CARLOS BORTONI*
Hay cosas que se pueden democratizar… y hay asuntos que deben mantenerse alejados de la mayoría en aras de preservar los privilegios de la minoría. Cuando menos… la ilusión de privilegio de esa minoría. Los aeropuertos pertenecen a este segundo grupo. Suficiente tiene que soportar nuestra clase media… retrograda y aspiracionista… con que existan aerolíneas como Volaris o Viva Aerobús que abaratan el costo de los boletos permitiendo que viaje gente que no debería hacerlo… como para que ahora se les obligue a pasar el trago amargo de tener un aeropuerto internacional que no es el de Texcoco… que no fue una obra faraónica… que no les queda cerca y que ―¡horror de los horrores!― se plantea como una obra del pueblo. Esa afrenta no se quita ni con Carlos Slim diciendo que el AIFA es construcción espectacular… construida en un tiempo extraordinario…
Ken Salazar festejando e invitando a festejar… Alfredo del Mazo sosteniendo que es la obra de infraestructura mexicana más importante en lo que va del siglo… o Carlos Hank González calificándolo como algo impresionante. No. No basta con que los ídolos de los emprendedores aprueben el aeropuerto de la 4T cuando… en lugar de gastar millones para construirlo y realizar una licitación que permitiera desviar fondos… se utilizó al Ejército -sacándolo de las calles y distrayéndolo de la importante labor de reprimir a la población- para hacer lo que la oposición ha bautizado… sin desprecio alguno al grueso de la población del país… como una central avionera.
Orillados a replegarse en ese clasismo identitario… que es lo único que conservan para comunicarse con un sector que más que gozar de los privilegios de clase que defienden… aspira a disfrutar de sus migajas… la oposición hizo gala de memes y comentarios de una profundidad ideológica inigualable para desarticular el discurso del gobierno y de quienes piensan que el AIFA es una obra de gran envergadura. Compartieron imágenes de maletas (cajas de cartón amarradas con mecate) para los usuarios del AIFA… un camión con alas… viejo y destartalado -demostrando que el clasismo cuenta con recursos clásicos como el guajolotero- aterrizando en las pistas del aeropuerto… el presidente vestido con un mandil y llegando al aeropuerto con una gallina bajo el brazo. O publicaron cartones como el de Daniel Camacho en el diario Reforma donde aviones colgaban de la torre del control de AIFA como Voladores de Papantla… sugiriendo que quienes apoyan la CuatroTe solo podrían volar de forma ritual como lo hacen los herederos de los pueblos mesoamericanos.
Detrás de está andanada filosófica… se pretende recordar a esa población envalentonada por la CuatroTe y ese discurso aberrante que les permite identificarse con el presidente como nunca antes en la historia del país… que hay temas intocables… que los aeropuertos están para servir solo a 3 de cada 10 mexicanos… que un Aeropuerto Internacional no puede vender antojitos mexicanos (a menos que sean de Pujol) porque debe atender solo a “ciertas personas: gente de negocios… ejecutivos… estudiantes… profesionales… artistas o deportistas”… que sólo “el pueblo que nunca podrá viajar en avión defiende el Aeródromo Interestatal Fuerza Amlover”. Que el AIFA sólo puede emocionar a “gente mediocre” y que hay un sector de la población ―con representación política―dispuesto a defender el privilegio de excluir al resto de la población.
Ahondar en el clasismo no solo garantiza que la oposición conserve ese núcleo minoritario pero solido de seguidores incondicionales que votarán por ellos por el sólo hecho de diferenciarse de aquello a lo que temen parecerse… votarán por ellos para creer que son descendientes directos de Hernán Cortés o fantasear con que vivir con las tarjetas de crédito a tope los hace dueños de los medios de producción. También resolverá de una vez por todas la creciente polarización que vive nuestro país al segregar a la población como en los mejores tiempos del sistema de castas colonial… garantizando que la pigementocracia no se sienta amenazada y que no se ponga en riesgo su frágil estabilidad emocional al verse obligada a coexistir con aquellos que desprecian.
Carlos Bortoni es escritor. Su última novela es Dar las gracias no es suficiente.
@_bortoni