El Presidente y el Imaginario
Temor de un Golpe de Estado
Su Apoyo: los Pobres “que son muy Leales”;
70 Millones de Mexicanos Reciben sus Odios
*Nueva Estrategia: Convertirse en Víctima
¿y Verdugo? de Periodistas y Clase Media
*De Ahí que Asegure que Buscan Darle un Golpe de Estado que Sólo Está en su Imaginación
*“Atender a los Pobres que son muy Leales, es ir a la *Y a Finales de Enero Perdió Entre 7 y 9 Puntos de Popularidad por sus Dichos y Erratas
*Su Quebrantada Salud Acelera sus Odios y, Además, Miente al Acudir al Hospital Militar
JESÚS MICHEL NARVÁEZ
Preparar el camino, pavimentarlo, convertirse en víctima y promover la idea de que “los conservadores son golpistas”, lo que equivale a denunciar un complot para derrocarlo, es la línea que marca el presidente Andrés Manuel López, sin que haya mediado ningún indicio de un “golpe de Estado”.
Los golpes de Estado no los dan los civiles. Son las fuerzas castrenses.
Y para que exista una rebelión que busque derrocar a un Presidente, sea aquí o allá, se requieren armas, preparación, estrategia generalmente militar y dinero, mucho dinero.
Un golpe de estado no es matar a una mosca a periodicazos. Es algo serio en cuyo caso surgen los grupos irritados con la política gubernamental y patrocinan a los mercenarios que deberán actuar en su momento.
Inexplicablemente, el presidente López Obrador ha calificado a los medios, sus dueños; los periodistas y conductores de radio y televisión, de encabezar una campaña golpista, cuando la crítica no se censura en ningún país democrático.
Hace un par de semanas, el presidente López señaló que hay una “estrategia golpista” en su contra a través de los medios de comunicación “mercenarios” y que “se venden o se alquilan”, aunque aseguró que ésta no ha hecho mella en su gobierno. Lo dijo el día 19, en Ramos Arizpe, Coahuila, justamente en el 109 Aniversario del Ejército Mexicano, el nuevo, el constitucionalista.
Ahí mostró el verdadero interés por los pobres.
“Sin el apoyo del pueblo tampoco habríamos resistido la intensa campaña en nuestra contra (…) Hemos dicho que por el bien de todos primero los pobres, porque esta expresión además de humana y justa, implica algo políticamente importante, atender a los pobres que son muy leales, es ir a la segura para integrar a las mayorías al proyecto transformador, superar la opresión y alcanzar el ideal de vivir en una sociedad mejor, más justa, igualitaria y fraterna”
No paró ahí. Insistió:
“La estrategia golpista a través de los medios de comunicación que se venden o se alquilan: mercenarios; esa estrategia que se aplica en casi todo el mundo para debilitar a dirigentes y gobiernos que enfrentan el poderío, corrupto de las élites, aquí en nuestro país no hacen mella, en expresión de Juárez: no le quitan ni una pluma a nuestro gallo. México no es tierra de conquista y rapacidad, poco a poco las élites se tendrán que ir acostumbrando; poco a poco porque en México manda la mayoría y se gobierna con honestidad y con justicia”,
Por supuesto, no es la primera ocasión que califica de “golpistas” no solo a los medios de comunicación, sino a los padres de los niños con cáncer, a las feministas, a organizaciones de la sociedad civil, al personal médico durante la pandemia y un largo etcétera.
EXACERBAR LOS
ANÍMOS, LA META
Al presidente López que, sostiene, no le han quitado una pluma a su gallo -dice que invocó a Benito Juárez-, le han pegado en la línea de flotación de la nace que conduce, hasta ahora, sin utilizar la brújula.
Según las encuestas de fin de mes, perdió entre 7 y 9 puntos de popularidad. Los temas que lo afectaron: el descubrimiento de la lujosa vida que se da su hijo José Ramón y el ataque desproporcionado en contra de los medios de comunicación, sus dueños, los editores, los columnistas, específicamente Reforma, El Universal, Latinus, y también de Mexicanos Contra la Corrupción y, difícil de no creer, por la inflación que ha reducido el poder de compra de millones de mexicanos.
Para el presidente de la República toda crítica, toda manifestación que no lo apoye, las declaraciones de los conservadores y la violencia, son alimentadas por los grupos reaccionarios que extrañan la corrupción con la cual se enriquecieron, robaron al país y eso no se lo perdonan.
Exhibir cotidianamente las malas intenciones de sus adversarios e incluso acusarlos de delitos graves sin que exista hasta ahora una denuncia, por ejemplo, contra las empresas presuntamente evasoras de impuestos, ni de aquellas que robaron al país como Iberdrola, OHL, Odebrecht, genera en el ánimo de los que se sienten explotados, rabia. Y eso aprovecha el presidente para repetir que el apoyo del pueblo es el que lo ha hecho resistir la embestida golpista.
A tres años de su gobierno y con el ejercicio democrático de Revocación de Mandato a la vuelta de la esquina, el inquilino de Palacio Nacional no cesa en los ataques, no críticas, hacia sus adversarios. Los encuentra en todos los segmentos sociales, excepto en el que componen los pobres.
A los clasemedieros los llama “aspiracionistas”. A los ricos los bautizó como “fifís”. Nadie escapa a su afirmación de que los neoliberales -la mayoría de mexicanos que frisan entre los 30 y 40 años- fomentaron la corrupción y ahora que perdieron sus “privilegios” utilizan a los medios mercenarios, los que se alquilan, para denostar su gobierno y encaminarse al golpe final: derrocarlo.
Por ello, trata de exponer a los que no están de acuerdo con su proyecto de gobierno.
Ha dicho: estás con la 4T o en contra. No hay punto medio.
No son pocas las voces críticas que reconocen en el actuar del presidente la presencia de la autocracia, paso anterior para llegar a la dictadura.
El presidente ha negado querer estar más allá de su mandato, que finaliza el 30 de septiembre de 2024. Sin embargo, aprovechando la Revocación Mandato, ordenó que la pregunta incorporada en la Ley Reglamentaria, se planteara si le perdieron la confianza o si quieres que termine su mandato.
Nada sucedería con ganar o perder en el ejercicio democrático. Lo preocupante es su reiterada expresión: “el pueblo decidirá si me quedo o me voy… será cosa de la naturaleza o del Creador si sigo”.
SU QUEBRANTADA
SALUD ¿ACELERA SUS ODIOS?
Oficialmente, el vocero presidencial, Jesús Ramírez Cuevas, dio a conocer a través de su cuenta de Twitter, que el presidente López se encontraba en el Hospital Central Militar para realizarse un “chequeo de rutina”.
Por la tarde del 21 de enero, la versión cambio: ha sido sometido a un cateterismo y regresó a Palacio Nacional. La información no fue correcta. El paciente durmió en el nosocomio.
Por recomendación del equipo de médicos que lo atendió, el presidente fue obligado a reducir sus jornadas de trabajo y suspender las giras.
Durante los siguientes 15 días, además de no asistir a sus mañaneras, los dedicó a “caminar”, “hacer ejercicio”, “macanear”, asistir a las instalaciones del Colegio Militar ubicadas en Tlalpan y subir la montaña. Ahí declaró: Puedo caer, pero me voy a levantar”.
Reintegrado a sus actividades de manera normal, el presidente volvió a la carga en contra de los medios, los conservadores y los neoliberales.
Todo apuntó hacia el “complot” que se está armando para consumar el golpe.
Algunos médicos, especialistas en corazón, divulgaron opiniones que pusieron al descubierto que la salud del presidente no es del todo buena.
Y él lo reconoce al informar que toma un coctel de medicamentos.
En la segunda quincena de febrero, las versiones de que habría sido nuevamente hospitalizado, corrieron como reguero de pólvora. La Presidencia de la República no negó, pero tampoco desmintió los rumores.
¿La pérdida de salud lo lleva a amenazar, violar leyes, imaginar el golpe de Estado?
El tono de los señalamientos, dicen que sí.
Pasó de llamar “mafia de la prensa” a medios de comunicación “mercenarios” y que “se venden o se alquilan”.
LOS TRES GOLPES
DE ESTADO EN EL PAÍS
Desde la Independencia, México ha registrado dos golpes de Estado y un autogolpe.
La historia refiere que, en 1847, Matías de la Peña Barragán derrocó a Valentín Gómez Farías- México vivía la guerra con Estados Unidos y fue el sector más conservador del ejército mexicano el que conduce el golpe de estado en la llamada Rebelión de los Polkos.
1913, Victoriano Huerta depone y asesina a Francisco I. Madero, culminación de la conocida como Decena Trágica Victoriano Huerta instaura una dictadura militar.
El autogolpe ocurrió en 1858 cuando Ignacio Comonfort decidió aliarse al Plan de Tacubaya y dimitió. Benito Juárez asumió el cargo conforme a lo marcado por la Constitución de 1857.
Desde entonces, y no sin rebeliones militares, ningún presidente de México ha sido depuesto por un golpe de Estado.
En 1968, se cuenta sin documentar, que varios mandos militares estuvieron en desacuerdo con la la matanza de Tlatelolco y buscaban tomar medidas para deponer a Gustavo Díaz Ordaz. La lealtad del general Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional, apagó las chispas antes de que el incendio avanzara.
Durante el mandato de Luis Echeverría se habló de la “rebelión de los coroneles”, algo que tampoco nunca se reconoció oficialmente.
La historia revela que los golpes de Estado los realizan los militares, no los civiles, aunque en algunos casos sean los aportadores de los recursos económicos e incluso armas.
Hoy, las condiciones no son las de siglos y décadas atrás. La democracia está vigente y los militares le son leales al Presidente de la República, el comandante supremo.