En la Pandemia, el Autoritarismo Halló un Caldo de Cultivo
Raúl Mondragón Von Bertrab
“Es cierto que la libertad es algo preciado, tan preciado que debe ser racionada.”
– Vladímir Ilich Uliánov, Lenin
La región latinoamericana comparte rasgos culturales heredados de un pasado común que tienden a manifestarse cíclicamente y a extenderse por el subcontinente con las particularidades propias de cada país, pero repitiendo patrones que parecen condicionar su desarrollo a límites auto impuestos y de los que se culpa, no sin razón, a factores extra regionales. Si bien precisamente en lo cultural somos potencias, en casi todo rubro, hemos perdido momentum y América Latina enfrenta, como hemos dicho en anterior entrega, riesgos sin paralelo en una diversidad de rubros vitales y que determinarán el escenario futuro de sus ciudadanos.
En materia de erosión democrática, la pandemia cimbró las estructuras gubernamentales que se vieron rebasadas e incapaces de subsidiar las necesidades económicas de una población ya golpeada sistemáticamente. No obstante, el autoritarismo halló un caldo de cultivo justificado para implementar medidas de supuesta seguridad nacional y en las sombras, minando con la excusa los propios gobiernos el llamado andamiaje institucional, en franca implosión.
En lo ecológico, tanto el cambio climático como el estrés hídrico y los desastres naturales han dejado en evidencia la deficiente -o nula- planificación y previsión de los Estados. Es sabido que una sequía en el mediano plazo es inminente y que demandantes centros urbanos están condenados, como en el caso de la otrora lacustre Ciudad de México, con impacto directo en la crisis alimentaria, ergo en la pobreza extrema de alto porcentaje de la población regional. El Centro UC Estudios Internacionales (CEIUC) pinta el panorama con cifras preocupantes:
“América Latina concentra el 31% de reserva de agua dulce del mundo. Sin embargo, un puñado importante de países hoy experimenta un sostenido estrés hídrico. A 2019, Chile y México han consumido más del 60% de sus reservas de agua, Perú y Venezuela más del 40% y Bolivia y Argentina más del 20%. Este escenario se enfrenta además al hecho de que 40 millones de personas en la región carecen de acceso al agua potable, circunscribiéndose así en un desafío de corto plazo.”
En lo social, las manifestaciones se han vuelto más frecuentes y espontáneas, pero usadas para fines de control por los propios gobiernos, como las redes sociales, tornadas como herramientas de polarización política y masificación de noticias falsas.
La crisis migratoria regional exacerbada por la crisis venezolana y por la búsqueda de oportunidades ante la debacle económica ha creado tensiones sociales y actitudes xenofóbicas sin precedentes, como en Chile, ante falta de respuesta integral de los gobiernos, como el de Piñera. A diferencia del pasado, apunta el CIEUC, el principal patrón migratorio actual es el intrarregional (y no el extrarregional), con movimientos que se orientan desde países de la región hacia otros países comprendidos por la misma.
Finalmente, en lo económico, el panorama es más que sombrío, con una caída penosa en inversión extranjera debido a inestabilidad política, inseguridad jurídica y creciente oposición de las comunidades, la expansión de las economías ilícitas, la corrupción sistémica, el aumento de la economía informal y los ciberdelitos. Nuestra fuente pone como mal ejemplo a nuestro país:
“México es uno de los casos emblemáticos, con su presidente Andrés López Obrador enfrentado con instituciones claves; episodios de inestabilidad política en Perú o Ecuador; Argentina, con controles de precios e incumplimiento de deudas; problemas con el narcotráfico y seguridad en Honduras y Guatemala, entre otros. Del mismo modo, se avecina un nuevo ciclo electoral en un polarizado Brasil y en Colombia los sondeos son liderados por un exguerrillero de izquierda. La incertidumbre permanece en niveles altos y el Estado de Derecho no atraviesa por su mejor momento en la región.”
“A pesar de representar menos del 10% de la población mundial, la región ocupa cuatro puestos entre los países con mayor número de muertes por coronavirus en el mundo: Brasil, México, Perú y Colombia.”
A todo lo anterior debe añadirse el aumento de la influencia de China en América Latina y su rivalidad con los Estados Unidos, que provoca tensiones diplomáticas con los países de la región y condicionamientos en la cooperación de las potencias.
America Latina necesita con urgencia ciudadanos comprometidos que sirvan de base sólida a líderes con visión internacional. Hoy, lamentablemente, no hay muchos de aquellos y éstos no se ven por ninguna parte.