Punto de Vista
Por Jesús michel Narváez
Hugo López-Gatell lo dice con voz sonora para que lo escuche su… Jefe: la cuarta ola nos hace lo que el viento a Juárez.
Sin embargo, los datos oficiales de la Secretaría de Salud, que forman parte de “los otros” -las tarjetitas con las que engaña el Presidente de la República o lo engañan a él- y que no son los duros, revelan que los contagios volvieron a elevarse y los fallecimientos aumentaron.
Las evidencias demuestran que la forma en que se ataca -es un decir- a la nueva variante de Covid-19, el Ómicron, no han sido del todo efectivas y que la curva estadística tiene trazos rectos, hacia la baja, hacia el alza y la parte intermedia.
Haber relajado las medidas sanitarias y aplicar la manipulación en el semáforo epidemiológico, da por resultado que lo que parecía no lo es.
Explicación: los informes oficiales al corte de ayer deben alarmarnos: 927 fallecidos y 34 mil nuevos contagios. Cierto: en infectados hay 44 por ciento menos que el récord establecido hace dos semanas que llegó a 62 mil. Lo crispante es el número de muertos. Casi mil y que representan estar en el top-ten de la crisis sanitaria.
Si asumimos que el doctor López-Gatell es “uno de los mejores epidemiólogos del mundo, al que le tengo toda la confianza (dixit. Andrés Manuel López), es necesario que alguien aclare la razón para el repunte en ambos casos: fallecidos y contagiados.
Seguramente, es de suponerse, se nos dirá que se trata de descuidos de los ciudadanos que no conservan la sana distancia. No usan el “inservible” cubrebocas, abandonaron el gel antibacterial y olvidaron lavarse las manos constantemente. Y quizá la autoridad tenga razón. Porque todos somos responsables de nuestros actos.
No obstante la admisión anterior, los números oficiales, aunque no reflejan la realidad, sí demuestran que el tratamiento para frenar contagios y muertes no ha sido, no es el adecuado.
Clamar, expresar, sostener que “todo va requetebíen” es muestra de triunfalismo innecesario. Podrán decir misa los voceros oficiales y oficiosos; estarán capacitados para fumigar a Belcebú y decir que el fuego se apagó, pero no tienen la calidad para decirles a los familiares de los muertos y de los contagiados que los riesgos se han reducido.
Si lo último fuera verdad, es necesaria una explicación sobre el sorpresivo incremento de fallecimientos y el, también sorprendente rebrote de contagios.
Ante la renovación de la crisis sanitaria, de la que no el presidente ni con la hoja de un trébol de 4 hojas que carga en su catera junto con sus estampitas y su billete de 200 pesos, habría que conocer el número de vacunados, el real, y preguntar la razón de que se encuentren en bodega 31 millones 746 mil 131 dosis.
¿Por qué guardarlas y no aplicarlas?
De ahí que cuando el presidente López y su tocayo de apellido exsudan sus “éxitos”, hay que recordarles que su triunfalismo es ¡FALSO!
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