Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
El 8 de noviembre será el “Súper Martes” en Estados Unidos. Ese día se elegirá a 36 gobernadores, 435 representantes (diputados) y 34 senadores. Es la ratificación de confianza o el retiro de ella para el presidente Joe Biden. Está en juego la permanencia del Partido Demócrata o el regreso del Republicano. Nada está escrito y, sin embargo, se advierte debilidad en el residente de la Casa Blanca y una de las acciones que podrían llevarlo a perder el control legislativo es que la Cumbre de las Américas fracasara merced el boicot iniciado por Andrés Manuel López.
Si mañana miércoles, cuando arribe a México la misión del Departamento de Estado, encabezada por el titular, Antony Blinken -salvo cambio de planes de última hora- y se dirija a Palacio Nacional para dialogar con el presidente López sobre la postura exigente de no ir si no se invita a Cuba, Venezuela y Nicaragua, no se llega a ningún acuerdo favorable para el mexicano de satisfacer su demanda, podría surgir el llamado telefónico y a través de redes a todos los presidentes latinoamericanos para que se nieguen a asistir y de esa forma iniciar un “liderazgo” con las nuevas “izquierdas” que gobiernan la región.
Hasta ahora, algunos países han reclamado, pero no rechazado su asistencia por la ausencia de las tres naciones mencionadas. Sin embargo, López se erigiría como el mandatario que puso de cabeza la administración Biden justamente en un año de elecciones que podría estar marcado por el triunfo de los candidatos republicanos.
A López ya no le importa que inviten o no a “todos”. Sabe y bien que negarle el cumplimiento de su exigencia lo catapultará a nivel hemisférico y dedicará su tiempo no para gobernar México sino para sentirse en “líder de Latinoamérica”.
No representará a la mayoría de la región. Difícil que las naciones democráticas, con todo y sus graves problemas, se sumen a lo que podría representar un aislamiento de Estados Unidos hacía ellas.
Cuenta y mucho, que países con regímenes democráticos salgan en defensa de las libertades. Aquellos que optaron, por la fuerza y encarcelando a los disidentes, cuando no los desaparecían, intentan crear un bloque que enfrente, sin las herramientas necesarias a la todavía más poderosa, económicamente hablando.
López argumenta la necesidad de unirse en la región ante el “evidente declive” de Estados Unidos y saca de la basura su propuesta de crear “algo como la Unión Europea”, respetando las historia y orígenes de cada nación, lo cual plantea no hacer un símil sino un híbrido cuyos resultados deben tomarse con las reservas del caso.
No parece fácil establecer una moneda única que podría denominar “LATA” para buscar equiparse con el EURO; permitir el libre tránsito entre las 20 naciones y las 13 islas del Caribe; que ingresen sin visado ni pasaporte; que se cree una Policía Latinoamericana, aunque cada una de ellas tendrá sus propios cuerpos. Sin la OEA, surgiría otro organismo que no “sea lacayo de Estados Unidos” y, no, no contaría con algo similar a la OTAN. Y los ejércitos serían “los protectores de la Independencia, la Libertad y la Soberanía” de la región… aunque la pobreza le llegue a todos por igual. Claro, los dictadores seguirán en la opulencia.
¿Es posible la integración del Hemisferio Occidental habiendo países democráticos gobernados por derechistas, centristas y unos cuantos izquierdistas?
Es probable. Sin embargo, sería un proyecto que requeriría décadas.
Todos los problemas que se presenten y que conoce López, dirá que se resuelven “siendo humanistas, fraternales, honestos, sin ambiciones”.
Ojalá que la misión estadounidense que llega este miércoles, logre convencer a López de lo costoso que será no solo para México sino para la región, desairar una invitación para una reunión en la que se abordarán temas que a todos los presentes les interesa.
Conociendo la terquedad del tabasqueño, buscará imitar las acciones y palabras de su “amigo” Trump para “doblar a Biden”.
Sin duda una reunión, la del miércoles, que marcará un ayer y un mañana: continuar la relación sin grandes cambios pero que beneficien a todos, frenar toda colaboración o concretar una idea de liderazgo sustentado en la “nueva izquierda”.
Algo así como la nueva trova cubana. En cualquier de los casos, sería para López una victoria… se frotará las manos y dirá que es el Mesías de América Latina. Al tiempo.
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