Cinco impresiones de la revocación de mandato

Dr. Víctor Alarcón Olguín.

 

Los comicios son un derecho y una obligación. Aunque abstenerse u anular son igualmente opciones políticas y de conciencia que deben respetarse sin repercusión alguna (y que en sí mismas mandan un fuerte mensaje que no se puede desoír ni desatender por la “mayoría” que seguramente se aducirá surge de este ejercicio), como ciudadanos es importante  hacer uso de la “voz” yendo a la casilla.

 

1) La construcción de la democracia mexicana no comenzó en 2018, sino que nos ha llevado varías décadas impulsarlo con el concurso de muchos actores/as provenientes de todo el espectro político. Si bien considero que el país debe tener a un gobierno progresista, esto no puede ser a cualquier costo u cesión de nuestros derechos y libertades. Regresar al verticalismo del “estilo personal de gobernar” es quizás una de las razones que obliga a rechazar que estemos dando vueltas en U para regresar a un pasado político que solo alcanza para lo necesario e irla llevando.

En contrapartida, asumir que se debe castigar y hasta pedir la salida del país a todo “aspiracionista meritocrático/a”, es ser un poco omisiones de la pluralidad del país. Aunque paradójicamente si hay algo que raya en el colmo del aspiracionismo es ver haciendo futurismos para el 2024 alrededor de la revocación.

2) Participar en el ejercicio es honrar al esfuerzo de una ciudadanía que no necesita de tutelajes o paternalismos, y que contribuye con su trabajo voluntario a que se cuenten los votos de manera adecuada.

3) Por desgracia, el país regresó al escenario de una contienda dispar en donde bajo la etiqueta de una asociación civil “singular”, de la que no se podrán saber ni sus gastos ni sus esquemas de patrocinio (porque la propia ley de la materia omitió darle atribuciones al INE para supervisar la canalización de recursos públicos y privados) con los que se pagaron a “activistas”, influencers y boots que viajaron por todo el territorio nacional e incluso hicieron videos “a título individual” en redes sociales promoviendo el voto, práctica prohibida por la propia ley aprobada por la mayoría oficialista en el Congreso, que indicaba (también paradójicamente) al INE como la única instancia responsable en materia de la difusión del proceso.

4) Otro tanto ha ocurrido del lado contrario, donde se hizo un llamado a boicotear el ejercicio, empleando medios y estrategias de diversa índole. El INE por ambos lados quedó rebasado en este punto, a pesar de todos los esfuerzos que se hicieron para buscar un terreno intermedio que generase un clima de confianza.

5) Al margen del resultado, el país perdió nuevamente una oportunidad sustantiva para dialogar sin estridencias, para reconocerse y definir la orientación de sus políticas, evaluando sólidamente de manera informada a sus gobernantes.

Quienes salimos este día votamos por razones diversas: por inercia, por deber, por consigna, por miedo, por presiones. En casa (por desgracia) se quedó la mayoría del país, no porque las casillas del INE estuvieran o no lejos, sino porque no vieron un asunto que los conmoviera. Este es el fracaso de la clase política que nos mantiene sumidos en su juego bipolar. Seguiremos por el resto del sexenio en el país de ficción que uno y otro grupo insisten en ver.

 

Víctor Alarcón es doctor por la Universidad Autónoma Metropolitana, donde es profesor e investigador. Fue presidente de la Sociedad Mexicana de Estudios Electorales y es miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

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