Punto de Vista
Desapariciones Forzadas…
Por Jesús Michel Narváez
Demoledor, por decir lo menos, es el informe dirigido a México, del Comité Contra Desapariciones Forzadas de la ONU.
La narrativa de los visitadores que acudieron al país en noviembre del año pasado no deja duda: hay desdén del Gobierno para buscar y encontrar a las víctimas.
En el Castillo de la Pureza en el que se encierra el Jefe del Ejecutivo federal y al que se acercan a cobijarse sus funcionarios, no debe hacer caído nada bien que los investigadores del Comité hayan señalado que “la delincuencia organizada se ha convertido en un perpetrador central de desapariciones en México, con diversos grados de participación, aquiescencia u omisión de servidores públicos”.
¿Cómo es posible que así sean los hechos en una transformación pacífica y con protección a los grupos criminales que controlan el 33 por ciento del territorio nacional?
Concediendo sin aceptar la existencia de las “buenas intenciones” de Alejandro Encinas Rodríguez, subsecretario de Derechos Humanos y Población de la Secretaría de Gobernación, encuentre en sus búsquedas policíacas -sin ser ministerio público- que las fiscalías y procuradurías estatales no hacen su chamba y ello dificulta hallar a responsables de homicidios de periodistas y autores de secuestros y desapariciones. Los funcionarios de la ONU sí hurgaron y determinaron que el crimen organizado -abrazos, no balazos o los acuso con sus mamás y abuelas (dixit AMLO)- y servidores públicos conviven y se protegen entre sí para al cometer el delito de desaparición forzada.
“Las desapariciones siguen afectando principalmente a hombres de entre 15 y 40 años. No obstante, las cifras oficiales muestran un aumento notable de las desapariciones de niños y niñas a partir de los 12 años, así como de adolescentes y mujeres, tendencia que se agudizó en el contexto de la pandemia de la enfermedad por Coronavirus”, confirmó el Comité y agrega que víctimas y autoridades también reportaron desapariciones que tenían por objetivo la trata y explotación sexual”, dice parte el informe.
Y yo preguntaría: ¿son confiables las cifras oficiales que les dieron?
Porque la deformación de los hechos, la manipulación y el desvío de la atención, son parte de la “filosofía” gubernamental, además de haber convertido a los colaboradores en expertos cocineros de ¡atole con el dedo!
El informe aborda especial preocupación por la situación de los defensores de los derechos humanos, algunos de los cuales han sido desaparecidos por su participación en búsquedas. Y de los comunicadores pone el dedo en la llaga y muestra preocupación: más de 30 periodistas entre 2003 y 2021, ninguno de los cuales ha sido localizado.
El Comité urgió a México a fortalecer los procesos de búsqueda e investigación, brindar apoyo humano y financiero adecuado a la Comisión Nacional de Búsqueda y a las comisiones locales, y asegurar la coordinación sistemática y efectiva de todas las instituciones involucradas en el proceso de búsqueda, investigación, reparación y acompañamiento a las víctimas.
Este párrafo debe haber provocado una gastritis marca chipilín. Porque si algo se ha hecho es eliminar del organigrama instituciones que tenían la encomienda de buscar y buscar hasta encontrar. Los pocos que quedan, no cuentan recursos económicos y por ende humanos.
El Comité encontró alarmante tendencia al aumento de las desapariciones forzadas porque fue facilitada por la impunidad casi absoluta.
“Hasta noviembre del año pasado, solo un porcentaje muy pequeño de los casos de desaparición, entre el 2 y el 6 por ciento, habían resultado en procesos penales, y solo se habían dictado 36 condenas en casos a nivel nacional. La impunidad en México es un rasgo estructural que favorece la reproducción y el encubrimiento de las desapariciones forzadas y pone en peligro y causa zozobra a las víctimas, a quienes defienden y promueven sus derechos, a los servidores públicos que buscan a las personas desaparecidas e investigan sus casos y a la sociedad en su conjunto”, revela.
Largo documento. Bien estructurado. Con datos oficiales y otros investigados en diferentes fuentes.
El resultado es demoledor para quien dice preocuparse por sus gobernados y utiliza el tiempo en degradar a sus adversarios. Ojalá y lo lea y no hojee simplemente las tarjetas, en donde se oculta lo escrito, que le envía el ciudadano Marcelo Ebrard.
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