¡Auxilio!: Aterrador Panorama del Continente Americano

NIDIA MARIN

El actual, es un panorama aterrador y de tristeza para nuestro continente. Por ejemplo, mientras que en Estados Unidos los gringos se matan entre ellos y en este lado de la frontera los mexicanos también estamos exterminándonos entre nosotros, Rusia cabalga, si no en caballo de hacienda gracias a la resistencia sorpresiva de los valientes ucranianos, pero acumula masacres y sí lleva hasta ahora más de tres meses de ataques en busca de la preponderancia en el mundo.

¿Y que estamos haciendo en este continente? Pelearnos. Por ejemplo, la polarización es lo que abarca en lo general a Latinoamérica. Y como dicen los españoles, hoy la mayoría de los países latinoamericanos vive bajo el síndrome de la “casa dividida”.

Triste, pero así es. Mientras otras naciones, otros proyectos y otros avances en diversos países europeos y asiáticos, avanzan, por acá el legado guerrillero y de izquierda de los años sesenta, setenta, ochenta y noventa del siglo XX continúa colocándose en las máximas posiciones. Es la tardía Latinoamérica.

Hoy, suman ya dos (uno de ellos, Gustavo Petro, en caso de refrendar el triunfo en Colombia, aunque esta por verse si lo dejan, porque la segunda vuelta electoral se efectuará el 19 de este junio que inicia y ya están uniéndose los opositores). El otro es Nicaragua, de Daniel Ortega. Son mandatarios emanados de las guerrillas. 

Los otros gobiernos dizque de izquierda (Venezuela, y Cuba, con Nicolás Maduro y Miguel Díaz-Canel Bermúdez, respectivamente) son herencia de las dictaduras; Argentina y Bolivia a su vez (son resultado del usufructo otorgado por anteriores presidentes y mandatan Alberto Fernández, en el primer caso y Luís Arce, en el otro.

En cuanto a República Dominicana, Haití, Ecuador, Costa Rica, Perú, El Salvador, Belice, Guatemala, Panamá, Honduras, Chile y México (respectivamente con Luis Abinader Corona, Ariel Henry, Guillermo Lazo Mendoza, Rodrigo Cháves Robles, Pedro Castillo, Nagib Bukele, Juan Antonio Briseño, Alejandro Giammattei, Laurentino Cortizo, Xiomara Castro, Gabriel Bóric y Andrés Manuel López Obrador, presuntamente emanan de partidos, (con sus asegunes) cuyos militantes ganaron en las urnas.

Y, por cierto, en 2024 América Latina estará que arde, porque cinco países irán a las urnas para elegir presidente. Sí, El Salvador, en febrero; Panamá, en Mayo; México, en Junio; República Dominicana, en julio; Uruguay, primera vuelta en octubre y segunda en Noviembre; y Venezuela, en diciembre.

No es cualquier cosa, ya que Daniel Zovatto, de la Universidad Complutense de Madrid, al referirse a las exigencias de la población latinoamericana, precisa:

“Otras demandas que se han articulado están relacionadas con la inseguridad y el respeto a los derechos humanos. La falta de capacidad estatal en controlar la criminalidad ha resultado en que cuarenta de las cincuenta ciudades más violentas estén en la región, siendo México, Venezuela y Honduras los países con más homicidios durante el año 2020. A esto se les suma la creciente desconfianza frente a los cuerpos de seguridad por el uso excesivo de la fuerza en el manejo de las protestas, la lentitud de la administración de justicia y los niveles de reincidencia, evidenciando que las debilidades institucionales en materia de justicia y profesionalización de soluciones de seguridad afectan la promesa democrática sagrada del respeto a los derechos humanos y la integridad física”.

Advierte, además, lo que en lo general sucede en las naciones de nuestro continente: 

“Resaltan la paralización e inercia de los procesos de integración regional y el multilateralismo latinoamericano, así como la irrupción de China como socio comercial predominante reemplazando a Estados Unidos, y la politización de la justicia”.

Sí, como dicen otros españoles, en este caso del Instituto El Cano, sobre el actual escenario latinoamericano: 

“…es un caldo de cultivo que incentiva a ciertos movimientos y partidos a la utilización de mensajes populistas, cargados de demagogia, dirigidos a captar los instintos más primarios de una población”.

También advierten:

“Este fenómeno se agrava por la inexistencia de fuertes contrapesos institucionales, Estados débiles y sistemas de partidos desestructurados, sin credibilidad y baja legitimidad que abren paso a outsiders y líderes autoritarios que proponen utopías regresivas o exaltan un sentimiento ultranacionalista basado en la identidad”.

Y usted preguntará: ¿Cuál es la solución, por ejemplo, para México?

En primera instancia, no quedarnos callados, sino advertir y evitar que desde la desvergüenza proveniente del Zócalo sigan determinando los destinos de nuestro país, donde el derramamiento de sangre y la ilegalidad son lo de hoy.

 

  


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