RAÚL Mondragón von BERTRAB
“Lo que de manera deshonesta oculta la SEP es que el nuevo paradigma es el postmodernismo, ideología conservadora que combate a la modernidad, que niega la realidad objetiva, que rechaza la ciencia y se opone a la razón. Los padres históricos del postmodernismo son dos filósofos a quienes se identifican –no por casualidad– con el nazismo: Federico Nietzche y Martin Heidegger.”
–Gilberto Guevara Niebla, La educación de la 4T, Opinión, cronica.com.mx
No se trata solo del rezago educativo con el que todos los gobiernos, desde que Vasconcelos, su primer Secretario, dejó la Secretaría de Educación Pública, le han quedado mal al país; ahora, además, se busca reformar la educación desde un nuevo “paradigma” que no es otra cosa que una embestida anti institucional más del propio gobierno, que ha preferido remendar que innovar.
Hasta antes de la ocurrencia que deshecha un modelo educativo concebido desde 1921 por estadistas con miras que no han sido igualadas en cien años, y lo sustituye con seis fases de dos años cada una, porque sí, la educación básica en México ha comprendido la formación escolar conforme a planes y programas de estudio que cubren desde los tres hasta los quince años de edad, cursándose a lo largo de doce grados, distribuidos en tres niveles educativos: tres grados de educación preescolar, seis de educación primaria y otros tres de educación secundaria.
Es menester empezar a decir las verdades enteras, no a medias, en este país. La educación en México ha quedado a deber, siempre, pero aquella elemental ha dado bases sólidas a no pocos profesionistas de calidad mundial, quienes han podido acceder a una educación superior. Una vez más el problema no era la forma, sino el fondo. Llevar esta educación a más y más mexicanos debió ser el objetivo, el enfoque.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) aprovechó las tendencias educativas surgidas de la pandemia para plantear escenarios futuros en la materia: “La educación ha beneficiado tradicionalmente el crecimiento económico al habilitar la movilidad social y cultivar las competencias necesarias para que los individuos participen en la economía. Proveer educación de alta calidad de manera continua y en todos los ámbitos, es clave para elevar y adaptar las habilidades requeridas por todo ciudadano para contribuir a la sociedad, sin importar su edad. Es también importante para despertar la conciencia medioambiental y desarrollar las habilidades de pensamiento crítico, necesarias para un futuro sustentable, tanto en el planeta como en la nueva frontera aeroespacial”.
La OCDE va más allá al aventurar que la educación puede contribuir a fomentar prósperas relaciones con nuestras mentes y cuerpos, con los otros y con el mundo natural, por lo que resulta clave para pensar ante nuestros retos sociales y éticos, tomando en cuenta el bienestar individual, así como el colectivo y el planetario.
En ninguno de los cuatro escenarios prospectivos planteados por el organismo internacional, se contempla el ocioso y fútil cambio de intervalos cíclicos e intentos paradigmáticos introspectivos. La única ideología imperante en todos es la tecnología, la inteligencia artificial que impacta ya toda arena humana. En un primer horizonte la escolaridad se extiende en un marco de colaboración internacional y avances tecnológicos que soportan un aprendizaje más individualizado. Aquí las estructuras y los procesos existentes permanecen.
En un segundo escenario, la educación se externaliza y los sistemas escolares tradicionales se fragmentan mientras la sociedad se involucra más directamente en educar a sus ciudadanos. El aprendizaje tiene lugar a través de acuerdos más diversos, privatizados y flexibles, con la tecnología digital como impulsor clave.
Otra posibilidad son las escuelas como centros de aprendizaje orbital, con la diversidad y la experimentación como la nueva norma. Abrir las paredes escolares conecta a la escuela con su comunidad y favorece dinámicas formas de aprendizaje, compromiso cívico e innovación social.
Y finalmente el escenario que se antoja algo utópico, del aprendizaje sobre la marcha, en el cual la educación tiene lugar en todos lados y a todas horas. La distinción entre educación formal e informal pierde validez mientras la sociedad se transforma por completo al poder de la máquina.
Los retos para la autoridad pública en cada uno de estos escenarios no son menores, desde dar cabida a la diversidad garantizando la calidad a lo largo de un sistema común, hasta competir como un proveedor más fomentando competencias del siglo XXI y para la aldea global.
Explíquenle a Marx…