La “Diabetes Democrática” que Padece México 

DE FONDO

NIDIA MARÍN

¡Y ahora es el momento! ¿A usted qué tipo de delincuente le gustaría ser? Pues su anhelado deseo podría cumplirse… sin con-se-cuen-cias. Es la oportunidad, porque son intocables. Sí, el Estado de Derecho en México navega a la deriva y nadie se atreve a dar un giro de timón, un estate quieto al que está propiciando el entierro de la democracia, porque busca convertirse en el máximo autócrata de América Latina.

Todo tiene un por qué. Perú, Brasil, Bolivia, Chile, Ecuador, Argentina y México padecen, como dijera hace tres años la directora de Latinbarómetro, Marta Lagos (de algunos otros países), de una “diabetes democrática”, mientras que Venezuela, Cuba y Nicaragua (recientemente) adolecen de un autoritarismo galopante. Por mi parte digo que sufren un cáncer leucémico: in-cu-ra-ble.

¿Hay alguien para hacerles frente y para sanarlos? Si miramos al pasado reciente estamos fritos, no sólo en México, sino en América Latina, aunque hay que aclarar que todavía nuestro país (gracias al Instituto Nacional Electoral), se cuece aparte con los otros de América del Norte: Estados Unidos y Canadá, donde los resultados electorales llevan a los mandatarios a ostentar el máximo poder. En ese mismo tenor están Costa Rica y Uruguay.

Pero, con la pena, la autocracia es una enfermedad que está atacando a diestra y siniestra. Efectivamente, las consecuencias son severas y no hay nada que se observe positivo en el horizonte para apoyar a los ciudadanos.

Aseguran Constanza Mazzimo y Roberto Bavastro (en su trabajo “América Latina: Entre la Democracia y la Autocracia y el fin del Consenso Democrático”), que desde finales del siglo pasado arribaron las denominadas “débiles e incompletas democracias adjetivadas”. Y como se ha acreditado ya en muchas naciones de nuestro continente, se ha estado observando “un deslizamiento paulatino, pero persistente, hacia el autoritarismo”. Sí, desgraciadamente es lo que denominan “una contra-ola autocrática”.

Esto que estamos viviendo no es otra cosa que una crisis de la democracia. Y usted se preguntará ¿con esos bueyes hay que arar? De usted y de millones de seres humanos, en este caso mexicanos, dependerá siempre.

Y para que no andemos con cuentos sobre el tema, son varios los indicadores clave de un líder autoritario. Por ejemplo:

Uno: Rechazo o débil aceptación de las reglas democráticas del juego.

Los expertos preguntan si es tolerable lo que hay actualmente: que los políticos rechazan o expresan la voluntad de no acatar la Constitución y en cambio aprueban el uso de medidas extra-constitucionales para realizar los cambios dentro de un gobierno.

Dos y tres del cuarteto: La negación de la legitimidad de los adversarios políticos y la tolerancia o fomento a la violencia, así como los imperantes lazos con bandas armadas, entre las cuales se ubican delincuentes en mayoreo.

Y tiene razón IDEA Internacional cuando advierte:

“Hay las democracias que mueren en las manos de líderes electos y hacen uso y abuso del poder para subvertir los mecanismos democráticos a través de los cuales llegaron al poder. Uno a uno, van desmantelando las instituciones que definen las poliarquías”.

Es claro, señala, que los retrocesos democráticos modernos ocurren desde el interior del sistema democrático, a través de reformas legislativas y constitucionales, así como decisiones políticas.

Y debido a ello, con la pena, pero como dice el dicho “consuelo de muchos, consuelo de tontos”, menos del 5 por ciento de la población mundial vive actualmente en una democracia plena. Y América Latina es un gran ejemplo, con los países ya mencionados Brasil, Bolivia, México, Chile, Ecuador, Perú, los que padecen de lo que los especialistas denominan “el malestar de la democracia”, mientras crece la desconfianza con las instituciones democráticas.

Y esto señalado es otro planteamiento de Marta Lagos, de Latinbarómetro, además del padecimiento que denominó “diabetes democrática”, cuya intención no es otra que matar al enfermo. 

Por cierto, los indiferentes son como el azúcar para el diabético, causan más daño que los opositores que no cantan mal las rancheras en estos malestares.

Sólo hay que ver en nuestro país los casos que se han estado presentando. Hoy les tocó el insulto verbal a los médicos, ayer a los periodistas, anteayer a los empresarios, con anterioridad a los maestros, así como a los integrantes del Instituto Nacional Electoral, a los de partidos políticos que no sean morenos, a los españoles, a los demócratas estadounidenses, a los legisladores y al que se le ocurra al trono del momento. 

Y de ahí que, actualmente, sumen millones los mexicanos que desean mandar al rey de los autócratas locales a Palenque, Chiapas. Para el personaje no sería novedad alguna. Está acostumbrado a que lo escupan por majadero, patán, pendenciero y aguafiestas, siempre que no sea la suya.

El asunto es que cuando se le dan las llaves del poder a un autócrata, no queda de otra más que cambiar la cerradura, no sólo la combinación. 

Esto sucede hoy en México, estado fallido por excelencia, donde los infractores de la ley están viviendo en su paraíso.

 

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