La Vida Laboral de las Mujeres y el Covid

Los Privilegios del Poder

VERÓNICA V. GONZÁLEZ Y ARNOLDO PIÑÓN

Desde el momento en que la mujer se integró a la vida laboral, la desigualdad de género se presentó. Durante varias décadas este sector de la población ha buscado mejorar sus condiciones de trabajo

Pero no ha sido nada fácil, especialmente en países subdesarrollados donde el déficit de trabajo formal es más pronunciado entre las mujeres; ganan menos por el mismo trabajo y soportar las peores condiciones laborales que sus homólogos masculinos.

Además, son ellas las más susceptibles de ser despedidas y enfrenar más obstáculos para reincorporarse al mercado de trabajo. 

En México, 7 de cada 10 mujeres que entran al mercado de trabajo mantienen un empleo remunerado durante todo un año, mientras que esta cifra es de 9 de cada 10 hombres, señala el Centro de Estudios Espinoza Yglesias (CEEY)

Esto significa que del total de mujeres mayores de 15 años, solo 16 millones alcanzan un empleo remunerado continuo: de un número similar de hombres, casi el doble lo logra. Esta es la gran barrera de género para iniciar una movilidad laboral ascendente, agrega. 

Pero además, es en las mujeres en quienes los problemas sociales y económicos de países, regiones y el mundo tienen más repercusión. Los mayores efectos de la pandemia se concentraron en las mujeres más jóvenes, informó la Organización Internacional del Trabajo (OIT)   

Mientras que de los 23. 6 millones de puestos de trabajo de las mujeres que se perdieron en el peor momento de la crisis (el segundo trimestre de 2020)  a fines de 2021 aún faltaban por recuperar unos 4. 2 millones. En el caso de los hombres para esa misma fecha ya se habían recuperado prácticamente por completo los 26 millones de puestos perdidos en ese momento.

La crisis de la pandemia provocó que la salida masiva de la fuerza laboral de las mujeres registrara tasas nunca antes vistas datos de la OIT  indican que al inicio de  los años 90 la tasa de participación regional de las mujeres ascendía a 41 por ciento,  en 2019 alcanzó 52.3 por ciento, en 2020  bajo a 43 por ciento en promedio en toda la región. Si bien en 2021 la tasa llegó a 49.7 por ciento, aún está por debajo de los niveles pre-pandemia. 

El impacto fue mayor en el empleo informal y en las micro, pequeñas y medianas empresas donde predomina el empleo femenino. El trabajo doméstico, donde el 91 por ciento del empleo es femenino y el 72 por ciento es empleo informal, se vio afectado por una pérdida considerable de puestos de trabajo, destacan cifras de la OIT. 

En México…

La situación en nuestro país no ha sido diferente, en relación con los países que integran Latinoamérica; un estudio elaborado por el Centro de Estudios Espinoza Yglesias (CEEY) indica que, para el primer trimestre de 2021, se había reducido en más de dos millones el número de mujeres con un trabajo remunerado, mientras que para el caso de los hombres fue poco más de un millón. 

Sin embargo, destaca que las mujeres que permanecieron con una ocupación remunerada tras la pandemia sufrieron un deterioro en el acceso a los servicios de salud casi del doble del que tuvieron los hombres. 

En el documento titulado Mercado laboral y mujeres las puertas cerradas. ¿Aspiraciones frustradas de movilidad social?, el CEEY indica que con la pandemia cayó drásticamente el porcentaje de mujeres con trayectoria laboral ascendente a cerca de 10 por ciento, así como su remuneración promedio en casi dos por ciento. 

México vive una quinta ola de contagios de Covid, y aunque sus efectos son menores que los registrados al inicio de la pandemia, no deja de ser preocupantes. Mientras sigan apareciendo variantes del virus la actividad laboral se verá afectada. 

Las perspectivas laborales siguen en la incertidumbre, sobre todo para las mujeres que perdieron su empleo y veían la posibilidad de incorporarse este año. 

Se requieren políticas laborales eficaces no solo para incrementar el empleo, también para mejorar las condiciones de las mujeres trabajadoras, la deuda que se tiene con ellas es histórica y urge pagarla. 

  • Ante esta situación, se requiere el fortalecimiento de las políticas públicas que permitan la inserción de las mujeres en actividades remuneradas, dentro de las cuales, la creación de un sistema de cuidados que les libere el tiempo es fundamental. También se requiere equidad de trato e igualdad de oportunidades por parte del sector privado en sus prácticas laborales, en áreas como la fijación de salarios, el acceso a seguridad social, la flexibilidad laboral y los permisos. 

 

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