Calambrito o Calambrón

Punto de Vista

Por Jesús Michel Narváez

Desde siempre lo ha llamado “el Jefe de la Mafia”. 

Es el hombre que hizo bimillonario (de billones) a Carlos Salim. Antes de “comprar” Teléfonos de México, era un simple millonario.

Aquel hombre, de corta estatura, escaso cabello, bigote recortado y generalmente con corbata verde, tuvo la visión que hoy reditúa frente a la crisis económica: el TLCAN.

Carlos Salinas de Gortari, fue y es, un personaje controvertido.

En alguna ocasión, durante una charla con Guillermo Chao, le dice: Salinas es perversamente inteligente o inteligentemente perverso. Y me respondió: es capicúa.

Así como su talante lo hizo llegar a la firma del Tratado Comercial de América del Norte, que lo catapultó como un visionario de largo plazo, padeció tragedias. Dos de ellas, inolvidables.

La primera le amargó la entrada en vigor del TLCAN. El surgimiento del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), encabezado por el encapuchado subcomandante Marcos, quien declaró la “guerra al Estado Mexicano” y durante 12 días las fuerzas federales, léase ejército, de la Zona Militar, con el general Miguel Ángel Godínez al frente, quien fuera Jefe del Estado Mayor con José López Portillo, logró la “rendición”. 

El asunto cruzó las fronteras y en el mundo se hablaba de la “rebelión de os zapatistas” no del TLCAN. Para dialogar con los encapuchados, Carlos Salinas aceptó la sugerencia de Manuel Camacho Solís, en ese momento secretario de Relaciones Exteriores y borrado de la lista de sucesores. La elección del presidente a favor de Luis Donaldo Colosio rompió una vieja amistad entre ambos personajes. 

La Catedral de San Cristóbal de las Casas Mártir, construida en 1528 y el primer obispo fue el dominico fray Bartolomé de las Casas, se convirtió en el “cuartel” del diálogo. Con armas cruzadas al pecho, Marcos y su comitiva, arribó al templo en donde lo esperaba Camacho Solís y en los muros se colocó una bandera de México.

“Pacificada” la Zona a cambio de la creación de Municipios Autónomos que hasta la fecha prevalecen, Salinas salió en defensa de Colosio, quien no levantaba lo suficiente frente al ramillete de candidatos que pretendían la Silla del Águila. Estaban Diego Fernández de Cevallos, Cuauhtémoc Cárdenas -por segunda ocasión-, Jorge González Torres, Pablo Emilio Madero, Marcela Lombardo Toledano, y Rafael Talamantes. Pintaban tres: Luis Donaldo, Diego y Cuauhtémoc. 

La frase célebre: “no se hagan bolas, el candidato es Luis Donaldo Colosio”, aplacó los ánimos de los camachistas que insistían en el cambio.

La “guerra” le dio la oportunidad a Camacho de estar bajo los reflectores y erigirse como el consumador de la “paz en Chiapas”… bueno, en aquel momento porque la violencia en la entidad es cosa de todos los días.

Después vendría la segunda tragedia: el asesinato de Luis Donaldo Colosio en Los Taurinas, en Tijuana, Baja California.

Y la tragedia se conjuntó con la limitación Constitucional: para ser candidato a la Presidencia de la República los servidores públicos deben renunciar a sus cargos,  6 meses antes de las elecciones.

Una encrucijada. Solo había tres personajes libres, disponibles para sustituir a Colosio: Manuel Camacho, Fernando Ortiz Arana y Ernesto Zedillo.

La decisión es plenamente conocida y ahí, con la sana distancia impuesta por Zedillo, el PRI comenzó su debacle hasta que entregó la plaza al PAN y más tarde a Morena.

El “Jefe de la Mafia” se había equivocado. Su autoexilio a Dublín, presuntamente lo alejó de toda actividad política. Algo no del todo cierto.

Durante su mandato, Salinas construyó una red de impresionante resistencia. Lo mismo soportaba el ataque político que el económico; de igual forma mantenía “cierta” influencia en el Congreso de la Unión. Historias del pasado.

Aquel 24 de marzo de 1994, la instrucción presidencial fue tajante: investigar y saber quién ordenó matar al candidato. Hay decenas si no es que centenas de hipótesis. Cuatro fiscales especiales investigaron durante una década todo lo investigable. Ninguno estaba obligado con el presidente en turno de aceptarle recomendaciones. Se les dejó en libertad plena.

Luis Raúl González cerró el caso. Y después fue elegido por el Senado de la República para presidir la Comisión Nacional de los Derechos Humanos.

¿Y Salinas?

¡Bien, gracias!

Regresó al país volvió a dejarlo y de nueva cuenta retornó. Ignoro si ahora mismo está en México.

No importa su presencia. La nota está difundida: la Fiscalía General de la República “reabre el caso Colosio”.

¿Cuál es el objetivo?

Demostrar que Salinas orquestó la muerte del candidato por el cual se inclinó para sucederlo. Verdad o mentira, no es un asunto novedoso.

Lo novedoso es que haga pública la decisión de la FGR apenas 24 horas después de lanzar el misil nuclear en contra de Enrique Peña Nieto.

¿Calambre o calambrón?

A ciencia cierta, solo se advierte un interés: exhibir a la mafia del poder político que ha impedido el avance rápido, veloz, de la cuatroté.

¿Tiene alguna duda?

Revise el caso Ayotzinapa. Tres años y 7 meses de gobierno sirvieron para destruir la verdad historia relatada por Jesús Murillo Karam y aunque están los expertos forenses -cobrando en dólares, por supuesto- “colaborando” en la reconstrucción de los hechos, todo cambió para seguir igual.

¿Qué encontrarán con la reapertura de la investigación?

Supongo que nada.

Lo que sí está confirmado es que se trata de la segunda cortina de humo en 24 horas para tapar las crisis recurrentes que vive el país y distraer al “venerable” que conoció y se interesó en el caso Colosio. Los jóvenes ni siquiera saben quién fue.

E-mail: jesusmichelmp@hotmail.com, Twitter: @misionpolitica, Facebook: Jesús Michel y en Misión, Periodismo sin Regaños martes y jueves de 16 a 17 horas por el 760 de Amplitud Modulada

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