Ética para Celia. Contra la doble verdad. Ana de Miguel. Ediciones B / Random House Mondadori. Barcelona. 2021. 200 páginas
DAVID MARKLIMO
De una parte, a esta fecha, se ha puesto de moda poner en duda el aporte de Aristóteles y los clásicos por su pensamiento exclusivamente masculino. Existe la idea de que él, al igual que otros en su época, concebía a las mujeres como meras “vasijas para la reproducción”. A este argumento, habría que añadir que uno de sus libros más famosos, Ética a Nicomaco (o Ética Nicomaquea, según sea la traducción) es una larga reflexión para su hijo, pese a que también fue padre de una niña.
Así Ética para Celia, de Ana de Miguel, está escrito desde el vocativo en constante diálogo con la hija. Tiene un lenguaje claro, ingenioso y cercano, que hace un repaso por las disciplinas de la filosofía desde el principio de la historia de las ideas, pero pone en particular en el feminismo. Se parte del principio, más o menos espartano, que al nacer el ser humano ingresa a un mundo de clasificaciones, determinado por los hombres. Hay matices importantes, pues el feminismo no niega la diferencia entre niños y niñas, lo que niega es la forma de ser específicos de una y otro. No se es distinto por naturaleza sino por esencia. Además, incluye a modo de registro algunos diálogos que la autora mantiene con su alumnado en clase y le sirven de ejemplo para demostrar lo disciplinado de los cuerpos en el patriarcado. Por ejemplo, cuando su alumnado feminista, defiende a Nietzsche obviando que consideraba a las mujeres “el juguete más peligroso”.
La filosofía nos enseña que lo importante son las preguntas que nos hacemos, siempre que formulemos bien nuestros interrogantes y nos preguntemos por el fundamento de nuestros proyectos. La ética, por su parte es una invitación a ponerse en el lugar de los demás. Tenemos, así, una ética basada en una doble verdad: lo que es bueno y valioso para los hombres no lo es para las mujeres y viceversa. Por eso cuesta tanto la igualdad, porque se ha construido una ética y una política legitimadora de la desigualdad y de la opresión sexual. A lo largo de la historia, con ellas, ha valido casi todo: desde borrar su nombre y su historia hasta la violencia sexual. Es más, aquí se pone de manifiesto que en la Ética se habla poco de la sexualidad. Quizá, con esta invitación a la entropía del género, al hacerlo desterraríamos la cultura de la violencia y la violación.
Por eso, para la autora, es hora de hacer autocrítica. Considera que la ética es la rama práctica de la filosofía. Se trata de revisar lo que se considera aceptable desde la perspectiva igualitaria. De Miguel busca escribir algo más conforme con estos tiempos, pues como dice desde la primera página, no está pensada por y para varones, como si lo hiciera Aristóteles, sino que, por el contrario, Ética para Celia considera que tanto hombres como mujeres son sujetos morales legítimos y, por tanto, susceptibles de revisar las concepciones éticas aunque sea dentro de un sistema patriarcal. Es también un llamado a los varones para que dejen de poner sus deseos en primer y sacrosanto lugar. La filosofía y, con ella, la ética puede ayudarnos a comprender las enormes contradicciones a las que tienen que enfrentarse las mujeres en un mundo patriarcal al que los filósofos, aun sin haber estado a la altura, sí aportaron una manera de pensar crítica que nos ha llevado a ser conscientes de las desigualdades y a cuestionar el sistema.
La estructura comienza con una primera parte, donde hace un repaso crítico de la historia oficial de los distintos campos del saber, denunciando la misoginia y el androcentrismo desde la mitología grecorromana hasta las ciencias actuales -ciertos personajes como Darwin, Freud, Levi-Strauss o Simmel no salen bien parados-. En la segunda parte, se reflexiona sobre los requisitos para llevar una buena vida. Nos ponen de relieve los conceptos trabajo, de la sociedad del cuidado, de la interdependencia y de la importancia del reconocimiento entre iguales. Quizá, con estos dos capítulos, se nos brinden las pautas para una posible revisión de la política. Ya juzgará la lectora y el lector estos postulados.