Ética e Internet de las Cosas

. La humanización de la era digital. Cómo enfrentarnos a un mundo de algoritmos. Editorial Cátedra, Madrid. 96 páginas

Jesús Briones Delgado

Ya es una imagen muy conocida, esa en la que al subirnos al coche, lo primero que hacemos es recurrir al teléfono celular, abrir una aplicación y poner la dirección a la que nos dirigimos. En pocos segundos, la aplicación nos traza la ruta por la que tardaremos menos tiempo y, constantemente, nos va indicando por dónde debemos de ir, cuándo doblar y si, en nuestro desplazamiento, veremos algún accidente o nos tocará más o menos tráfico. A este hecho cotidiano, alguien le puso pro nombre  el Internet de las cosas y hace referencia a la computación evolutiva. 

Como en el caso de los desplazamientos en automóvil o el pedir un taxi y saber al momento la ruta, el chófer y el costo, el Internet de las cosas está superando, en muchos momentos, las expectativas. Quizá sea el momento de empezar a plantearnos preguntas sobre sus efectos en nuestra sociedad, en nuestros trabajos y en definitiva, en nuestras vidas. Es un poco lo que ha hecho Jesús Briones Delgado en La humanización de la era digital. Cómo enfrentarnos a un mundo de algoritmos. Se trata, pues, de analizar, huyendo de visiones catastrofista, el impacto de la transformación digital poniendo de relieve la importancia de incorporar una visión ética en sus aplicaciones futuras.

El autor ha querido incorporar la idea de que estamos en el comienzo y que se necesita aún tiempo para ver cómo evolucionan las tecnologías. Pero lo que es innegable es que esa evolución es muy veloz y nos encontramos en un momento en el que las «máquinas» pueden comenzar a aprender con mayor rapidez sobre nuestros gustos, nuestros hábitos y nuestras costumbres.  El libro tiene la virtud de condensar en unas pocas páginas tanto datos objetivos como eventualidades y pautas de actuación. También un sinfín de preguntas. ¿Estamos viviendo un auténtico cambio de paradigma o esto que nos parece tan relevante no es más que el principio de una serie de transformaciones que traerán una civilización nueva, tal como ocurrió, por ejemplo, con la implantación de la agricultura o con la revolución industrial, sin ir más lejos? Desde luego, lo digital ha introducido modificaciones en nuestra vida cotidiana y, con mayor o menor intensidad, afecta al planeta entero. Dicho esto, no hay más remedio que señalar lo obvio: lo positivo o negativo no son los avances en sí sino el uso que hagamos de ellos. O que hagan por nosotros, con nuestro consentimiento o sin él.

Para Briones, vamos a ver, en un corto espacio de tiempo, cómo estos sistemas inteligentes conviven con nosotros e, incluso, comenzaremos a cederle el control de determinados sistemas o procesos que hasta ahora dominábamos, apareciendo entonces el riesgo de ceder nuestro control.

Llegamos al nudo de la cuestión, para funcionar como tal, el internet de las cosas necesita datos. Y no pocos, datos en cantidades ingentes. Es obvio que quien suministra esa enorme cantidad de información que circula por la Red y alimenta algoritmos capaces de generar fortunas de escándalo somos nosotros, y lo hacemos voluntariamente y con gusto, pensando que nos ahorraremos tiempo y esfuerzo, pero que por otro lado -al pensar en la compañía que desarrolla la aplicación que usamos para evitar el tráfico y llegar tarde- produce grandes cantidades de dinero. Esta realidad, que ya es un hecho, en un periodo relativamente corto adquirirá proporciones inimaginables. ¿Qué tal si reclamásemos la parte que nos toca de esa extraordinaria fuente de ingresos? Pero podríamos exigir algo más que la simple retribución económica: intervenir, controlar de alguna forma ese caudal informativo que en ningún caso es inocente. Por muy objetivo que nos parezca siempre tiene un sesgo ideológico que condiciona las decisiones de quienes ostentan el poder. Necesitamos, pues, un cuestionamiento ético. Y esto sí es exclusivamente humano y no podemos hacerlo sin una educación en humanidades. Ahora más que nunca necesitamos el pensamiento crítico, cuestionarnos lo que se nos presenta como incuestionable, mirar más allá de lo evidente. ¿O vamos a dejar en manos de las máquinas incluso las decisiones más polémicas?

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