Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Ser el cacique, el amo, el señor feudal, a quienes todos los de abajo le rinden pleitesía, no es tardea fácil. Menos aún si el territorio que sin escrituras ante notario son de su dominio, está conurbado con la Capital del País.
“Espero que toda la historia de trabajo, toda mi historia de trabajo de lucha, de compromiso y de lealtad al lado del hoy presidente López Obrador y de miles de personas que nos han acompañado sean consideradas en su momento”. Es la voz de Higinio Martínez, senador de la República y dueño de vidas y conciencias en Texcoco y más allá.
Para que en Palacio Nacional lo recuerden, sacó a colación que “ha apoyado al tabasqueño durante 27 años”.
Evitó la autopista y prefirió ir por la libre.
Aunque matizó su auto destape para convertirse en el candidato de Morena al gobierno del Estado de México, con un saludo. ¿A quiénes? a la maestra Delfina Gómez y a Horacio Duarte. La crema apareció en los tacos dorados de barbacoa: “no hay nada que lo separe de ellos, porque no compite contra ellos, pues juntos han luchado contra el régimen priista y no podríamos luchar contra nosotros mismos”. Aderezó con el oro verde: no compite con Delfina Gómez y Horacio Duarte porque son sus amigos y les pidió revisar qué le conviene al Edomex para ir juntos
Con seguridad insospechada, Higinio Martínez, quien ha mantenido un bajo perfil mediático pero muy elevado en el ámbito morenista, expresó: “asumo el compromiso para encabezar el cambio en Edomex”.
Como un abogado de despacho cobrador de deudas en tarjetas de crédito, el senador mexiquense confió que espera que su trayectoria y lucha, que conoce el presidente Andrés Manuel López Obrador, se valore en Morena en cuyos gobiernos no debe caber la deslealtad ni la traición.
Durante la realización de la Convención “Mexiquenses de Corazón” -no caben los descorazonados-, un comunicado del congresista señala: “fue arropado por presidentes municipales, diputados, organizaciones sociales y representantes de otros partidos en la Convención “Mexiquenses de Corazón”.
Para disipar toda duda de que peleará hasta el último minuto, señaló: “He revisado y analizado cuidadosamente con muchos de ustedes mi posición, mi personalidad, mi capacidad, mi compromiso, mi experiencia y mi lealtad y no encuentro obstáculo alguno para encabezar este proyecto”.
¿Qué pensará el que decide?
Porque desde la pasada elección en la entidad, Delfina Gómez Álvarez. Senadora con licencia y hoy secretaria de Educación Pública, contó con todo el respaldo presidencial quien, el año pasado, la destapó como la candidata para la elección del 2023.
Horacio Duarte ha venido pavimentando su camino y confía en que el concreto haya fraguado lo suficiente como para hundirse. Coautor de la hasta ahora fallida reforma electoral del presidente López y director de Aduanas -cargo meramente administrativo porque el control real lo tiene la Secretaría de Marina- podría ser hecho a un lado. Si bien, como dice Martínez, son compañeros de lucha de toda la vida, cada cual de los tres tiene su corazoncito, sus ambiciones y están seguros de la amistad con el presidente de México.
Queda claro que Higinio Martínez tiene muchas “cuentas por cobrar” y en su poder se encuentran las facturas. El que debe pagar es el huésped de Palacio Nacional, sin importar que piensen los mexiquenses. ¿Habrá recursos para liquidar las deudas?
Por supuesto que el senador no viola ninguna ley escrita o no. Sigue los pasos de “su” presidente y simplemente adelanta los tiempos para recorrer, durante 4 meses, los 125 municipios de la entidad para “conocer” la realidad y ofertar su postura política.
¿Doblará la decisión del presidente López?
Es posible después de los desaciertos de la maestra. Sus decisiones como responsable de la educación obligatoria, no son del todo bien vistas. Sus negativos, como dicen los demoscópicos, van en aumento. Duarte le falló a su amigo y jefe con el texto de la reforma electoral y, esos puntos son aprovechados por el que se ha guardado para no ser cuestionado por las acciones desarrolladas a lo largo de su vida política.
Ser cacique es un privilegio. Aquí y allá. Y eso no pesó, sin embargo, para que su evento se mirara en blanco y negro. Pasó de manera indiferente.
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