*Pretenden Imposiciones a Través de los Linchamientos Mediáticos
*También vía las Campañas de Desprestigio y Persecuciones
*Patente Pobreza de Convicciones Democráticas y Carencia de Ideas
*Al Descubierto Está el Proceso de Desesperación por el que Transitan
*El Impacto de su Estrategia ha Resultado Contrario a lo que Esperaban
ALEJANDRO ZAPATA PEROGORDO
Estamos delante de estrategias políticas que provienen de una lógica poco común, en un entorno de discordia y un ambiente plagado de críticas, acciones y acusaciones que francamente no abonan ni contribuyen a lograr la armonía, la paz social y menos aún al ejercicio de las libertades públicas.
Lo que el Presidente, Morena y sus aliados no han podido obtener con las reglas y principios de la democracia, mediante las herramientas del quehacer político, ahora pretenden imponerlo a través de linchamientos mediáticos, campañas de desprestigio y por supuesto persecuciones.
Las prácticas inquisitoriales puestas en marcha, bajo las consignas de: “estás conmigo o eres traidor”, “si te unes con tu voto probaras las mieles del poder; si no enfrentaras la fuerza del Estado” y muchas más que han rescatado de la época feudal, tomando lo más rancio de la etapa medieval para aplicarlo en el siglo XXI, solamente sirve para hacer patente su pobreza de convicciones democráticas y su carencia de ideas.
Su reacción ante la malograda reforma constitucional en materia eléctrica, que afortunadamente fue detenida por la oposición al ser un verdadero bodrio y una amenaza de incalculables perjuicios para el país, los ha exhibido al desnudo, lo que tanto pregonan ni siquiera son capaces de practicarlo.
Se llenan la boca con frases célebres de don Benito Juárez, sin embargo, la más importante que se le atribuye es: “entre los individuos como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz”. Ahora bien, me pregunto, si los legisladores de la oposición tenían el mismo derecho de votar conforme a su propia decisión al igual que los propios morenistas el dictamen de reforma constitucional, ahora resulta, que solo por el hecho de no coincidir con los diputados oficialistas, los califican de traidores. A todas luces es una falta de respeto, es atentar contra sus garantías públicas, ¿dónde quedó su congruencia?, se traicionan ellos mismos, es tanto como sostener que quienes no votan por Morena en las elecciones también se les puede considerar traidores a la patria, son burdos, grotescos y degradan a la actividad política.
Esa intentona por demeritar a la oposición sirvió para descubrir también el proceso de desesperación por el que transitan, es un reflejo de desanimo al no poder alcanzar el objetivo propuesto y navegar en el fracaso, por lo que deciden ante la falta de razones, denigrar al adversario, sin advertir que ante esa realidad únicamente exhiben su pobreza de pensamiento y lo limitado de sus ideas.
El impacto de su estrategia ha sido contrario a lo que esperaban, sumamente limitado, se les revirtió al desnudarlos en calidad de intolerantes, radicales y violentos, cuando la política y más aún, en tiempos difíciles como los que atravesamos, reclama y exige, prudencia, unidad, respeto y visión de Estado, aspecto del que se han apartado permanentemente, creando un ambiente de desconfianza al sembrar la semilla de la desesperanza, la división y el autoritarismo.