*La Sociedad Demanda y Necesita Gobiernos Transparentes
*La Libertad Cuando es Acotada; de Otra Forma es Libertinaje
*Inaceptable Esconderse Bajo la Excusa de Seguridad Nacional
POR EZEQUIEL GAYTÁN
Uno de los aspectos más significativos de la democracia moderna es la rendición de cuentas de un gobierno. Léase, nos tiene que informar acerca de las decisiones que toma. En otras palabras, tenemos derecho a saber los motivos por los cuales tomó la decisión “A” y no la “B” o la “C”. También tiene obligación legal de hacer de nuestro conocimiento respecto del uso y destino de nuestros impuestos. Es decir, en qué se gastó nuestro dinero, cómo lo ejerció, bajo qué criterios, cuándo lo hizo, a quiénes benefició, a quiénes afectó, por qué decidió priorizar y favorecer a un determinado grupo social y no a otro. Por supuesto, además, nos debe informar acerca del impacto social y ambiental de sus obras.
El Estado crea leyes y debe apegarse a ellas con el fin de proteger a su población y defenderla de amenazas. Lo cual no es una excusa o argumento a fin de actuar en la opacidad. Es cierto que existen las áreas de seguridad nacional y, por lo mismo, el gobierno debe ser consecuente en esa materia, así como en materia de seguridad pública y económica. Pero de ninguna manera debe escudarse y decir que todo es seguridad nacional a fin de ocultar información básica. Aún más, la Administración pública debe ofrecer a la sociedad respuestas responsables verídicas, de manera oportuna y orientada a resultados, pues la gestión debe de ser mediante la demostración de habilidades, capacidades, competitividad, actitud y aptitud de un servicio transparente.
La sociedad demanda y necesita que su gobierno le rinda cuentas y, a la vez, lo haga mediante el diseño de políticas públicas que nos permitan supervisar, controlar y fiscalizar. Pues ese es uno de los mejores argumentos e instrumentos sociales a fin de prevenir actos de corrupción, así como evitar que las personas servidoras públicas se desenvuelvan con impunidad. La idea de la transparencia y la rendición de cuentas es robustecer la relación de un gobierno abierto con la población y, consecuentemente, evitar malas decisiones y omisiones gubernamentales que jurídica, política, social y administrativamente nos dañen.
El derecho a la información pública es un Derecho Humano y lo encontramos en los artículos seis y ocho constitucionales. Con lo cual se nos garantiza, además, el derecho de petición y, en su caso, señalar al gobierno cuando comete daño patrimonial a los ciudadanos, pues es responsable de manera directa o indirecta de sus acciones, faltas y descuidos. Con lo cual el valor de un bien o servicio público gubernamental debe otorgarse con eficiencia, eficacia y sobre todo anteponiendo la ética como marco de actuación en la relación gobierno-sociedad.
El derecho social al cumplimiento administrativo se concretiza en el derecho Administrativo, lo cual implica entre otras cualidades que la sanción a la violación de las normas aplica a las personas servidoras públicas y también a nosotros como individuos. En otras palabras, la cultura del cumplimiento de los deberes impacta por igual a todos aquellos que entramos en contacto con la prestación de los servicios públicos gubernamentales y eso implica la estabilidad mediante el acuerdo y el consenso social que protege la legalidad.
Solo así, cuando la madurez jurídico-política de una nación alcance la colaboración entre sociedad y gobierno, se respete la ley, aunque nos parezca injusta y se fortalezcan las instituciones en sus tres poderes y en sus tres órdenes es que alcanzaremos la democracia y la plena libertad. Porque la libertad sólo lo es cuando es acotada; de otra manera es libertinaje.
Un gobierno que prefiere la opacidad y evita por todos los medios posibles la rendición de cuentas es que tiene mucho que esconder, mucho que solapar y mucho que despojar. Peor aún, es un gobierno que se mofa de los ordenamientos jurídicos cuando nos dice “y no me vengan con el cuento de que la ley es la ley”. Léase, se trata de un gobierno que se resiste a la democracia. Aunque haya llegado por ese medio.
La falta de argumentos conceptuales, contundentes, precisos y concisos de la actual administración y sus respuestas ambiguas “de tener otros datos” levantan sospechas, crean dudas y nos aproximan al temor del autoritarismo. Tal vez estoy equivocado y exagero mi pronóstico, pero no el diagnóstico y ese es lo medular del problema: el desdén de la actual administración por rendir cuentas y su obsesión por no ser transparente al esconderse bajo la excusa de la seguridad nacional como un atajo que viola al Estado de Derecho deja mucho que desear. Me temo que este gobierno tiene más actitudes de un gobierno corrupto y antidemocrático que transparente y abierto.