Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
Cuando andas de soltero y sin que nadie te tire un lazo, en el pasado era común concertar citas a ciegas. Hoy con las redes como Facebook e Instagram es fácil saber con quién tendrás el encuentro. Claro, si ella o él aceptan.
Sorprendente la declaración presidencial en torno a que este viernes tendrá una entrevista virtual con el presidente Joe Biden sin saber de qué se trata.
Desde la Casa Blanca, afirma, nos solicitaron la llamada.
“…lo cierto es que no sé cuál es el propósito, creo que es una llamada para compartir puntos de vista, y creo que esto ayuda mucho, puede ser el tema migratorio, puede ser lo que está sucediendo en Rusia con Ucrania, puede ser lo de la Cumbre de las Américas, hay varios asuntos que estamos tratando o que cada quien tiene su opinión, pero nos escuchamos y nos respetamos”.
Horas más tarde de la declaración, Marcelo Ebrard, titular de exteriores -y quien debió hacer el anuncio guardando los protocolos diplomáticos- salió a confirmar la entrevista virtual y aclarar que se abordarán dos temas: migración y economía.
Resulta poco creíble que una cita, llámese para entrevista, no se sepa que se abordará. Se trata de un diálogo entre dos presidentes -que gobiernan países con enormes asimetrías- que, seguramente, tendrán muchas cosas que exponer mutuamente. Quizá reclamos, quizá reconocimientos, quizá diseño de políticas.
Vaya usted a saber. Debe haber una agenda. No es un diálogo de cuates en el que se cuentan chistes, hablan de mujeres, comida, autos, diversiones y viajes, por ejemplo.
¿Cómo es posible ignorar para qué te llaman?
Si es para cobrar, ya sabes qué contestar. Si es para prestar, también.
Un Presidente, sea de cualquier nación que fuere, que se va entrevistar con un homólogo, no será solamente para darse apapachos, sonreír y decirse: hola ¿cómo te va?… ¿no de pegó el Covid-19?…
No. Los diálogos presidenciales se pactan y se fijan los temas.
La conocida agenda oficial que, por regla, no tiene todos los asuntos pendientes o resueltos que deberán abordarse.
¿Cómo prepararse si se ignora de qué se hablará?
En estos casos y en ausencia de quien lleva jalando las riendas de las relaciones diplomáticas, el embajador plenipotenciario, tiene la obligación de estar enterado de los problemas que preocupan al gobierno respecto de otro.
Si Marcelo Ebrard no recibió la información del representante diplomático, Esteban Moctezuma, es una grave falta de comunicación. Los puentes que se tienden entre el embajador y su jefe directo, el secretario del ramo, no pueden estar rotos y que aquí, por ejemplo, se ignore si hay situaciones incómodas que deben resolverse y para ello, se envían las llamadas tarjetas informativas acompañadas de documentos que sustenten lo que se informa.
No tiene lógica que el presidente López revele que de Estados Unidos pidieron la llamada y se concretara fecha y hora para hablar ¿de qué?
Si de migración y economía, como dice el responsable del área, nada tiene que ver el mundo de posibilidades que consideró el presidente en su anuncio.
¿También en las relaciones internacionales se ocultará la verdad?
¡Cuidado! Recordar que la Casa Blanca emite comunicados con las versiones de lo charlado, no es ocioso.
Nos enteraremos de todas maneras.
Diría el clásico ¡pero qué necesidad!
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