Los Privilegios del Poder
VERÓNICA V. GONZÁLEZ Y ARNOLDO PIÑÓN
Bajo la iniciativa “con mi plata no”, que luego de contar con el apoyo de más de 15 mil firmas ciudadanas logró colarse en la Convención Constitucional de Chile, el gobierno del presidente Gabriel Boric se prepara para reformar el sistema pensionario de su país.
La moción busca proteger la propiedad de los ahorros para el retiro, consagrar una Pensión Básica Universal, asegurar la libertad de los trabajadores para elegir la entidad que les administrará sus pensiones (pública o privada) e igualar las pensiones de hombres y mujeres con igual ahorro.
De alcanzar 104 votos de los constituyentes, esta iniciativa podría ser incluida en la Constitución, lo que abriría una nueva etapa al Sistema de Pensiones Chileno mismo desde su implementación y hasta la fecha ha registrado una serie de cambios.
Chile fue el primer país de América Latina en privatizar su sistema de pensiones. En 1981 el sistema público de pensiones se sustituyó por un sistema privado operado por las administradoras de fondos privados de pensiones.
El ejemplo de Chile fue seguido por trece países de la región, mismos que entre 1993 y 2008 modificaron parcial o totalmente sus sistemas de pensiones públicas obligatorias.
Sin embargo, para 2018, cinco de estos ya habían revertido la privatización: República Bolivariana de Venezuela, Argentina, Nicaragua, Bolivia y Ecuador. En el resto del mundo, de los veinticinco que privatizaron total o parcialmente sus sistemas de pensiones, 13 habían dado marcha a atrás.
Para la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el hecho de que 60 por ciento de los países que privatizaron sus sistemas de pensiones, a los pocos años de haberlo hecho dieran marcha atrás, le permite afirmar que el experimento de privatización ha fracasado.
Las razones son múltiples: los altos costos fiscales y administrativos, la baja cobertura y las miserables pensiones pagadas, mismas que no garantizan ingresos suficientes para una calidad de vida en la vejez.
Algunas de las razones anteriormente fueron la causa de las constantes manifestaciones que los chilenos han realizado para presionar a sus gobiernos en turno y se modifique el sistema de pensiones, la última registrada en 2019, llevó al gobierno anterior contra la pared.
Dicha situación ha llevado a la nueva administración a considerar cambios importantes, que incluyen la redacción de una nueva Constitución, en materia pensionaria.
La reforma que sobre este tema se lleve a cabo en Chile será un paso importante que, sin duda, influirá de manera determinante en las decisiones que tomen los países latinoamericanos en materia pensionaria.
Hasta ahora, en nuestro país, se han realizado algunas adecuaciones a las pensiones, como la reducción de las semanas de cotización para la obtención de una pensión bajo la Ley de 1997.
A partir del 2021 el mínimo de semanas cotizadas requeridas para tener derecho a la pensión es de 750. Originalmente eran 1250, mismas que se irán incrementando paulatinamente conforme pasen los años.
Mientras que, para la generación en transición, aquellos que pueden pensionarse también por la Ley de 1973, se hicieron ajustes a la Modalidad 40 del IMSS, esquema por el cual los trabajadores que no tienen patrón pueden aportar cuotas voluntarias para incrementar su pensión.
A partir del próximo año, el costo de dicha modalidad se incrementará, aunque esto no se reflejará en la pensión del interesado, el objetivo es financiar las pensiones por reparto, esto es las que paga el gobierno federal.
El costo topado de dicha modalidad pasará de 6 mil 564.87 pesos al mes en 2022 a 7 mil 275.77 pesos. Anualmente se irá incrementando hasta llegar a los 12 mil 250 pesos al mes en 2030. De esta manera se trata de evitar que las pensiones sean altas.
La crisis del Covid-19 aumenta la presión en los sistemas de pensiones públicos y privados de todo el mundo, el número de personas en edad jubilatoria que solicitan una pensión se ha incrementado, hoy por hoy se requiere una estrategia que permita enfrentar de manera eficiente esta situación. Sin duda, la nueva experiencia de Chile será de gran trascendencia para la región.
