus recursos; 
  4. Por incumplir de manera grave con las disposiciones contenidas en este Código; 5. Haber dejado de cumplir con los requisitos necesarios para obtener el registro.

De continuar por el camino tan pedregoso por el que camina el PRI validará el apodo que tantos le otorgaron en su vida: “RIP”.

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