Punto de Vista
Por Jesús Michel Narváez
La libertad de expresión es un derecho humano fundamental consagrado por el Artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos. Junto con sus corolarios –la libertad de información y la libertad de prensa—, la libertad de expresión sirve como catalizador de todos los demás derechos.
La libertad de expresión es la piedra angular de la democracia. La UNESCO tiene el mandato de proteger y promover la libertad de expresión, tanto en Internet como fuera de ella. En su Constitución se exhorta a los Estados Miembros a fomentar el conocimiento y la comprensión mutuos de las naciones mediante “la libre circulación de las ideas por medio de la palabra y de la imagen”, asienta el organismo de la ONU.
Guste o no, México es una nación en donde la democracia ha privilegiado las libertades. Personajes como Benito Juárez e Ignacio I. Madero, los más criticados presidentes de México, jamás osaron aplicar censura alguna. Y nunca se quejaron y menos respondieron con un “no e van a callar, es mi derecho de réplica”.
Quizá sea necesario imitar lo que hicieron ayer todos los y las periodistas que cubren las informaciones del Senado de la República: no acudir a una conferencia de prensa convocada por los senador@s de Morena.
¿Boicot?
¡No!
Protesta porque los senadores, así como los gobernadores del partido oficialista y sus satélites, buscan a los periodistas para exponer su respaldo “incondicional” al presidente de la República “por las calumnias” proferidas en su contra.
Hay una solución pronta y expedita: que no haya periodistas cubriendo las informaciones. Que los encargados de la comunicación oficial, se rasquen con sus uñas.
Hay que tratar de ser objetivos. Sin difusión de las acciones del y los gobiernos, el “pueblo bueno” no se entera. Hay que utilizar los medios existentes para que el mensaje gubernamental llegue hasta el más recóndito lugar de la Patria.
El tono contra los periodistas escala peligrosamente. Es una amenaza y no velada la formulada por el presidente al exigir transparentar los ingresos de los comunicadores, porque trabajan en empresas que son concesiones. ¿Si no se acata su orden cancelará las concesiones de radio y televisión?
Con la prensa escrita no pasa lo mismo. La herramienta para censurar era el papel… si alguien no atendida las “corteses peticiones presidenciales”, Pipsa, la empresa del Estado, la única entidad que acumulaba papel nacional e internacional, cortaba la dotación y el rotativo no se publicaba. Hoy cada empresa periodística con diarios o revistas, puede importar libremente el papel. Aunque… claro está, el gobierno federal, a través de la Secretaría Economía puede negar los permisos para impórtalo.
En la escalada presidencial contra los medios -prensa escrita, televisión y radio-, desde Palacio Nacional se acusa a los periodistas de estar en la mafia de la prensa corrupta, vendida, al servicio de los intereses neoliberales que han perdido sus privilegios.
¿Y si todos imitáramos a los reporteros del Senado que ayer decidieron no ir a la conferencia de prensa?
Y si dejaran de ir a las mañaneras…
Pretender acallar la verdad, la información, es ir contra un derecho humano. Así como el presidente dice que el pueblo tiene el derecho de saber los ingresos de los periodistas, también es su derecho saber las acciones del gobierno en sus tres niveles.
La UNESCO es clara: la libertad de expresión es un derecho humano y es pieza angular de la democracia.
¿Cuesta mucho trabajo entenderlo?
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