Ríos de Agua no Potable hoy se van por las Alcantarillas y al Gobierno no le Importa

NIDIA MARIN

Las imágenes dan pena y tristeza. Observar una ambulancia a la que las corrientes de agua transformadas en ríos por la lluvia, se lleva con o sin alguna persona adentro, son lamentables.

Tanto, como el triste destino de la Ciudad de México, donde prevalece la escasez del líquido potable durante meses, soporta las inundaciones en la temporada de lluvias y toda la que podía ser aprovechada corre por las alcantarillas, para kilómetros adelante convertirse en ríos contaminados.

Lo más grave es que nadie busca una solución para evitar el desperdicio de los miles de litros que se van por las coladeras durante cinco meses cada año, desde Mayo hasta Septiembre, preocupados desde ahora por la sucesión en el gobierno capitalino, pero no por la solución a uno de los más severos problemas que tiene la capital del país.

Sí, porque en esta metrópoli, peor de lo que ocurre en todo México, el 70% del agua que se suministra proviene de acuíferos.

En esta nuestra ciudad capital el agua procede 71% de aguas subterráneas, 26.5% de los ríos Lerma y Cutzamala y 2.5% del río Magdalena. Y por ello, para calmar la sed de los capitalinos, dejamos sin agua a otras poblaciones y como desiertos a los campos de cultivo aledaños.

El déficit hidráulico, dicen en la UNAM, ha inducido a la sobreexplotación de los acuíferos, lo cual es resultado de un mayor volumen de extracción de agua del subsuelo con respecto de la cantidad que se infiltra. Anualmente el acuífero se recarga con cerca de 700 millones de metros cúbicos, pero son extraídos 1,300 millones, es decir por cada litro de agua de recarga se extrae casi el doble.

Y es evidente… “Los procesos de deforestación, la expansión urbana hacia sitios de recarga de acuíferos y la canalización de las aguas pluviales al drenaje indican que este desequilibrio se profundizará. Además, las expectativas de una explotación más racional y de la recarga del acuífero resultan todavía inciertas”.

Pero, actualmente, a ningún funcionario, empezando por el que manda en Palacio, le importa lo que sucede y se profundiza con el paso de los días.

Tanny Guerrero, Celeste Rives, Alejandra Rodríguez, Yolitzi Saldívar y Virginia Cervantes lo advierten en un trabajo realizado en la primera década del siglo XXI, dado a conocer por el área de la Facultad Ciencias de la UNAM, en el cual ponían como ejemplo de lo que se debe hacer con el agua, a Ciudad Universitaria.

Ellas hacen notar que “…en el campus se debe abastecer una demanda de agua de 80 litros por segundo y, en promedio, el consumo diario total es de 8,050 m3”. También que, de acuerdo con la Dirección General de Obras de la UNAM, durante la última década el consumo anual promedio se ha mantenido en 3 millones de m3 de agua, independientemente de los altibajos de la población universitaria y de la continua afluencia de visitantes, los que en mayor o menor medida son consumidores de este recurso”.

Explicaban que en Ciudad Universitaria no se hace uso de la infraestructura hidráulica que suministra de agua a la Ciudad de México, ya que su abastecimiento se da a partir de tres pozos ubicados al interior del campus. El suministro y distribución del líquido incluye dos vertientes de manejo, el sistema de agua potable y el sistema de agua tratada. El primero para el consumo en las distintas dependencias, el cual cuenta con tres subsistemas: el de suministro, el de almacenamiento y el de la red de distribución de agua. Son tres pozos profundos que han mantenido su nivel inicial de extracción a pesar de la continua demanda de agua de la comunidad universitaria y de que dos de estos tienen más de treinta años de uso continuo. 

En estos pozos, denominados Multifamiliar y Facultad de Química, se realiza una extracción las 24 horas al día, mientras que en el del Vivero Alto, sólo se llevan a cabo dos extracciones diarias.

Es necesario, pues, llevar los avances universitarios a la población en general y realizar obras para que haya un mayor número de estructuras de captación y conducción del agua de lluvia hacia el subsuelo, ya sea a través de las grietas naturales del terreno, o por los pozos de absorción que han sido perforados con este fin.

Y es que, en la capital del país, actualmente, es evidente la necesidad de un plan integral de uso y manejo del agua, así como evitar la transformación en marcha de esta crisis de seguridad social, ya que los problemas de distribución y escasez del líquido, abatimiento del manto freático, deterioro de la infraestructura hidráulica y escaso manejo de aguas residuales, se acrecientan día con día y conforme crece la población.

 Hoy, es común observar en las tormentas o posterior a las mismas, las inundaciones en diversas calles (hasta ahora las más severas son en las alcaldías de Iztapalapa y Tlalpan).

Pero sucede cada año. Cada temporada de lluvias es más evidente que el cambio climático está afectando los servicios públicos de agua en nuestra metrópoli, ya que como dicen los canadienses; “es una mezcla infernal de tormentas más frecuentes y extremas, sequías y elevación del nivel del mar”.

Ellos, además, señalan que cientos de ciudades ya están haciendo frente al cambio climático, reduciendo sus emisiones de gases invernadero.

En nuestro país con este gobierno ya no. Es necesario empezar porque ese tipo de planeación implica infraestructura costosa que bien podría solventarse en la Ciudad de México, por ejemplo, si su titular, la corcholata Sheinbaum, invierte los recursos económicos que dilapida en su chafa campaña en ese tipo obras necesarias para toda la población.

Eso, actualmente, para nuestra desgracia, es casi imposible, ya que cuando no está enferma, esta promoviéndose de la ceca a la meca del país. ¿Y los problemas? ¿Cuáles? ¿Y el mantenimiento? ¿Cuál? 

¡Sea por Dios!

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