Breviario sobre la polarización

Federico Bonasso

Me imagino que algo aporta a la vida de los odiadores el agredir y ser agredidos. Quizás una razón de ser: allí donde había una cotidianidad anodina o un destino previsible, se experimenta el espejismo de ser algo; en algún lado, alguna vez. 

A esta gente, invitarla a conversar es como escupirle. Atender el argumento del interlocutor es para ellos una herejía. ¿Para qué abrir la puerta de la duda? Si en las certezas del odio hay, por lo menos, un remedo de identidad.

¡Cómo se te ocurre ablandarte y considerar la concordia! Los odiadores (algunos bien disfrazados de sofisticados analistas) no quieren reconciliarse con el otro. Ese otro al que no conocen, pero odian. Y del que dependen para ser alguien. En el odio hay una adrenalina mucho más placentera que en una conversación serena. A despecho desde luego del bien común y otras zonceras que hoy han caído al tacho de la basura. 

 

El que practica la humildad es un pelele. Mal visto. Premiada la ceguera, el bullying y el desprecio. Cuanto más y mejor me burle del otro más likes tengo, más seguidores. La vanidad hoy se fortalece con odio.

 

¿Quién es del todo ajeno a este deporte? El abandonar la tribu significa perder el sitio en el mundo. Y muy pocos valientes se atreven a andar solos.

 

A veces sueño que se reconcilian los dos bandos del odio, y que los insultos se convierten en diferencias. Los ataques en propuestas. Las guerras sucias en críticas constructivas. Pero pronto algún odiador, impermeable a la evidencia, me da un bofetón con su iglesia y me despierto.

 

Federico Bonasso es músico y escritor. Su último disco es La subversión. Es autor de Diario Negro de Buenos Aires. 

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