Los Dados de Dios
NIDIA MARIN
¿Volverán los países a enconcharse en políticas nacionales y evitar el desarrollo de comunidades transfronterizas? A lo mejor, pero el virus no tiene fronteras.
Es una posibilidad que ha traído aparejada la pandemia, ante el desarrollo de políticas de salud equivocadas en materia de ataques al Covid-19 y sus mutaciones.
A lo largo del siglo XX, sobre todo al final y en lo que va del XXI se desarrollaron en el orbe instituciones políticas transfronterizas, así como identidades transfronterizas, expansión de los mercados transfronterizos y desarrollo de la movilización social transfronteriza. Todas ellas, según han expresado los estudiosos del tema, con cierto grado de autonomía y separación de los actores políticos estatales y de los gobiernos centrales.
Hoy, en los países, aquellos con mayores conocimientos en la materia, así como recursos económicos, estudian ya el futuro de esas políticas internacionales y locales que afectan en materia de salud y economía a todos por igual y que han sido, en parte, las causas de que proliferen nuevas variantes del actual virus en muchísimas naciones.
Antes de que esta peste arrasara el mundo y causara millones de muertos, Harlan Koff, había escrito “La política fronteriza comparada y las estructuras del poder”, una investigación publicada por SciELO en 2008, en la cual mencionaba, por ejemplo, que:
“Mientras que el concepto del gobierno multi–escalar está asociado generalmente con las regiones transfronterizas europeas, el enfoque llamado “el mundo sin fronteras” está normalmente asociado con las Américas. Muchos autores sostienen que pronto viviremos en un mundo donde las fronteras tendrán una importancia mínima, si éstas existen todavía a pesar de los impactos de la globalización económica y la integración regional. Los defensores de la política “sin fronteras” no son expertos en las comunidades fronterizas particularmente, sino que trabajan sobre la teoría social o la geopolítica internacional en las Américas. Los partidarios prominentes de este argumento incluyen a Ohmae, Sassen, Jacobson, Baubock, Pastor, entre otros; estos académicos afirman que las actividades socio-económicas ya no están limitadas por las fronteras nacionales, ya que las redes trasnacionales de ciudadanía, de información, de intercambio intelectual, de movilización social, etc. han creado una competencia por la soberanía del Estado-nación”.
¿Los sucesos de los últimos dos años y medio darán al traste con los planteamientos de algunos o de plano se acabarán las fronteras, para dar paso a nuevas políticas?
Se duda.
Inclusive, a juicio del Koff está en duda o como él dice:
“Obviamente, el término “mundo sin fronteras” representa una utopía inexistente, sin embargo, a lo largo de esta sección especial, observaremos que algunas iniciativas políticas, sobre todo en Europa, han reducido el impacto de políticas nacionales en la política global. No obstante, cabe preguntarse: ¿qué tan ‘americano’ es este fenómeno? Mientras el neoliberalismo es considerado como la guía ideológica de los líderes políticos de las Américas, puede sostenerse que Europa ya ha conseguido lo que los estados americanos todavía buscan: un régimen continental. El continente europeo está caracterizado por un mercado económico común, una moneda común, el movimiento libre de la mano de obra y el reconocimiento mutuo de productos, grados, licencias, entre otros. La integración regional en las Américas ha promovido verdaderamente el libre cambio, pero la falta de la integración política a veces bloquea los cambios económicos en regiones transfronterizas. Por ejemplo, el conflicto político entre Colombia y Venezuela, debido a las políticas nacionales de seguridad, en varias ocasiones ha parado los intercambios comerciales entre Norte de Santander (Colombia) y Táchira (Venezuela). Conflictos similares han dificultado la integración económica de la frontera triple entre Perú, Bolivia y Chile. En contraste, actualmente la integración transfronteriza europea es raramente afectada por disputas políticas nacionales”.
Pero más allá de ello, actualmente está el virus y, en cuanto a las fronteras en los cinco continentes la Organización Mundial de la Salud lucha no sólo en contra del bicho sino para hacer entrar en razón a los gobiernos.
En México la entonces Secretaría de Salud y Asistencia, con objeto de coordinar los distintos programas de salud estableció en 1986 la Comisión Interna del Programa de Salud en las Zonas Fronterizas. ¿Qué pasó con ella? Lo desconocemos.
Entonces (de acuerdo al doctor Guillermo Soberón Acevedo, ex rector de la UNAM y titular de la Secretaría de Salubridad y Asistencia en su trabajo y de los doctores Cuauhtémoc Valdés y Octavio de Caso en su trabajo “La Salud sin Fronteras y las Fronteras en la Salud):
“La Comisión se propuso: actualizar y mejorar el diagnóstico de salud en ambas fronteras; evaluar los logros de los programas sanitarios; precisar acciones prioritarias de apoyo; proponer la participación de los países vecinos y de organismos internacionales; promover la investigación en problemas y servicios de salud; y apoyar la descentralización de la salud”.
Y en aquel entonces las enfermedades objeto de control sanitario eran: el cólera, la fiebre amarilla y la peste. De vigilancia: la influenza, el paludismo, la poliomielitis, el tifo y la fiebre transmitidos por el piojo, enfermedades exóticas, así como accidentes y desastres.
En el trabajo desarrollado se advirtió:
“La apertura comercial de México ha implicado un volumen significativo de importación de los Estados Unidos que requiere un control y vigilancia sanitarios: al efecto se establecieron o reforzaran puestos específicos en las principales puertas de entrada al país. Un problema particular que ocurri6 hace unos pocos años se derivó de la pila atómica y la varilla contaminada que se introdujo al país: otro asunto similar se presentó con la importaci6n de sangre. Menci6n aparte tiene la infecci6n de dengue que se inici6 con el contrabando de llantas viejas en Tamaulipas”.
¿Y hoy? Quién sabe que suceda en la dependencia gubernamental más opaca, contradictoria y pésima de México.
Tampoco sabemos que pasará en el mediano plazo con las fronteras. Por lo pronto ahí están.